Secciones
Servicios
Destacamos
Los primeros días de la excavación arqueológica en busca de la primigenia sala capitular del desaparecido convento de San Francisco, una mole religiosa que ocupaba el espacio de «tres plazas mayores» hasta su demolición a mediados del siglo XIX, ofrecen «resultados esperanzadores», según coinciden ... en señalar el arquitecto municipal, Óscar Burón, y los dos arqueólogos, Olatz Villanueva (UVA) y Jesús Misiego (Strato), que lideran la búsqueda de este espacio de ochenta metros cuadrados que fue reconvertido en una capilla funeraria que albergó los restos de personajes ilustres como Cristóbal Colón (1451-1506), hasta su traslado unos años después, y que fue el destino definitivo del penúltimo rey irlandés, Hugh O'Donnell, el 'Rojo' (1572-1602). Las catas, que por ahora se extienden sobre una superficie de sesenta metros cuadrados, a la altura del número 10 de la calle (ante la oficina del Santander), han sacado a relucir los primeros restos óseos y, sobre todo, unos «prometedores» cimientos y muros de mampostería que los expertos intentan ahora contextualizar y situar sobre los planos que se conservan del convento. Eso además de una pilastra de piedra que «pudo ser utilizada como tal o como parte del muro».
«Lo único de lo que tenemos certeza sobre el paradero de los restos de Cristóbal Colón es que fueron enterrados en esta capilla del Convento de San Francisco (20 de mayo de 1506) y que sus herederos ordenaron su traslado, en principio, a Sevilla y luego hay quien los sitúa en Santo Domingo cuatro o cinco años después de fallecimiento», coinciden en señalar los responsables de la excavación arqueológica de la sala capital original del desaparecido convento, en el que un siglo después recibiría sepultura el rey irlandés Hugh O'Donnell (1602).
«Está claro que lo que ya se ve son muros de cimentación y sillares cargados para ser vistos que pudieron formar parte de esta capilla o de otro espacio del convento, aunque los datos apuntan a que esta sala capitular estaba situada en este punto, pero aún es pronto y ahora toca investigar, situar los cimientos y encajar las piezas del puzle», señala la arqueóloga del Instituto de Historia Simancas de la Universidad de Valladolid (UVA), Olatz Villanueva.
Lo que sí tienen claro los investigadores es que los restos óseos hallados hasta ahora son solo «fragmentos fuera de contexto que han sido removidos a lo largo de la historia durante los distintos movimientos de tierra posterior a la demolición del convento –por allí pasan viejas y nuevas canalizaciones de agua, eléctrica y de telefonía–», concretan.
La capilla en cuestión, en la que se tiene la «certeza» de que fueron enterrados los restos del rey irlandés que forzó la guerra de los nueve días contra Inglaterra (1595-1603) gracias «a un manuscrito gaélico del siglo XVII que así lo certifica», destaca Óscar Burón, fue la primera sala capitular del convento del siglo XIII, si bien después se habría quedado pequeña fruto de las sucesivas ampliaciones del cenobio y pasó a ser utilizada como capilla funeraria con distintas denominaciones y bajo la protección de distintos nobles de la época. «Su denominación más conocida quizás sea la de capilla de Las Maravillas, por el altar en honor a la Virgen de Las Maravillas que fue levantado en torno a 1660», relatan los especialistas.
Y allí recibieron sepultura distintos personajes ilustres de la Corte, sobre todo con Felipe II y Felipe III, rey este último al que vino a visitar (tras la derrota contra Inglaterra) el irlandés Hugh O'Donnell para reclamar más fondos y tropas –con anterioridad ya había sido apoyado por la corona española– en su lucha contra los ingleses. Y aquí, en Valladolid, encontró la muerte el 10 de septiembre de 1602 fruto, al parecer, de una infección. «Fue enterrado con honores en esta capilla y no hay constancia de que sus restos fueran trasladados posteriormente», afirma el arquitecto.
El posible hallazgo de la capilla y de los restos del monarca irlandés son solo una parte de los tesoros históricos que oculta este punto del subsuelo de Valladolid, que cuando fue enterrado Hugh O'Donnell era precisamente la capital del imperio español (1601-1606), con Felipe III, y «aquí recibió también sepultura la flor y nata de la Corte de aquella época».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.