La historia de pocas empresas está tan vinculada a la ciudad como ocurre con Manrique, cuyo logo luce desde hace sesenta años los colores blanquivioletas y cuya denominación completa es Panificadora Vallisoletana Manrique. Su planta languidece ahora y desde hace más de dos meses ... sus hornos ya no elaboran su popular pan de molde, seña de identidad de una marca que en los últimos tres años ha atravesado una grave crisis que llevó a la familia Manrique (los herederos del fundador) a desprenderse de la planta de la calle Daniel del Olmo, en el polígono de Argales, que ahora permanece cerrada a cal y canto en un más que aparente cierre definitivo que dejaría en la calle a su plantilla de treinta operarios.
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Nadie contesta en las instalaciones del polígono, abiertas en los años ochenta, en cuya entrada se acumulan las notificaciones y las cartas en el buzón. Al otro lado del teléfono solo contesta una voz enlatada que confirma que sus «oficinas permanecen cerradas» y ofrece un correo electrónico, al que nadie ha contestado en las últimas 72 horas, «para cualquier consulta». Fuentes sindicales confirmaron que la situación de los empleados está ahora en los tribunales.
Nadie, sin embargo, confirma el cierre definitivo de la planta, si bien es cierto que la propia fábrica ofrece un evidente aspecto de abandono con su cancela exterior abierta, eso sí, pero con el interior, con dos viejas furgonetas de la compañía aparcadas a la puerta desde hace semanas, cerrada, las cartas acumuladas en el buzón o en el suelo (muchas de ellas certificadas) y las malas hierbas poblando el perímetro exterior. Este periódico ha intentado, sin éxito, contactar con sus últimos propietarios conocidos, los inversores madrileños Rafael Martín-Cuevas y Francisco Javier Utande, titulares de infinidad de sociedades, que adquirieron la panificadora en marzo de 2018, apenas seis meses después de que otra empresa (Restart) comprara la firma a la familia Manrique. La empresa se encontraba por entonces en concurso de acreedores y contaba con una plantilla formada por treinta empleados. Ellos, en teoría, adquirieron el compromiso de asumir sus deudas para luego reflotarla.
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La realidad parece indicar que la empresa ha cerrado definitivamente sus puertas dejando en el aire, presumiblemente en la calle, a sus trabajadores, como así apuntan fuentes sindicales.
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De confirmarse el cierre, que lo es a día de hoy, la Panificadora Vallisoletana Manrique, fundada en 1960 por Antonio Manrique Tabares (palentino de nacimiento), diría adiós a seis decenios de historia en los que, según destacó su propio fundador en 1985, fueron los creadores de la popular fabiola, aunque sí por algo fueron conocidos en la capital fue por su tradicional pan de molde.
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