Valladolid

Cierra Churrería Carolina tras 32 años en Pajarillos: «Intentaré traspasar el negocio a algún valiente»

La vida de Javier Delgado, propietario de Churrería Carolina, siempre ha estado ligada a los churros, las porras y el chocolate caliente. «En este local empezaron mi hermano y un socio. Al principio solo venía a ayudar los fines de semana. Cuando el socio se fue a Erchus nos quedamos mi hermano y yo, pero él se fue a Churrería San Luis, en la Plaza de la Circular, y yo me quedé con Churrería Carolina con mi mujer. Desde entonces han pasado 32 años. Llevo haciendo churros desde el año 1982 aquí», recuerda el propietario, que se jubila en marzo del próximo año.

Con tantos años de trayectoria las anécdotas se cuentan por centenares: «Tengo muchas. Hemos hecho muchas fiestas en este local de Churrería Carolina, sobretodo en Navidad que hacíamos la cena de los amigos y de la gente del barrio. Nos han llegado a denunciar, a romper el coche. Antes era otra época y se disfrutaba mucho más que ahora, que hay demasiadas restricciones para la hostelería», critica Javier Delgado.

Si algo tiene de especial Churrería Carolina es que es el único negocio de Valladolid que hace churros con una churrera de las antiguas, de las tradicionales, de esas que se han convertido ya en una reliquia y en historia viva del pasado. «Aquí los churros son artesanales, les hago yo mismo con una churrera de las antiguas», explica Javier Delgado, mientras muestra a El Norte del Castilla el mecanismo manual que tiene. «El mejor chocolate caliente de Valladolid es el de Churrería Carolina. El secreto está en la pasión con la que lo hago», presume el propietario.

En cuanto al secreto de la elaboración de los churros Javier Delgado revela que «la clave es tener mucha paciencia, utilizar agua, harina y sal de calidad y tener mano para amasarlo con ganas». El producto estrella del establecimiento siempre ha sido el churro: «Es un producto que siempre gusta, siempre se vende. Tengo clientes desde hace 20 años y no se cansan de comerlo prácticamente a diario». Hace 20 años, la cola en Churrería Carolina «ocupaba gran parte de la calle» y el número de docenas «no se podía ni contar con tres cifras», ahora el número de clientes ha disminuido pero «todavía hay mucha gente que viene a por churros y chocolate, es algo que nunca pasa de moda».

La noticia del cierre, o posible traspaso en marzo, ha sido recibida por los clientes habituales del barrio con cierta nostalgia por todos los años vividos. «Me dicen que por favor que no cierre. Que no han probado unos churros iguales y que aguante un poco más pero ya es hora de descansar», relata Javier Delgado, que afronta su cercana jubilación con ilusión por «experimentar una nueva etapa». «Tengo una parcela y voy a ir a pasar alguna mañana allí y tiempo con mi familia y amigos. También aprovechar para viajar y ver mundo», finaliza el propietario de Churrería Carolina.