Son personas de riesgo y lo saben. Por ello, sus objetivos a corto y largo plazo giran en torno a blindarse contra un posible contagio de coronavirus que les lleve a permanecer ingresados, con dolencias y secuelas físicas o, en el peor de los ... casos, al fallecimiento. Conscientes de ello, los jubilados de Valladolid que acuden a los centros de mayores se vacunaron en su momento y ahora llevan mascarilla en el interior. En parte por obligación pero también por precaución. «Tengo las dos dosis de la vacuna puestas y sigo llevando mascarilla porque lo considero esencial», explica Julia Casares. Esta jubilada acude diariamente al centro de mayores de San Juan para jugar la partida de cartas para «estar acompañada». Junto a ella y repartiendo los naipes se sienta muchas tardes José María Conde, a quien la mascarilla «molesta pero hay que llevarla». En el local se dejan ver varios carteles que avisan de la necesidad de permanecer en su interior con ella puesta, pero no es obligatorio, por el momento, demostrar que están vacunados.
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Álvaro Soto Melchor Sáiz-Pardo
Las fichas de dominó son las protagonistas en otra de las mesas de la sala deSan Juan. Alrededor de ellas, cuatro hombres juegan y uno observa. El frenético ritmo para colocar las fichas lleva a alguno a levantar la voz más que los demás, pero cuando termina la partida nada se tiene en cuenta. «Venimos a pasar un rato agradable y siempre nos ponemos la mascarilla», cuenta Daniel Redondo, quien asegura acudir al centro de mayores para «pasar un rato agradable y en compañía».
Sin ocultar que «pasar tantas horas con la mascarilla puesta es molesto», Lidio Calleja agradece que todos se la pongan. La situación de este jubilado es diferente a la de sus compañeros de partida porque estuvo ingresado 21 días cuando el coronavirus comenzaba a coger fuerza. «Me contagié a principios de la pandemia, cuando casi nadie lo tenía ni se sabía lo que era. Estuve ingresado y no contaban conmigo, pensaban que no saldría del hospital. Pero salí y aquí estoy, así que no me quito la mascarilla para nada», recuerda. Entre cartas y tapetes está sentado «echando la partida» Jesús Romero, un jubilado más que ameniza sus tardes acudiendo al centro de mayores. Para él, la mascarilla y la vacuna son «fundamentales» pero reconoce no saber si todos los que se sientan a su alrededor cuentan con la dosis de inmunidad.
«Yo vengo aquí y me siento a jugar, no pregunto a este señor o a aquel si está o no vacunado para jugar con él porque imagino que todos lo estamos», matiza Romero. Las barajas de cartas y las fichas de dominó marcan el ritmo de las tranquilas tardes, junto con los cafés y el documental que se escucha de fondo en la televisión. Apenas dos jubilados observan con detenimiento los movimientos de los animales en la pantalla mientras los demás se juegan el cobre al tute, al chinchón o a la brisca. La presencia masculina es mayoritaria en la cafetería del centro de mayores de San Juan y la huida de la soledad es el motivo de sus visitas diarias. «Vengo con cuatro amigas a jugar a las cartas y siempre tenemos mucho cuidado para no contagiarnos del virus», comenta Rosa Ángeles Río. Con la vacuna puesta y la mascarilla colocada, esta jubilada vallisoletana agradece la reapertura de estos espacios en los que «compartir un rato agradable con gente en la misma situación».
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En el barrio vallisoletano de Huerta del Rey, cambia el escenario por completo: mayoría femenina en las mesas de la cafetería, menos cartas y más charlas. Las jubiladas que acuden cada tarde allí aseguran hacerlo para «pasar el rato y por estar en un lugar tranquilo con las amigas». Es el caso de Nieves Méndez, quien «por supuesto» está vacunada y acude al centro dos veces a la semana, pero también recibe clases de yoga o francés. Sus compañeras reparten las cartas mientras ella busca las fichas que se juegan. «Aquí tenemos que traernos nuestra baraja, pero no nos importa porque queremos jugar y pasar la tarde», replica una de ellas. Los naipes comparten protagonismo con las mascarillas y todas las presentes las portan. «Si para poder venir a jugar a las cartas tenemos que llevar la mascarilla, lo hacemos sin problema», explica Clemen Sáenz mientras decide qué carta echar.
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