Valladolid

La casa de los horrores del depredador sexual: sedantes, ropa interior de niñas y cámaras

Y todo ello con epicentro en su propia casa, donde tenía equipos de grabación profesionales para 'robar' imágenes, incluso, de los hijos menores de sus vecinos y en el que tenía habilitado una suerte de estudio de los horrores, en cuyas paredes colgaban a modo de trofeo dos fotografías de carácter sexual de niñas pequeñas y en el que los agentes descubrieron un sinfín de carpetas en su ordenador que contenían la friolera de 120.000 archivos multimedia de contenido pedófilo grabados, al parecer, por él mismo de ocho víctimas –niñas, sobre todo; pero también niños, todos ellos de cortad edad–.

El análisis de dichos vídeos, que el sospechoso había compartido presuntamente con usuarios de todo el mundo y que guardaba archivados con nombres de pila presumiblemente de las víctimas, permitió comprobar que dos de las víctimas, niñas de corta edad, habían sido violadas, según todos los indicios, por el propio pederasta.

Pero el registro de la vivienda permitió descubrir aún más sobre la forma de actuar del depredador, cuya identidad e historial guarda con celo la Policía Nacional para evitar «estigmatizar a las víctimas», ya que los agentes encontraron una maleta en la que guardaba, quizás a modo de siniestro trofeo, ropa interior de niñas y sedantes. Así que todo apunta a que pudo llegar a sedar a sus víctimas para cometer los delitos sexuales por los que tanto él como una compinche, una vecina de Ávila que fue identificada en algunos de los vídeos, fueron detenidos a finales de 2023 y por los que los dos permanecen desde entonces en prisión a la espera de juicio por una ristra de delitos de agresiones sexuales y pornografía infantil cometidos, según recogen las imágenes intervenidas, entre los años 1999 y 2023... hasta su arresto a raíz del rastro seguido por parte de los investigadores del origen de vídeos pedófilos distribuidos por todo el mundo y que les llevaron a su domicilio en Valladolid, donde residía solo el sospechoso.

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De allí, de su ordenador, habría salido todo el material, compartido con cientos de pedófilos, grabado durante esos catorce años y en los que recogía escenas de índole sexual protagonizas por menores de corta edad grabadas, muchas de ellas, sin que las propias víctimas y sus familias –sus propios vecinos– fueran conscientes de ello. Así habría recogido escenas cotidianas robadas de los menores de edad tanto en la calle como dentro de sus propias casas –tomadas por las ventanas– en las que se les veía, incluso, bañándose desnudos y paseando en ropa interior en torno a sus domicilios. Para tomar las imágenes contaba con «varias cámaras de fotografía y vídeo y trípodes profesionales».

El análisis de los más de cien mil vídeos grabados, y difundidos, durante esos interminables 14 años permitió a los agentes identificar a ocho de las víctimas, de las que dos habrían sufrido agresiones sexuales, y comprobar que a una de las menores la había sacado 20.000 fotos de índole sexual durante diez años y que otra –afincada ahora en Sudamérica– había sido grabada durante tres, según informó ayer el Cuerpo Nacional de Policía.