Por ejemplo, Delicias. El centro cívico del paseo de Juan Carlos I dispone de un vestíbulo enorme, casi un claustro cubierto, con plantas, bancos para sentarse, un espacio que invita a quedarse un rato y charlar después de salir de alguna clase, de sacar un ... libro en la biblioteca, de esperar a que abran el salón de actos. Casi una plazuela bajo techo que se aprovechará menos (allí se han organizado exposiciones, lecturas, microteatro, 'flashmob') por culpa del coronavirus.
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A partir de ahora, los centros cívicos prescindirán de toda actividad «espontánea», de esos encuentros vecinales en sus pasillos, accesos y vestíbulos y su uso quedará limitado a las actividades ya programadas.
El concejal de Participación Ciudadana, Alberto Bustos, mantuvo este miércoles una reunión de trabajo con responsables de las instalaciones municipales de barrio para articular el protocolo que se seguirá a partir de septiembre, con la recuperación de actividades presenciales y un previsible incremento (aunque limitado) de la asistencia a los centros cívicos. «Habrá menos programación, sobre todo durante el primer semestre, y a la espera de cómo evolucionen los brotes», asegura Bustos.
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La idea con la que se trabaja en la actualidad es otorgar prioridad de acceso a los socios de las bibliotecas, los usuarios de los centros de acción social (en casi todos los barrios comparten instalaciones en el centro cívico), los programas municipales de atención ciudadana y las clases de educación de personas adultas (con más de 2.500 alumnos el curso pasado). A partir de ahí, se coordinará la celebración de otro tipo de actividades programadas por colectivos de la ciudad, «contando primero con las asociaciones vecinales, que son la representación ciudadana más cercana y activa», asegura el concejal.
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Entre las decisiones que ya se han adoptado está limitar el uso de las aulas, que solo podrán ser ocupadas, por grupos distintos, cada una de ellas, una vez por la mañana y otra por la tarde, con horarios escalonados para impedir el encuentro en las horas de entrada y salida de las clases. El objetivo es evitar que el mismo espacio sea ocupado por diferentes personas si antes no se ha llevado a cabo la desinfección de la clase, las mesas, sillas, los pupitres. De este modo, el Ayuntamiento tendrá que reforzar la limpieza de los centros cívicos. Hasta ahora, se llevaba a cabo por la noche, una vez terminadas las actividades del día. A partir de este momento, el proceso se hará a mediodía y al terminar la jornada.
Esta limitación en el número de sesiones que podrá albergar cada aula irá acompañada también del número máximo de personas que podrán ocuparlas. Esto dependerá mucho de la superficie de los espacios. Por ejemplo, las aulas de los centros cívicos Delicias o Huerta del Rey son mucho más amplias que las del centro Esgueva, la antigua prisión.
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Las propuestas vinculadas con la educación, el estudio, las charlas... no conllevarán las dificultades añadidas que sí que presentan aquellas en las que es necesaria la actividad física, como yoga, pilates, bailes o gimnasia de mantenimiento. «En estos casos, además de la distancia de seguridad, se exigirá que las actividades no incluyan ejercicios de contacto entre personas, por ejemplo, aquellos que se hacen en pareja», indica Bustos.
Uno de los puntos sobre los que todavía no se ha tomado una decisión definitiva es lo que ocurrirá respecto a las exposiciones que albergan los centros cívicos. Lo que parece claro es que no se podrán celebrar en los pasillos y vestíbulos (como ocurría hasta ahora en varias dependencias), precisamente para evitar esa aglomeración de personas en las zonas de paso. Sí que parece más viable la celebración de exposiciones en aquellas salas específicamente preparadas para ello, donde sería más sencillo el control de aforos. El problema es que las exposiciones pueden generar un incremento de asistencia a los centros cívicos, algo que con el coronavirus se intenta evitar.
El Ayuntamiento tiene previsto recuperar las actividades escénicas en los salones de actos, aunque con las limitaciones de capacidad que exige la Junta. Por eso, se señalizarán las butacas que podrán ocupar los espectadores, en filas alternas y con asientos cegados (con cinta aislante, pegatinas) para garantizar la distancia de seguridad. La intención es que se puedan retomar de forma paulatina ciclos como la muestra de teatro vecinal o de cultura tradicional, en la que participan grupos locales. «El problema con el que posiblemente nos encontremos es que varias de estas formaciones renuncien a presentar su obra o su actuación porque no se han podido reunir para ensayar durante todo este tiempo». Una propuesta que estudian es que los grupos puedan aprovechar los propios salones de actos para ensayar.
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Este es uno de los temores, que la crisis del coronavirus haya herido de gravedad el movimiento asociativo, con colectivos que han tenido que cesar sus encuentros periódicos por culpa de la pandemia. «Parece que vamos a tener grandes dificultades para realizar algunas actividades», reconoce Elvira Yáñez, presidenta de la federación vecinal Conde Ansúrez. No solo en los centros cívicos, sino en las propias sedes de las asociaciones, donde también se reclamarán estas medidas de distancia de seguridad y control de aforos.
La propuesta que el Ayuntamiento está lanzando a los colectivos vecinales es que, en la medida de lo posible, adelanten a septiembre y octubre la mayor parte de las actividades que tuvieran previsto organizar (teatro, conciertos...) para que se celebren al aire libre. Las propuestas culturales se presentan como una alternativa a las fiestas de los barrios, suspendidas este año. Así, por ejemplo, la asociación Los Comuneros ha programado magia y conciertos en los patios de los colegios Gómez Bosque y Gonzalo de Córdoba durante varias noches de julio en La Victoria. «El resultado ha sido muy bueno, tanto de asistencia de público como de respeto y colaboración», asegura Teresa Sánchez, portavoz de la agrupación, quien recuerda que estas actividades han contribuido a dinamizar la vida cultural y vecinal. «Era también un espacio de encuentro para mantener la vida del barrio y que la gente se saludara, aunque fuera en la distancia». También en el barrio Girón la asociación Valle de Olid ha convocado actos culturales en el patio de El Empecinado. De cara al curso que empieza, las asociaciones ya han avisado a los monitores de que reducirán aforo en los talleres programados (por ejemplo, de pintura, bolillos, taracea).
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