El cerrajero revela a la jueza que el supuesto cerebro del crimen de la Circular es prestamista

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M. J. Pascual

Su hermana, por el contrario, negó que las más de 400 llamadas registradas en los terminales de la empresa y Rubén A. tuvieran que ver con ella y dijo no conocer al presunto maquinador del robo fallido que acabó en la muerte de la propietaria de la vivienda. La joven señaló que los telefonos eran de la empresa y que, sobre todo, los utilizaba su hermano y algunos empleados. Manifestó que. aunque acudió a la vivienda de la señora, ella se ocupaba simplemente de gestionar el servicio, mientras que su hermano era el especialista en cerrajería. Este reconoció también que había instalado vallas y planchas de seguridad en la zona de acceso a la cocina del piso, que María Aguña convirtió en un auténtico búnquer desde que sufrió un intento de robo meses antes del que le costó la vida el 17 de octubre de 2018.

Ambos hermanos aseguraron que en la habitación solo estaban ellos dos y no el tercero de los investigados, Sergio S. G., un conocido suyo «del barrio», el día en que realizaron la reparación de la caja fuerte, que lo sitúan en 2015, dos años antes del cálculo que realizan en su último informe los investigadores de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) realizado a partir de la agenda de María hallada el pasado septiembre por sus familiares en el piso de la Circular. S. G. afirmó además que el teléfono que le sitúa en la plaza el día del crimen no es suyo.

Por su parte, Rubén A. R., que fue trasladado desde la prisión de Villanubla junto con otro de los seis detenidos que están en prisión por estos hechos, Arso A. I., señaló que no es prestamista y circunscribió el crédito a que el cerrajero no tenía dinero para pagar una asistencia dental. El detenido búlgaro, que se considera dentro de la investigación como el reclutador de los sicarios de su misma nacionalidad que cometieron el golpe en el piso de la Circular, también aseguró que el teléfono que se le atribuye en las llamadas al protésico no era suyo.