![Un censo entre 72 colonias cifra en 2.780 el número de gatos asilvestrados en Valladolid](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202002/09/media/cortadas/1422252944-kplF-U10098050950GVE-624x385@El%20Norte.jpg)
![Un censo entre 72 colonias cifra en 2.780 el número de gatos asilvestrados en Valladolid](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202002/09/media/cortadas/1422252944-kplF-U10098050950GVE-624x385@El%20Norte.jpg)
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Caminan Vicky Iglesias y Fernando Pardo cargados con bolsas de comida (pienso seco) por una calle de La Victoria cuando una cuadrilla de gatos sale a su paso para darles la bienvenida. Maggie y Azabache llegan desde un solar cercano. Khaleesi y su padre, Jon ... Nieve, abandonan su refugio detrás de unos setos. Princesa y Ocho bajan del pequeño muro al que se habían encaramado. Se acercan todos ellos y más, los trece gatos que forman la colonia Los Pelusas, en cuanto ven allí a lo lejos a Vicky y Fernando, quienes junto con Nati, Jasmina, Ruth y Charo gestionan una de las erca de cien colonias de gatos asilvestrados que están localizadas y atendidas en Valladolid capital. Habitualmente, en casas abandonadas, descampados, parques y jardines.
De ellas, 72 ya forman parte de un registro reconocido por el Ayuntamiento y elaborado por Gataforma, colectivo formado por la alianza de cuatro asociaciones que atienden colonias felinas (Sálvalos de la calle, La estación de los gatos, Ronroneos y La Victoria de los gatos) y que persigue «luchar por la dignidad y el bienestar» de unos animales que viven libres en la calle. ¿Cuántos?
El registro que han elaborado (y que reconocen como una aproximación al censo total) habla de 2.780 gatos, de los cuales 1.291 están pendientes de esterilizar, una práctica que consideran «fundamental» para, entre otras ventajas, evitar la superpoblación. La esperanza de vida media entre los gatos silvestres apenas supera los tres años, «ya que suelen morir de frío, atropellados...», por lo que, entienden, controlar la reproducción es vital para la gestión de la población a largo plazo.
«Lo habitual es que, cinco años después de su gestión, el número de animales haya bajado a la mitad». «Seguimos el método CER de captura (con jaula trampa), esterilización en el veterinario (en torno a cien euros las gatas, 50 los machos) y retorno a la colonia. Las hembras vuelven con un corte con cauterizador en forma de uve en la oreja izquierda; ellos, en la oreja derecha». «La esterilización tiene ventajas: se evitan los maullidos del celo, las peleas a altas horas de la noche, las fugas, los marcajes territoriales», indica Marta Vázquez, integrante de Gataforma.
«Esto, la desparasitación (cada tres o seis meses) y la alimentación son la base de una colonia sana», asegura Ana García, portavoz de la plataforma cívica. De ahí la organización de cursos (han participado más de doscientas personas) para ofrecer pautas acerca de una correcta alimentación (nunca sobras de comida, siempre pienso seco, agua limpia, comederos en condiciones, mejor si son tipo tolva y cerrados para que solo tenga acceso el alimentador).
La normativa dice que está prohibido (con multas de 150 a 600 euros) alimentar a los animales en la vía pública, salvo que se disponga de un carné específico que lo autoriza, emitido junto al servicio municipal de Salud Pública después de cumplir un curso de formación. Los carnés se comenzaron a repartir el pasado viernes 24 de enero.
Vicky y Fer ya lo tienen. Todos los días, al caer la noche («es cuando hay menos tráfico, menos personas»), atienden a los trece gatos de su colonia. «Ya nos conocen, se acercan en cuanto nos ven llegar», aseguran. Y eso que no es lo habitual. Hay gatos mucho más esquivos. Los de esta colonia son, explican, extremadamente cariñosos. Fernando se implicó hace dos años. «Siempre he tenido animales en casa. Vivo por aquí cerca y me daba pena ver todos estos gatos abandonados», asegura.
En ocasiones, añaden, maltratados. «Nosotros tenemos la zona limpia. Quitamos latas de cerveza, de coca cola, bolsas de plástico, cajas vacías de hamburguesas... Y eso no lo comen los gatos. Toda esa basura no está ahí por culpa de ellos», recuerdan Ana y Marta. «Los gatos han estado toda la vida en la calle. Ylos va a seguir habiendo. Por eso, lo mejor es que estén cuidados, alimentados de forma correcta, con atención veterinaria y, sobre todo, esterilizados para evitar la superpoblación. Por su bienestar, pero también por los beneficios que conllevan para las personas –por ejemplo para el control de plagas, como ratas– siempre es mejor que estén controlados», explica Ana García.
«Durante años, en Valladolid hubo una política de extinción y sacrificio. Se capturaban con jaulas y luego ya no sabíamos más de ellos. Eso ya no existe. En 2015 se firmó el compromiso de sacrificio cero y desde 2018 está en vigor la ordenanza de protección animal», añade Marta, quien resalta la necesidad de una formación específica. «La labor que durante años hicieron muchas personas para dar de comer fue importante. Pero no suficiente. La verdadera atención a los gatos requiere también de control sanitario», concluye.
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