Cecilia González junto a su hijo César y su nuera Marisa en la Residencia El Villar Alberto Mingueza

Valladolid

Cecilia, la quiosquera de La Circular, cumple 106 años

Lo celebró rodeada del cariño de sus familiares y de los trabajadores y residentes de la Residencia El Villar

Laura Negro

Valladolid

Domingo, 24 de noviembre 2024, 19:55

Cecilia González Santamaría es una mujer alegre, de sonrisa franca y lágrima fácil, que durante décadas se labró el cariño de todo el barrio de La Circular. Ella era la quiosquera de la plaza. Niños y adultos acudían a su mostrador para comprar sus chucherías ... o para leer la prensa. Por sus manos, según cuenta, han pasado muchos miles de ejemplares de El Norte de Castilla. Este sábado, esta veterana cumplió 106 años y lo hizo rodeada de su hijo, su nuera y sus compañeros y cuidadores en la residencia El Villar de Laguna de Duero. «Estoy muy contenta. Los 106 me parecen muy buena edad», comentaba tras la fiesta que le organizaron. «He comido tarta y he bebido sidra para celebrarlo», añade.

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Cecilia nació en 1918 en Palenzuela, provincia de Palencia, aunque siempre vivió en Herrera de Valdecañas, el pueblo donde creció junto a sus tres hermanos. Era la mayor de los cuatro, y aún conserva una hermana menor, de 98 años, que vive en una residencia en Ciudad Rodrigo. «Hace años que no se ven, pero siempre se emociona al recordarla», comenta su nuera, Marisa.

De joven, Cecilia, como tantas mujeres de su generación, dejó su pueblo para trabajar como empleada del hogar en Palencia. En 1945 se casó con Feliciano Calleja, un paisano de Herrera, y poco después se trasladaron a Valladolid, donde iniciaron una nueva etapa que marcaría la historia familiar: la apertura del kiosco en la Plaza Circular en el año 1957.

Cecilia rodeada de su familia y de sus cuidadores en la Residencia El Villar Alberto Mingueza

Durante décadas, Cecilia y su familia estuvieron al frente del kiosco y también de un puesto de helados en la misma plaza. Siempre que estaba ella atendiendo, era el lugar de encuentro para los vecinos. Allí se compartían noticias y sonrisas. «Siempre fue muy amable, y si algún niño no tenía dinero para un caramelo, ella se lo regalaba», recuerda Marisa.

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Esta centenaria tuvo tres hijos, Eduardo, el mayor, quien trabajó con ella en el quiosco, Pili y César. Los dos mayores fallecieron jóvenes. «Tiene un carácter increíble. Siempre tuvo una sonrisa para todo el mundo y estuvo dispuesta a disfrutar de la vida, a pesar de que tuvo palos muy gordos, ella los ha remontado todos», afirma con orgullo su hijo César mientras le acaricia la cara. «Siempre ha sido muy cariñosa y le encanta dar besos y recibirlos», añade Marisa.

Además de su dedicación al kiosco, Cecilia siempre tuvo una gran afición por el baile. Viuda desde 1985, pasaba sus tardes en la pérgola del Campo Grande bailando con sus amigas. Hoy, según sus cuidadores en la residencia El Villar, sigue conservando ese espíritu alegre y competitivo jugando a las cartas, especialmente a la brisca, una de sus actividades favoritas. Este sábado fue un día muy feliz para esta centenaria, que tiene muy claro cuál es el secreto para llegar tan bien a los 106 años: «Ser buena persona».

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