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Cierra Flores Lidia tras un siglo de historia: «Las flores han sido nuestra vida»Un siglo de historia vinculado al mundo de las flores llega a su fin. Flores Lidia, el tradicional puesto del Cementerio del Carmen conocido por su variedad y colorido, echa el cierre tras más de 100 años vendiendo flores y tres generaciones de ... mujeres al frente del negocio familiar. «Mi abuela fue quien empezó a vender flores porque mi abuelo era jardinero y tenía una finca donde tenía sobretodo margaritas y claveles. Después fue mi madre y desde hace más de 40 años yo», explica Lidia Alonso, quien se ha jubilado recientemente «sin traspaso generacional».
Están las tradicionales, las que no pasan de moda, las que siempre están -como los claves, las margaritas y las rosas- y las que solo tenía Flores Lidia en Valladolid - como flores de Ecuador o verdes africanos-. Sea como sea, Flores Lidia ha acompañado a miles de vallisoletanos en los días más felices y los más tristes.
«Por nuestra ubicación en el cementerio siempre hemos vendido muchos centros y ramos para difuntos pero también flores para bodas, eventos, bautizos y comuniones. Hemos hecho todo lo que se podía hacer vinculado al arte floral», explica Lidia Alonso, propietaria de la última generación de Flores Lidia.
La historia se remonta a antes de la posguerra en España. «Mi abuela vendía las flores que cultivaba mi abuelo en la finca familiar. Él era jardinero y adornaba los conventos y jardines de las monjas y sacerdotes de la época. Por aquel entonces mi abuela vendía sentada en un bando de piedra y con una cesta de flores. Tiempo después consiguieron unos caballetes con una tabla de madera y solo se vendían lilas y margaritas», recuerda Lidia Alonso, con especial nostalgia.
Años después fue el turno de la madre de Lidia Alonso quien continuó con el negocio. «Mi madre y yo tuvimos dos puestos de manera simultánea en el Cementerio del Carmen. Por aquel entonces había más de siete puestos en la zona. Ahora mismo solo hay dos», puntualiza Lidia Alonso, recientemente jubilada.
Como todo, el negocio de las flores también se ha transformado con el paso de los años y la llegada de las redes sociales a nuestro día a día. «Yo antes vendía exclusivamente para el cementerio -con centro de flores para los difuntos-, pero desde hace unos años se vende mas para fuera que para el cementerio», señala la nieta de quien empezó con Flores Lidia hace un siglo. «Este año, por ejemplo, ha sido mucho de ramos. Tenia una parte del puesto exclusiva para ramos ya hechos y desaparecían para regalar», explica.
Al igual que se modifica la tendencia de venta también lo hace el género. Antes la variedad de flores estaba limitada a lo que conocemos ahora como tradicional. «Cuando empezó mi abuela había margaritas, claveles, clavellina y poco más. Ya con mi madre llegaron algunas rosas, porque no siempre se podían cortar. Antes no había tantas rosas porque la producción era mucho menor. Ahora hay de todo. Flores de Ecuador, verdes africanos... Son nuevas incorporaciones que son mas laboriosas y más complicadas. La flor hay que entenderla y trabajarla. Arte floral es fundamental en nuestro negocio», explica Lidia Alonso, quien se formó en Barcelona en dicha disciplina.
Después de casi 40 años al frente del puesto, Lidia Alonso confiesa que lo más difícil ha sido «lidiar con el tiempo, la lluvia, el calor, el viento, la nieve...». «Abríamos todos los días y eso es un gran sacrificio. Resultaba curioso porque los días de lluvia era cuando más caja hacíamos porque la gente no se mueve de casa y nos pedían ramos a domicilio», recuerda.
Son miles las anécdotas vividas en el puesto de flores del Cementerio del Carmen donde Lidia Alonso ha compartido ratos inolvidables «con clientes que ya son amigos» pero la jubilación «yo creo que merecida» ha llegado. «No me acordaba lo que era desertarse y poder desayunar tranquila y sin prisa. Estoy descansado mucho que falta me hace y disfrutando de la vida sin preocupaciones», confiesa Lidia Alonso, que finaliza con la frase: «Las flores han sido mi vida».
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