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Desde la calle la vista invita a acercarse y una vez allí, a quedarse. No es Estados Unidos, aunque nada tiene que envidiar a sus famosas casas decoradas en Navidad. La de Carlos Golán, que en estos momentos es el vecino más famoso de Aldeamayor Golf, parece sacada de una película americana navideña. Sobre todo a partir de las seis y media de la tarde cuando más de 20.000 bombillas LED iluminan la fachada de su vivienda. Bueno, la fachada, el jardín, los árboles, las ventanas... todo un espectáculo luminoso que ya se ha convertido en la atracción de esta urbanización vallisoletana y que tiene nombre propio: 'La casa de las luces'. Así la han bautizado los cientos de vecinos que a diario acuden a visitar esta 'obra de arte'.
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«Al principio decorábamos más el interior de la casa, pero poco a poco fuimos sacando nuestra ilusión por la Navidad al exterior y desde hace diez o doce años que la decoramos así», cuenta este vecino que cada año, reconoce, intenta superarse. Su reto es hacer algo diferente. Y así está Carlos, desde hace más de diez años, inventándose adornos, formas y colores para dar luz a su Navidad y la de sus vecinos. Este año, por ejemplo, cuenta con seis hinchables nuevos -algunos con movimiento-; una zona 'chill out' de ambiente relajado; luces de color púrpura y la maqueta de un belén un tanto peculiar. En él se combina el belén tradicional con uno americano en el que no falta detalle: Pueblecitos, figuras en movimiento, patinadores, esquiadores, trenes, norias...
Montar todo esto no es tarea fácil, y menos si lo hace uno solo. Aunque aprovecha los fines de semana y los días libres, reconoce que le lleva prácticamente dos meses preparalo. «Empiezo a finales de octubre. Este año he contado con la ayuda del jardinero y he podido avanzar. Otras veces llegaba el día de Nochebuena y todavía estaba haciendo cosas», cuenta. Su mujer también le echa una mano con la maqueta del belén, aunque la gran parte del trabajo es mérito suyo.
Está todo programado. A las seis y media de la tarde se enciende y a las diez y media se apaga. Así a diario durante todas las navidades. Sin embargo, confiesa que como le cuesta tanto montarlo luego «le da pereza quitarlo», así que lo mantiene «hasta el mes de febrero o marzo». Eso sí, solo los fines de semana.
Carlos no es electricista, ni tiene una tienda de luces, aunque muchos se lo pregunten. Es médico y cirujano y cuenta que su afición por la decoración navideña le viene de niño, cuando siendo un crío ya montaba sus propios belenes caseros. Siempre ha tenido una gran afición por la Navidad y, sobre todo, por las luces. Dice que lo lleva en los genes.
No quiere que su afición y su trabajo se quede de puertas para dentro y por ello invita a todo el que lo desee a pasar a su jardín y contemplar de cerca su creación. «A lo largo de las navidades pasan miles de personas», asegura Carlos, quien no cobra ningún tipo de entrada. «No ponemos ninguna cortapisa, únicamente intentamos que entren en grupos pequeños de unas 15 personas para que todos puedan verlo y disfrutar», sentencia.
¿Y la factura de la luz? Golán reconoce que este mes paga «como tres o cuatro veces más», pero su ilusión es tan grande que no le importa «tirar la casa por la venta». «Me lo quito de otras cosas y lo empleo en las navidades», dice. Si bien es cierto, la tecnología LED que ahora usa «consumen diez veces menos. Si no sería imposible, no habría instalación eléctrica que pudiera mantener todo esto». Con algún pequeño detalle que todavía le queda por pulir, Carlos ya está pensando en qué innovar las próximas navidades.
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Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Doménico Chiappe | Madrid
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