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A la pequeña Cataleya la vida se le torció a la temprana edad de seis meses. Un bulto en el párpado, tan insignificante como grave, le llevó a un angustioso periplo por consultas y centros de salud. ¿Conjuntivitis? ¿Infección? Fueron varias las pruebas y análisis. ... Muchos incluso negativos. Hasta que los peores presagios llegaron con el diagnóstico: leucemia. Cáncer en la sangre. El ingreso fue inmediato en el hospital La Paz, donde seis meses después se sometió a un urgente trasplante de médula casi a la desesperada. No había un donante compatible al 100% porque el que había se cayó de la lista de forma inesperada. Así que el plan B era Adrián, su padre. Un 50% de probabilidad para que la vida de Cataleya se jugara a cara o cruz. O todo o nada... Un año después, Cataleya se bebe la vida entre cuadernos de princesas a las que viste con pegatinas y nenucos a los que acuna sobre butacas que llevan cosido su nombre y su significado: de Reina de las Orquídeas. «Va todo bien, de momento sin complicaciones. Estamos contentos, llenos de alegría», resumen Carlota y Adrián, sus padres, con una sonrisa cómplice.
Hace un año que este joven matrimonio vallisoletano cuenta los minutos de recuperación de su pequeña como un logro en la lucha contra la leucemia. Son conscientes de que «cuanto más tiempo pasa, más difícil es que la enfermedad vuelva». Pero eso, dicen, no lo quieren ni pensar. Cataleya responde al tratamiento según lo esperado. «Y se puede con ello, se puede», se repiten en una inyección de optimismo.
No estaba previsto que Adrián fuera el donante. Había uno compatible al cien por cien que al cuarto día desapareció y dejó de estar disponible hasta diciembre. Pero Cataleya no podía esperar tanto. Era septiembre de 2018, a punto de que este bebé soplara su primera vela, y sus padres lanzaban un SOS a la sociedad vallisoletana para remover generosidad y solidaridad. La desbordaron. En solo un día consiguieron que más de 380 ciudadanos se alistaran como donantes. Fue, según se congratulan, el primer logro que se apuntó Cataleya. «Nos desbordó la solidaridad, nos llamaban, se ofrecían a donar, desde ciudadanos que no conocíamos a deportistas o gente famosa. Fue algo que no olvidaremos nunca», rememoran.
Pero de nada servía. Al menos no era útil para Cataleya, que precisaba una médula de forma urgente. No podía esperar tres meses. Ni siquiera semanas. Así que La Paz echó mano de su plan B; se haría un trasplante haploidéntico, con una técnica innovadora que tenía el 50% de probabilidades de que saliera bien. «No había otra opción. Sabíamos que solo había una compatibilidad del 50% pero no nos quedaba otra». Y ahí entró en juego la investigación, la ciencia y la medicina.
Hacía cinco años que el equipo del doctor Antonio Pérez había tratado un caso idéntico al de Cataleya en el hospital La Paz. Era la misma leucemia y también en una niña. Todo salió bien. Pero el equipo médico quiso mejorar la técnica. Investigar. Y lo consiguió con el apoyo de la Fundación Cris contra el Cáncer. «Mejoró la técnica de este tipo de trasplante haploidéntico y se lo aplicó a Cataleya».
La pequeña vallisoletana, que cumplió dos años en septiembre, visita ahora las consultas médicas una vez al mes. «Y nos han dicho que después iremos cada dos meses al oncólogo, pero así tendrá que estar hasta que tenga diez años». Le enseñan a comer con un logopeda –ha tenido sondas desde los seis meses– y cuenta con un nutricionista para tener una alimentación correcta. Ahora sale a la calle sin mascarilla y disfruta del parque. Pero no accede a bares ni sitios cerrados. Ni siquiera puede acudir a la escuela de Educación Infantil para evitar el contagio de un simple catarro. «Para ella cualquier cosa que nos parezca pequeña puede ser grave y sabemos que en un tiempo tiene que ser así».
Porque lo importante, dicen, es que Cataleya va dando pasos en la vida gracias «a los médicos», pero sobre todo, «a la investigación, que es vida». Tanta, que desde el diagnóstico de la leucemia este matrimonio se volcó en recaudar fondos para la investigación del cáncer, especialmente infantil, con la venta de unas pulseras con el lema de 'Supercataleya', cuyos fondos van a parar a Cris contra el Cáncer. «Es la cura, la única que hay, investigar e investigar», se muestran convencidos. «Es vida», añaden, mientras dirigen una mirada cómplice a Cataleya. Reina de las Orquídeas. Princesa de la solidaridad vallisoletana.
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