![Dambule Makomechi, recontagiado de covid.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202201/05/media/dambule.jpg)
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Una comida con amigos en noviembre de 2020 se tornó en positivo para Dambule Makomechi de 37 años y de Peñafiel. Uno de los asistentes confirmó que tenía coronavirus tras reunirse y él se sometió a una prueba diagnóstica, que arrojó el resultado menos deseado. « ... Cuando me dijeron que era positivo me preocupé, pero la verdad es que luego, durante la enfermedad, apenas me enteré de que tenía el virus, porque no me dolía nada. Sé que tuve coronavirus porque la prueba dio positivo, si no todavía estaría pensando que no tuve nada», cuenta. Pasó dos semanas en casa y cuando pudo salir volvió a su vida normal, aunque reconoce que comenzó a tener más cuidado en las situaciones que él sentía que podría volver a contagiarse y, como consecuencia, permanecer otros tantos días encerrado en su domicilio si daba positivo.
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Los meses pasaron y Dambule pensaba que el coronavirus ya se había olvidado de él, pero no fue así. Durante el verano de 2021, precisamente en julio, comenzó a encontrarse mal. «Notaba que tenía catarro, pero muy leve». El turno de la primera dosis le había llegado y llamó a su médica de cabecera para preguntar si podía recibir el pinchazo si tenía catarro. La respuesta de la facultativa le hizo ponerse en lo peor. «Me dijo que no fuese a ponerme la vacuna y que fuese al centro de salud para que me hicieran una prueba de coronavirus», recuerda. Allí, el resultado del test de antígenos fue positivo y lo confirmaron con una PCR. «Por una parte lo intuía pero por otra no me lo podía creer. Otra vez con coronavirus y a encerrarme en casa en pleno verano», lamenta. Tras dar positivo, comenzó a encontrarse peor y habiendo pasado dos días confinado comenzó a sentir los primeros síntomas. «Tenía mucha fiebre, subiendo hasta los 42º, muchísimo dolor de cuerpo y además me encontraba fatal», recuerda. El dolor de cabeza que le acompañó durante varias jornadas era «insoportable» y con el paso de los días fue mejorando. Pasada una semana, Dambule sintió que el virus se había ido de su cuerpo, pero el cansancio permanecía. «Me costaba moverme, hacer cualquier cosa, hasta hablar, pero pasaron dos semanas y ya me sentía normal. Pude volver a trabajar, aunque los primeros días me ahogaba y me costaba todo», cuenta.
Ahora, su trabajo entre cámaras frigoríficas le hace tener catarro «cada dos por tres» y cada vez que lo tiene le vuelven los síntomas del covid. «Me duele mucho el cuello, los músculos y los huesos, por eso siempre que tengo catarro pienso que tengo covid, pero me hago las pruebas y doy negativo, lo que me tranquiliza», explica. Tras dos infecciones, confía en que el bajón y cansancio continuo que padece como posible secuela se esfumen «cuanto antes porque cuesta vivir así».
Tras un año de pandemia y sin infectarse la vida de Lidia cambió cuando dio positivo en febrero de 2020. «No sé cómo lo cogí pero creo que en alguna de las visitas que hice al Hospital Clínico para llevar a mi abuelo, que estaba siguiendo un tratamiento allí», explica. Sin estar convencida de cuál fue el foco de su contagio, tuvo que pasar diez días encerrada en su domicilio y Tigre, su perro, tenía que salir a pasear todos los días varias veces, tarea que desempeñó su padre. «Fue duro estar tantos días en casa y además tuve muchos síntomas durante dos o tres días», recuerda. El dolor de cabeza vino acompañado de pérdida de gusto y olfato durante varios días. También tuvo malestar general y mucho dolor corporal, fatiga y bastante tos, así como mocos y congestión. «Menos mal que recuperé el olfato y el gusto rápidamente porque fue una de las cosas que peor llevé; la comida no me sabía a nada y apenas tenía ganas de ingerir alimentos».
Cuando los casos comenzaron a aumentar las semanas previas a estas navidades, Lidia tuvo una cena con varios amigos y dos días después uno de ellos dio positivo. «Nos contagiamos todo el grupo de amigos que estuvimos juntos, fuimos cayendo uno a uno», cuenta. En cambio, esta segunda vez tuvo más sensación de catarro pero el dolor de cabeza le duró solo una tarde y no tuvo más síntomas.
La primera vez que este vallisoletano tuvo coronavirus los síntomas no se manifestaron en su organismo. «Estuve como si nada, no tenía ni fiebre, ni molestias, ni dolor, pero lo que más me dolió es que también lo cogió mi padre», recuerda. Durante los días de cuarentena en su domicilio, tuvo mucho cuidado porque no quería contagiar a su pareja.
Con la vacuna llegó la esperanza y a Rubén le tocó ponerse solo una dosis por haber tenido ya el virus, pero apenas 12 días después comenzó a tener dolor de cabeza. «No sabía lo que me pasaba, pero me encontraba mal y sospechaba que podía ser covid. Era lo último que necesitaba porque mi pareja estaba embarazada y estábamos teniendo el máximo cuidado, pero al hacerme la prueba me dijeron que era positivo», cuenta. En este segundo contagio, el único síntoma que tuvo fue el intenso dolor de cabeza, pero lo que más le preocupaba era el estado de salud de su pareja y su hijo. Al final, la mala suerte hizo que ella acabase contagiada y tuvo que acudir a urgencias varias veces porque la afectó al pecho y tenía sensación de fatiga.
Una vez superada la enfermedad, su hijo nació sano y Cristina no presenta secuelas, pero él reconoce que le cuesta algo más que antes respirar. «Vivo en un segundo sin ascensor y cuando llego arriba me ahogo, pero tras superarlo por segunda vez me han hecho varias pruebas, análisis y radiografías y me han dicho que estoy bien, aunque tengo fatiga constante y me ahogo», cuenta. Los médicos le dicen que «se pasará todo esto», pero en su pensamiento ronda el deber de no volver a contagiarse para no poner en riesgo a su familia.
Tras dos positivos con sus respectivas cuarentenas en 2021, este joven vallisoletano pensaba que la covid le dejaría tranquilo durante una larga temporada, pero hace apenas tres semanas el coronavirus volvió a su vida. «No pensaba que me contagiaría una tercera vez, pero parece que me ha cogido cariño». El primer contagio fue el más fuerte porque perdió el gusto y el olfato y tuvo fiebre y tos, pero los dos siguientes el virus apenas se manifestó como un catarro leve. «Los síntomas más fuertes me duraron una tarde y a la mañana siguiente ya estaba bien, fue como si no me hubiese pasado nada», explica. Su entorno más cercano también padeció la enfermedad pero ninguno de los casos fue grave. «Nos lo hemos ido pegando unos a otros pero no ha ido a más».
Ahora, cuando menos esperaba contagiarse, una prueba de antígenos previa a las fiestas navideñas resultó positiva y gafó los planes de Luis Enrique para estos días. «Vivo en Madrid y unos cuantos amigos y yo hicimos nuestra burbuja; estuvimos metidos en casa durante varios días para asegurarnos que no lo cogíamos antes de venir a Valladolid por navidades y de repente yo di positivo», recuerda. Esta tercera vez no ha tenido síntomas y reconoce que no sabe dónde se ha podido contagiar porque fue el único que dio positivo de su grupo de amigos.
Con la covid pisándole los talones, asegura no temer a la enfermedad, aunque el respeto está presente sobre todo hacia las personas mayores y aquellos con alguna patología previa. «He tenido covid cada seis meses, he cogido todas las variantes, la médica se reía cuando me dijo que había vuelto a dar positivo. No tengo miedo al virus pero sí respeto porque nunca sabes cómo te puede afectar, pero no se puede vivir con miedo y encerrado en casa. La vida tiene que seguir, con cuidado, pero sin parar. La salud mental también es importante», precisa este joven.
Tras una jornada en Vigo por motivos laborales, este vallisoletano regresó a Madrid, donde trabaja, el 25 de enero de 2021 y comenzó a encontrarse mal. «Tenía escalofríos, básicamente, me fui a casa y ya tenía fiebre», relata. La primera noche recuerda que tuvo fiebre muy alta, en torno a 39º, y en la mañana del martes acudió a urgencias. Allí, tras la realización de una prueba diagnóstica, dio positivo en coronavirus. «Vivo solo y el aislamiento no fue un problema», reconoce. Los rastreadores se pusieron en contacto con él rápidamente, incluso el doctor. «Me llamaron varias veces durante los diez días que estuve en casa. La fiebre me duró poco más de 24 horas y durante el quinto y sexto día de infección perdí el gusto y el olfato, pero los recuperé». Tras ese primer contagio no tuvo secuelas pero la covid volvió a infectarle. Otra vez fuera de Valladolid y de nuevo trabajando, el domingo 12 de diciembre de 2021 estaba en Sevilla y a su regreso comenzó a tener dolor de garganta y mucha tos. «Me pasó lo mismo que la otra vez; por la tarde empezó la fiebre y por la noche llegué a los 38,2º, el martes fui a urgencias y di positivo». Durante la cuarentena tuvo mocos y tos, que todavía arrastra, pero leve. «Al menos me quedo con que de toda la gente con la que estuve las 48 horas previas a ambos positivos no contagié a nadie», concluye.
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