Una de las diferencias de comportamiento detectadas en las sedes judiciales de Valladolid entre los detenidos por violencia machista de más edad y los más jóvenes es que «la gente más madura conoce la ley, se van informando de las reformas legislativas y saben que el juez de violencia puede aplicarles medidas civiles como supresión de visitas a los hijos menores». Por el contrario, apuntan, los veinteañeros que llegan al juzgado «no son conscientes de la gravedad, de que han cometido un delito, no lo ven como maltrato, sino como algo natural». Sorprende, también, la actitud de quienes son víctimas de dicha violencia, «la regresión a comportamientos de los años cincuenta que las propias abuelas y madres de las chicas nunca tolerarían».
«Se está dando un control consentido por parte de las chicas, mientras que los chicos no son conscientes de que están cometiendo un delito»
De hecho, apunta uno de los magistrados de instrucción consultados, que las chicas, cuando se les pregunta por lo ocurrido, «manifiestan que su chico es su chico y que es normal que le controlen el teléfono móvil y les pidan la ubicación de dónde están para saber sus movimientos en todo momento. Para ellas no es control, es pasión y mucho amor, significa que se interesan por ellas. Es como las letras del reguetón. Hay una vuelta atrás y la dominación no se entiende como dominación, se está dando un control consentido por parte de las chicas», expone el jurista.
La actitud de los detenidos más jóvenes durante los interrogatorios, explican, está entre «la desidia, la ignorancia y la dejadez, no le dan importancia a lo ocurrido. No controlan los impulsos, son frecuentes los insultos y las amenazas y se les va la mano con facilidad, porque es su chica y con su chica hacen lo que les da la gana«. Generalmente, el maltrato no suele ser físico, sino psicológico y en la mayoría de las ocasiones los insultos, las manifestaciones vejatorias y las amenazas se producen por Whatsapp, »hay un acoso evidente en las redes a través de los teléfonos móviles y utilización de imágenes íntimas para extorsionar ('sexting')».
La Asociación de asistencia de víctimas de agresiones sexuales y malos tratos, Adavasymt, parte de la máxima de que «no se puede hablar de que exista un único perfil de agresor y de víctima», al igual que hay agresores y víctimas «de todas las nacionalidades», pero sí coincide en la tendencia que apuntan los datos judiciales y, de hecho, acuden cada vez más chicas jóvenes en busca de ayuda a su sede de Valladolid, donde se presta asistencia jurídica y psicológica gratuita a mujeres que sufren malos tratos. La trabajadora social, Sofía Larrea, indica no obstante que la mayor parte de las víctimas atendidas en la Asociación tienen edades situadas entre los 20 y los 40 años.
Los institutos son un microcosmos en el que Adavasymt, a traves de los talleres y cursos de prevención que realiza desde hace años, constata que se están produciendo a edades muy tempranas estas conductas de «control y sometimiento absoluto que no lo ven como violencia» y que «es importante detectarlas para prevenirlas; no lo ven y nos cuesta que lo interioricen, pero al final estos encuentros dan buenos resultados». De hecho, estas intervenciones en centros docentes han hecho aflorar casos de violencia de género y sexual que, finalmente, han sido tratados en la Asociación. «Estas conductas no se ven inicialmente como una agresión; si te dan una torta eres consciente de que te han maltratado, pero el maltrato psicológico es sutil, va calando y al final aceptas cosas de tu pareja que de primeras no aceptarías, vas rebajando los límites y al final es una relación de control absoluto», describe la trabajadora social.
Desde hace un año, la Asociación de víctimas ha expandido su actividad de prevención fuera de los centros escolares ordinarios y ha comenzado a impartir estos talleres en asociaciones juveniles y en el Centro Regional de Reforma Zambrana, donde están cumpliendo medidas de internamiento una decena de menores condenados por delitos sexuales.
Pero, a pesar de los esfuerzos en materia de prevención, las cifras de violencia de género no solo no descienden, sino que la ejercen hombres cada vez más jóvenes y, en lo que se refiere específicamente a violencia sexual, crece entre los menores y está directamente vinculada al consumo temprano de pornografía en la Red. Respecto de los adultos, la última memoria de la Fiscalía Superior de Castilla y León hecha pública en 2022, ponía el acento en el «importante ascenso» registrado en el volumen de casos de malos tratos a mujeres. El número de procedimientos penales abiertos por violencia de género en los juzgados de Castilla y León durante el año 2021 fue de 1.060 asuntos más respecto de 2020, lo que supuso un ascenso del 16%, al registrarse 6.986 procedimientos frente a los 5.926 del primer año de la pandemia de covid.
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