Reunión en 1952 en Santiago de Chile entre los descendientes de emigrantes castrodezanos El Norte

Castrodezanos del otro lado del mundo

En las primeras décadas del siglo XX muchos castrodezanos emigraron a Chile donde fundaron negocios y familias. Hoy, muchos descendientes de aquellos emigrantes siguen inscritos en el pueblo

Laura Negro

Valladolid

Lunes, 25 de marzo 2024, 20:30

Entre Castrodeza y Chile existe un vínculo con más de un siglo de historia y que trasciende las fronteras geográficas. En las primeras décadas del siglo XX, un buen número de castrodezanos emigró hacia tierras chilenas en busca de oportunidades y de una vida mejor. ... Algunos partieron con la esperanza de reunirse con familiares que ya habían probado suerte antes que ellos, mientras que otros se aventuraron hacia lo desconocido en busca de un futuro prometedor. Una vez en Chile, los castrodezanos hicieron de aquel país su nuevo hogar. Se establecieron principalmente en Santiago, donde muchos de ellos pusieron en marcha sus propios negocios, principalmente panaderías, ferreterías o zapaterías.

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Allí formaron una pequeña comunidad de castrodezanos emigrantes que tenían por costumbre reunirse cada 8 de mayo, coincidiendo con la fiesta de San Miguel, patrón de Castrodeza, para recordar sus raíces y su pueblo natal. Esos fuertes lazos se han seguido manteniendo a lo largo de los años y de las generaciones. De hecho, muchos los descendientes de aquellos emigrantes tienen hoy la doble nacionalidad y están inscritos en este municipio. Gloria Martínez es una de ellos.

El abuelo de Gloria, Ciriaco Martínez emigró a Buenos Aires y de allí a Chile en 1918, donde fundó una panadería, La Perla. En Castrodeza dejó a su esposa Isabel Valles, dos hijos y otro más que venía en camino. En 1927, cuando el pequeño tenía 8 años, todos emprendieron rumbo a las Américas para reencontrarse con Ciriaco. Félix, el benjamín, hizo allí su vida, formó su familia y nunca más volvió. «Se murió con esa pena. Siempre quiso regresar. Por eso, todos sus descendientes tenemos tanto cariño a Castrodeza. Él nos lo inculcó. Yo nunca he ido, pero estoy allí empadronada. Todos mis hijos han visitado el pueblo y me han hecho videollamadas desde allí. Me emociona mucho hablar de mis raíces», cuenta Gloria desde el otro lado de la línea telefónica. «Ese cariño se lo he transmitido a mis hijos y mis nietos. La más pequeña de todos, también está inscrita en Castrodeza», añade.

Sus hijos Pablo y Jorge Rodillo también se sienten castrodezanos. «Yo estuve en el pueblo hace trece años. Quería conocer el lugar donde nació mi abuelo. Tengo la nacionalidad española y por tanto, mis hijos también son españoles y mis nietos lo serán el día de mañana y todo gracias a Castrodeza», dice Pablo. «Yo estuve el año pasado y volveré este año. Me encanta ir y visitar la casa familiar. Los alrededores son preciosos», añade Jorge.

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Isabel Valles y su hijo Félix Martínez (a la izquierda) y sus dos hijos mayores, al bajar del barco que los trasladó a Chile en 1927 Album familiar de Gloria Martínez

Otra gran familia de castrodezanos asentados en Chile es la de Sixto Fraile. Él no conoce Castrodeza, pero tiene la doble nacionalidad y está empadronado en el pueblo, lo mismo que sus hermanos, sus primos y uno de sus hijos (otros dos están en proceso de inscribirse). Su vinculación con este pueblo viene por parte de sus abuelos, Sixto Fraile Fraile y Jacinta González Gallego que emigraron en 1909 a aquel país en busca de un mejor porvenir. Un hermano de él había viajado antes que ellos. Animados por su buena fortuna, decidieron seguir su camino. Emprendieron el viaje con su bebé, Lucio, un sobrino de 15 años y a un amigo de éste. El Lima, el barco que los transportaba y en el que viajaban otros muchos castrodezanos, naufragó el 5 de febrero de 1910. «Mis abuelos tuvieron la fortuna de sobrevivir. El pequeño Lucio falleció a las pocas semanas como consecuencia del naufragio. Mis abuelos montaron un negocio de panaderías, tuvieron seis hijos, algunos nacidos en Castrodeza, como mi padre, ya que durante algunos años regresaron de visita», cuenta Sixto. «Siento que es mi pueblo. Tengo ganas de ver el ayuntamiento, ya que mi abuelo tuvo un cargo allí y sobre todo, la casa familiar», añade.

Sixto Fraile Fraile y Jacinta González Gallego en el centro, con sus seis hijos Album de la familia Fraile

Según el alcalde de Castrodeza, José Antonio González Gerbolés, todos los años el pueblo recibe la visita de algunos de estos castrodezanos «del otro lado del mundo». Llegan al pueblo con la intención de conocer más sobre los orígenes de sus antepasados. «El dato exacto de la gente que emigró antaño no lo sabemos. Algunos nos piden información y documentación, pero lamentablemente no se la podemos facilitar, ya que en 1948 el archivo municipal se incendió y todos los documentos se perdieron. No obstante, nos encanta recibir estas visitas tan entrañables de gente que son parte de nuestra historia», indica el regidor.

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