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Chocolaterías con 35 grados en la calle: «Vendemos casi más churros que en invierno»Resulta difícil de creer pero tomar un chocolate caliente -servido a 90 grados- cuando en la calle hace 35 grados es una práctica «recurrente» durante la época estival en Valladolid. Hosteleros de chocolaterías, como los de El Castillo y La Catedral, coinciden en que « ... el número de ventas decae en verano» pero «el chocolate con churros sigue siendo un habitual durante la época estival». Sin embargo Javier Ríos, propietario de Erchus, asegura que vende «la misma cantidad de chocolate en invierno que en verano, incluso me atrevería a decir que algo más en verano porque vienen más turistas».
Es tradición tomarse un chocolate con churros en pleno invierno o cuando el calor estival afloja un poco. Pero quien es amante de algo lo es pese a las circunstancias que lo rodean. «El que toma chocolate lo toma todo el año», asegura Javier Ríos, que se levanta a las 3 de la mañana para comenzar con la preparación de los churros que se sirven de 6 a 12 de la mañana, a excepción de los miércoles, que cierran por descanso, en Erchus, ubicado en la Avenida Palencia, 24.
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En El Castillo, incluso, ofrecen chocolate frío, «que es parecido al caliente pero más liquido y similar a las copas de chocolate con nata», pero «los clientes lo prefieren bien caliente porque les templa el cuerpo pese a que haga calor en la calle», afirma Rubén Mañoso, encargado de El Castillo, que abre por las mañanas de 8:30 a 13:30 horas y por la tarde de 17:30 a 22:15 horas, cerrando el domingo por descanso.
«Por la mañana el chocolate caliente con churros no falla pero por las tardes el número de ventas disminuye notablemente. En La Catedral no hago chocolate caliente en verano por la tarde», señala Alberto Baciero, propietario de La Catedral, en la cuarta generación familiar. Por la zona en la que se encuentra la chocolatería, en pleno centro en la calle Catedral, 7, los turistas forman parte de la clientela habitual del establecimiento. «En la zona en la que estoy yo hay mucho turista y mucho extranjero que busca comida típicas. Los franceses, alemanes e ingleses son los que más piden chocolate con churros en verano porque vienen de visita y prueban uno de los platos estrella españoles».
Ver para creer. Jesús Cantalapiedra, Aurora Izquierdo y Mariano Izquierdo, desayunaban en Erchus un chocolate caliente, «que obliga a soplar antes de comer», en familia. «Mi mujer y yo somos de San Sebastián y hemos venido a pasar unos días y a acompañar al abuelo al médico. Está mejor que yo y tiene 96 años», confiesa Jesús Cantalapiedra mientras disfruta de su chocolate, que a juzgar por el humo que sale de la taza está caliente todavía.
«El chocolate apetece tanto en verano como en invierno. Entra bien, está bueno y endulza el paladar. Además es el mejor acompañamiento para unos churros y unas porras», puntualiza el yerno de Mariano Izquierdo, que confiesa entre risas que «el secreto para llegar a los 96 años con buena salud son estos pequeños placeres».
Recién salido del hospital tras recibir tratamiento, a Isidro se le antojaba invitar a su familia a un chocolate con churros en El Castillo a las 20:30 horas de la tarde. Acompañado por David, Carmen y su nieto Daniel, de 2 años disfrutaba de la jornada estival, con termómetros de hasta 35 grados, sentado en la terraza.
«Se le ha antojado al abuelo después de salir del hospital y nos ha parecido un plan fantástico. Da igual que haga calor, está buenísimo siempre», asegura Carmen, la madre de Daniel, que con berretes de chocolate y lleno de azúcar disfrutaba de un churro mientras la cámara de El Norte de Castilla inmortalizaba su rostro de ilusión.
Las temperaturas que rodean al plan estival de tomar un chocolate caliente con churros son altas y se van incrementado a medida que se afina el tiro. Si la temperatura en la calle es de 35 grados, los grados a los que se sirve el chocolate suben la apuesta hasta los 80 o 90. «Dependiendo el espesor que se quiera conseguir la temperatura del chocolate ronda los 90 grados o un poco menos. Como en todo, cada maestrillo tiene su librillo», señala Alberto Baciero. Si nos acercamos a la freidora donde se fríen los churros o las porras la temperatura asciende hasta los 230 grados aproximadamente. «Haciendo churros siempre se pasa calor, tanto en invierno como en verano», señala Rubén Mañoso, encargado de El Castillo.
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