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Los pasos de la convención itinerante del PP comenzaron con el respaldo de Mariano Rajoy a Pablo Casado como futuro gestor del país y siguieron con el bautismo europeísta que le brindó en Valladolid el ex presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. «Pablo, por favor, ... gana las próximas elecciones. Por el bien del PP. Por el bien de Europa. Puedes hacerlo», se despidió Tusk en inglés después de un discurso íntegro en castellano. Lo definió como uno de los próximos líderes del centro derecha europeo, lo equiparó a otras grandes esperanzas de la democracia cristiana, como Kyriakos Mitsotakis o Sebastian Kurz. «Necesitamos líderes como tú», enfatizó.
Y a continuación le marcó los márgenes en los que deberá asumir ese liderazgo. Que cuadran al milímetro con la senda que eligió Casado el día que se desligó de la sombra de Vox en el Congreso, cuando decidió rechazar la moción de censura de los de Santiago Abascal. «No es casualidad que os llaméis Partido Popular, todos entendemos bien por qué teniendo la palabra Popular en la denominación no queremos ser populistas», le dijo Tusk a Casado. Y le invitó reiteradamente a plantear batalla a los extremos del arco político, a los que a su juicio unen muchas cosas en su modo de actuar. «Actúan de forma similar, el espíritu de la época les favorece. Para un ciudadano de a pie resulta cada vez más difícil distinguir la verdad de la mentira. Cuando las noticias falsas y manipulación a gran escala, ayudados por la tecnología, sustituyen a la información, las personas decentes se sienten confundidas y la opinión pública se convierte en el capricho de la muchedumbre», arengó Tusk.
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Miguel Ángel Alfonso
Miguel Ángel Alfonso
Pablo Casado respondió con un «conforme» explícito a la propuesta del político polaco, que ha regresado a su país para defender la posición más europeísta. «La Unión Europea es la respuesta a tres enemigos de la libertad, nacionalismo, populismo y fascismo, que tienen demasiado peso en la política española en estos momentos», señaló Casado. «No se puede acudir a Europa y al mismo tiempo apoyarte aquí en partidos comunistas que piden la disgregación y fractura del territorio europeo», aprovechó para atacar al Gobierno de Pedro Sánchez.
El argumentario que debe desembocar, para los populares, en el ansiado triunfo electoral, se teje durante estos días de reuniones y discursos. Temprano, quizá, aunque las fechas las ha marcado el propio calendario del partido, que exigía esta convención cuando aún queda más de año y medio para unos comicios nacionales. Se cuenta, para amortiguar la espera, con que habrá elecciones anticipadas en Castilla y León y Andalucía. Y se empiezan a ver las líneas maestras. Para empezar, lo positivo de los propios. El PP busca aparecer como gestor eficiente. «Gracias a la política desarrollada por el PP en Castilla y León, y por Alfonso Fernández Mañueco en estos últimos tiempos, seguimos siendo una región muy importante», brindó el piropo Pablo Casado. A él se lo ofreció Donald Tusk: «La política es como el trabajo de Sísifo, no salvaremos el mundo, pero será mejor y más seguro mientras haya personas como vosotros que sigan adelante».
El segundo eje es el emocional. El PP como garante de la equidad perdida ante el auge del independentismo catalán y los ofensivos homenajes a los etarras en el País Vasco. «24 compañeros del PP fueron asesinados por ETA, 850 españoles en total», recordaba el presidente del PP después de que la primera mesa de la mañana se centrara en la necesidad de que las víctimas del terrorismo puedan ver cómo se resuelven los «366 crímenes pendientes» y se hace justicia. «Pedro Sánchez debe cumplir su palabra para traer a España a Puigdemont y que sea juzgado por el Tribunal Supremo», dijo también Casado entre aplausos. «Sánchez no debe ponerse de perfil para mantenerse en el poder. Esté en Cerdeña, Alemania o Bélgica. Estos fugados que han dado un golpe a la legalidad también han cometido malversación, es decir, corrupción. Y la euroorden debe cumplirse», señaló.
La tercera pata supone aunar al PSOE de Pedro Sánchez con el extremismo y, en este caso, hacer que Podemos y Vox se identifiquen como polos opuestos de un mismo signo radical. «Las elecciones de todos los estados miembros demuestran cuál inestable es el panorama político europeo, lo imprevisibles que son los escenarios para los partidos», le advirtió Tusk. «Se avecinan tiempos en los que tendremos ante nosotros una prueba importante para la democracia cristiana y el centro derecha» y sus valores, espetó el polaco. Y Pablo Casado defendió la Transición, el centro derecha, Europa, la política liberal. «Hay una nueva generación de políticos en Europa», dijo. Y recordó Grecia, Irlanda, el nuevo alcalde de Lisboa. Dispuesto a formar parte, como actor principal, de ese elenco.
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