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La cata de vinos vallisoletanos que inspira una colección de premioDesde que era una niña, Celia Mulero ha llevado la moda en la sangre. La pasión viene de atrás, de su abuela. Primero la heredó su tía y ahora ella es el futuro. «Recuerdo cuando revoloteaba por su taller o me entretenía haciendo ropa a ... las muñecas», recuerda. Vallisoletana, se ha convertido en la tercera mejor diseñadora joven del país. El reconocimiento lo obtuvo hace unos días en Madrid, durante los Premios Nacionales a la Moda para Jóvenes Diseñadores. Allí llegó con seis diseños de creación propia. Unas prendas que confeccionó en ese mismo taller donde correteaba cuando era pequeña. «Diseñé más de quince y llevé a la realidad seis».
El origen de su colección, que nombró 315, está en su trabajo final de grado, el que presentó en 2021 y donde la inspiración nace en el vino. «Tenía que ser algo relacionado con la moda, pero no quería que fuera una simple colección, entonces decidí hacer una cata sinestésica para entrelazar sentidos. Lo típico de cómo huele un color o cómo sabe una textura», explica. Esta degustación, que realizó con amigos y con vinos de Bodegas Servilio de Pesquera de Duero, le sirvió para orientar toda la colección. «Por ejemplo, en la fase gustativa tenían que tener el vino en la boca mientras tocaban diferentes telas. Se mezclaba la textura de la boca, del gusto, con la táctil. O por ejemplo, tomaban un tinto y les recordaba a un color rojo, pero también a uno azul».
Con esta idea y las conclusiones que obtuvo comenzó a diseñar. Primero para la defensa de su trabajo final de grado -la joven estudió Diseño de Moda en la ESI-. «También tenía que contar una historia y elegí Romeo y Julieta, donde él era el verdejo, ella el rosado y el tinto la historia de amor entre ellos, que es muy densa y muy oscura». Con esta premisa confeccionó cuatro vestidos. Uno de ellos, el de Julieta, también participó en el último desfile. «Es un vestido de novia, con un velo con flores que ayuda a romantizarlo. Luego lo teñí entero de vino tinto para que adquiriera ese tono rosado». ¿Y cómo se hace esa técnica? «Se llama shibori. Consiste en hacer nudos de cuerdas, poner formas hasta que adquiere estos patrones. Para ello utilizo los sedimentos que resultan después de la fermentaión del vino, que se llaman lías. Añadí también un poco de vino. Es echarlo en una cazuela, hervirlo con sal y se tiñe», responde.
Esos diseños fueron el origen de la colección que presentó en noviembre, cuando también incluyó algunos cambios. «Les di una vuelta, porque cuando hice el trabajo era menos profesional a la hora de diseñar. Ahora llevo cuatro años aprendiendo con mi abuela y los hice más maduros. Pero la idea, que es el vino y la cata, se mantiene». De los que confeccionó, la diseñadora destaca otra de sus obras. «Para mí el que más impresiona es el que está inspirado en el vino tinto. Que además representa la vendimia en una torera. Una prenda muy española. También utilicé el corsé, confeccionado con ratán, que se usa en las sillas de las abuelas en el pueblo. Por último, hice una falta con tejido de tafetán, para dar volumen y que es de color tinto. La figura es más detallada y con la falda intento recordar a una copa de vino», explica.
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Antes de llegar al concurso nacional, la diseñadora también probó suerte en la versión autonómica del mismo, que se celebra en Burgos. «Fui en 2021, poco después de presentar el trabajo, lo vi y dije, vamos a probar. Para Madrid fue diferente, me enviaron un mensaje para echar la solicitud y pensé que no perdía nada por intentarlo. Entonces me dijeron que había sido elegida para representar a Castilla y León. Rematé algunas cosas en los diseños, los complementos, y allí fuimos», relata.
Después de conseguir esta tercera posición -«que es casi tan importante como el primero»-, la vallisoletana ya piensa en el futuro. «Es un impulso para crear mi propia marca y hacer más colecciones. Me gustaría explotar el aspecto del vino, pero también querría cambiar y buscar más inspiraciones como diseñadora. Siempre con ese toque castellano». Celia Mulero no se queda ahí y también pone la mirada en otras pasarelas. «La Madrid Fashion Week, el concurso de Jóvenes Diseñadores o un stand en Ifema», apunta la diseñadora, que ha conseguido confeccionar una cata con sello vallisoletano. Por el momento, seguirá diseñando y aprendiendo con su abuela y su tía, quienes la inculcaron la pasión por la moda.
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