Israel Martínez en el interior del rocódromo Geko Aventura, del que es copropietario, situado en el Polígono de Argales de Valladolid
Valladolid

Israel Martínez, copropietario de un rocódromo: «Si cierro, las deudas me perseguirán toda la vida»

El espacio Geko Aventura ha abierto sus puertas tras dos meses sin actividad; sus responsables intentan salvar la empresa que crearon hace tres años

Sergio García

Valladolid

Viernes, 12 de marzo 2021, 22:35

Con aforo para 500 personas y una superficie de 2.000 metros cuadrados, el rocódromo Geko Aventura, situado en el Polígono de Argales, se presenta como una de las escasas opciones para practicar escalada en Valladolid de forma profesional y como afición. No obstante, ... la pandemia ha obligado en tres ocasiones a cesar la actividad de este centro deportivo en los últimos 12 meses. Ahora, Israel Martínez, su copropietario, afronta una nueva reapertura para intentar salvar la empresa que creó hace tan solo tres años.

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Días antes de levantarse las restricciones que mantenían cerrado su rocódromo, Israel Martínez cruzaba los dedos, como así expresó, para estar abierto el tiempo suficiente como para remontar la situación crítica de la empresa. «Solíamos tener unas 150 personas al día antes de la pandemia» comenta mientras camina por una nave que ha estado desierta de clientes durante los últimos dos meses. Desde marzo de 2020, el negocio ha vivido momentos extremos en los que no ha podido hacer frente a los pagos y, actualmente, no tiene saldo suficiente para pagar sus deudas.

La situación empeoró con los cierres de los centros deportivos cuando se alcanzaban cuotas altas en los casos de coronavirus. Según Martínez, tras el primer cese por el confinamiento tenían cierto colchón que les permitió continuar con la actividad gracias también a los trabajadores que seguían con ellos. Con el segundo, en noviembre, muchos se buscaron un nuevo empleo. «Es lógico, una familia no puede sobrevivir de un ERTE». Actualmente la empresa ha pasado de tener 20 empleados a tan solo tres personas en la plantilla, contando al propio copropietario.

Ahora, cerrar definitivamente el rocódromo significaría para Israel un «coste personal y económico que no puede asumir». «Se ha generado una deuda que hay que pagar; si clausuramos y encuentro otro empleo sigo teniendo esas obligaciones que he contraído y que me perseguirán toda la vida», explica. Sin embargo, gracias a renegociar los precios de la factura de la luz o la rebaja del alquiler, la empresa ha conseguido sobrevivir durante los últimos meses.

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Por eso, Geko Aventura abrió de nuevo sus puertas este lunes. Solo lo hace por la tarde, pues tener un horario matutino significaría un aumento de los costes. Israel Martínez se mostraba pesimista ese día, «necesitamos que venga mucha gente, somos una parte de la oferta deportiva de la ciudad y cuando estamos cerrados pueden buscar otro sito donde ir». A pesar de eso, algunos de los clientes mostraron la fidelidad al rocódromo y acudieron durante las horas posteriores a la reapertura, aunque muchos de ellos habían pagado sus cuotas antes del cese de la actividad y todavía conservaban sus privilegios intactos.

Mario García, un apasionado de este deporte que entrena en Geko Aventura desde el pasado septiembre, comentaba que tenía «muchas ganas de volver» y no entiende porqué la actividad deportiva está «en el mismo saco que la hostelería, cuando una cosa es salud y la otra ocio». Además, al contrario que otros centros deportivos que han podido realizar su actividad en el exterior, como ha sido el caso de box de CrossFit, la escalada pone más difícil esta disyuntiva. «Sin un rocódromo donde ir, entrenar en el exterior es imposible y más aún en los meses de invierno, cuando prácticamente no hay horas de luz y hace mucho frío». Por su parte, Sergio Pascual, otro cliente de Geko Aventura que antes del cierre iba al centro tres veces por semana, espera volver a «recuperar otra vez ese ritmo». Por eso, y porque este año desea estar federado, confía en seguir yendo a este centro «durante muchos años más».

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Las próximas semanas son una incertidumbre para el futuro del rocódromo y para otras empresas de la comunidad. Cerrar de nuevo podría significar la ruina para Israel Martínez y el proyecto que comenzó hace tres años, cuando puso todos sus ahorros en traer a Valladolid el primer parque de aventura 'indoor' de este tipo en la ciudad.

«Una generación perdida»

Además de las pérdidas económicas, el empresario también hace un especial hincapié en los problemas derivados del cese de la actividad de los centros deportivos. «Nosotros ofertamos cursos de escalada, tenemos cien niños y niñas y después del confinamiento observamos cómo la mayoría de ellos habían perdido muchas de sus capacidades locomotrices y también su agilidad», comenta.

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La mayoría de los clientes del rocódromo están en edad de crecimiento, cuando el ejercicio físico es un factor fundamental para su crecimiento. El cierre de los centros deportivos supone una preocupación para el empresario, que habla de una «generación perdida» en lo que respecta a la actividad física. «Los padres no quieren llevar a los niños a este tipo de actividades por el peligro que puede suponer, pero durante los momentos en los que hemos estado abiertos siempre hemos respetado todas las medidas. Todas los clientes llevaban mascarilla, se lavaban las manos con frecuencia y mantenían las distancias», explica. Ante esto, Martínez asegura que las autoridades deberían «fomentar más la práctica del deporte».

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