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«Hay que reivindicar nuestro legado histórico como barrio», dice Javier Sánchez, presidente de la asociación vecinal Los Comuneros y guía en este paseo que invita a recorrer el pasado de La Victoria. Las fiestas del barrio (que terminan este lunes) han incluido este año una ruta guiada por algunos de sus espacios más emblemáticos, desde la dársena del Canal hasta la plaza de la Solidaridad, para repasar algunos episodios históricos de una zona que se estrenó en los archivos con el nombre de Fuera del Puente. A un lado del Pisuerga estaba el centro de Valladolid, núcleo de población que empezaba a despegar con el impulso del Conde Ansúrez.
Más allá del Puente Mayor se extendía un puñado de viviendas agrupadas en un cruce de caminos que conducían hacia Fuensaldaña y Cigales (desde donde llegaban vinos y productos agrarios), los páramos de Villanubla y unos terrenos que con el tiempo serían espacio de recreo para los reyes, con su palacio de verano. En este nudo de comunicaciones (con el fielato y el control del acceso a la ciudad por el puente) se instalaron artesanos que arreglaban carruajes, alfareros (hay muestras de su trabajo en el Museo de Valladolid) y posaderos, como explica Sánchez durante una parada de la ruta, en la plaza de San Bartolomé.
«Esto es, desde mediados de los años 80, un parque urbano», cuenta. Pero, hace siglos, la zona estuvo rodeada por varios edificios religiosos. Como el convento de San Bartolomé (que cede su nombre a la plaza, con religiosas de la Santísima Trinidad). Fue bendecido el 3 de mayo de 1634 y permaneció en pie hasta el 23 de abril de 1837.
También el hospital de San Lázaro, presumiblemente impulsado por Fernando el Católico y que se conservó hasta la primera mitad del siglo XVII, con una atención a los enfermos de lepra, «en el espacio que hoy ocupa la gasolinera».
Y el convento de Nuestra Señora de La Victoria, que da nombre al barrio, ubicado en la manzana de las actuales dependencias de la Policía Local. Los frailes de San Francisco de Paula y los cofrades de San Roque llegaron a un acuerdo el 3 de octubre de 1543 por el que se cedía a la cofradía unos terrenos y la antigua iglesia de San Roque para edificar allí el monasterio. Durante la Guerra de la Independencia, se convirtió en almacén para las caballerías de tropa y el convento finalmente se clausuró en 1821. Cinco años, la iglesia de La Victoria se reabrió al culto, en 1886 se convirtió en parroquia y en los años 60 de este siglo se trasladó la fachada, piedra por piedra, hasta su ubicación actual, en la calle Fuente El Sol, donde fue reinaugurada en 1967. «Aunque, por el camino, se perdieron dos filas de sillares», cuenta Sánchez.
Si los edificios religiosos fueron importantes en la vida del barrio, no se quedan lejos las instalaciones industriales. La Victoria fue barrio de harineras (La Perla y La Flor de Esgueva), de confiterías (Uña) y de empresas textiles (como Pisuerga, Castilla o Hemalosa). Esta última ocupó los terrenos de la actual plaza de la Solidaridad. Una gran estructura metálica (rehabilitada el año pasado) recuerda el peso de la industria textil en la zona.
«También la historia explica la distribución actual del barrio», cuenta Sánchez. El gran éxodo rural que se vivió en Valladolid a finales de los 50 y comienzos de los años 60 (impulsado por el despegue de Renault) provocó que la capital creciera a toda velocidad con viviendas pequeñas y amontonadas en barrios como Delicias o La Rondilla.
«En La Victoria estas operaciones urbanísticas no fueron posible. Aquí no había grandes extensiones de terreno disponibles, ya que la mayoría eran pequeñas huertas del cabildo catedralicio que se cedían a terceras personas. No se pudo hacer tanto negocio especulativo». Y por eso no hay aquí tantos bloques de ladrillo en calles estrechas habituales en otros barrios, aunque sí que hay ejemplos en el entorno de Neptuno y San Lázaro.
El paseo histórico por el barrio (que también recuerda al tren burra) continúa por la avenida de Gijón hasta la dársena del Canal de Castilla. A medio camino, en el cruce con la calle Europa, el guía recuerda que allí hubo un antiguo cementerio donde se enterraba a los enfermos del hospital de San Lázaro y donde también se sepultó a soldados franceses de la Guerra de la Independencia (ya que se hallaron entre los restos ropajes de sus uniformes). Ya junto al Canal, hay un momento para recordar la importancia que esta infraestructura tuvo para el barrio como vía de comunicación (llegó a la ciudad en 1835), con un recorrido por la dársena, la calle Canal y la estrecha pasarela junto a la calle Mercurio.
La jornada festiva dominical, además de este paseo histórico, incluyó la misa en honor a la patrona, un festival de jotas en la calle Dársena, una paella colectiva en la plaza de la Solidaridad y un concierto de Jaime Lafuente. Las fiestas concluyen este lunes con la pintada de un mural en la calle Fuente el Sol, 23.
Además, las actividades en el barrio continuarán el próximo fin de semana con el programa Abierto en Canal, que incluye un concierto de Laura Esteban y Samuel Salazar en el Espacio Plazoleta (calle Canal), el viernes 7 a las 20:00 horas. A las 22:00 horas, en la Carpintería (calle Canal 11) se proyectará 'Carraco', de Carlos Cazurro. El sábado 8, a las 20:00 horas, Jesús Puebla presentará su espectáculo de teatro mimo 'Silencio por favor' (en la zona de la petanca, calle Canal 16) y en la Carpintería, el dúo Francachela y Lucía Fernández presentarán el espectáculo sonoro 'El pasado ferroviario de La Victoria'.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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