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En un edificio de ocho plantas, como el que ocupa los números 65 y 67 de la vallisoletana calle de Panaderos, es muy posible que durante años algunos de sus vecinos no hayan entablado conversaciones que vayan más allá de las incómodas charlas sobre lo nublado o soleado que está el día (escuetas pero imprescindibles para soportar el viaje en el ascensor) o los 'hola' y 'adiós' o 'gracias', cuando uno de ellos le sujeta la puerta a aquel que llega apresurado, con las manos enrojecidas por la presión de las bolsas de la compra.
Pero la situación de confinamiento generada por la irrupción de la covid-19 en el día a día de la ciudad, del país y de gran parte del mundo ha servido de catalizador para que muchas personas se hayan decidido a reconvertir en mensajes positivos dirigidos a los más cercanos las horas de angustia y hastío que provoca la imposibilidad de salir de casa con normalidad.
Aunque hace algunas semanas cundió la indignación ante algunos carteles que animaban a los trabajadores más expuestos al contagio a no regresar a sus casas para que no trajeran consigo el virus, lo cierto es que aquello fue poco más de una triste anécdota, una gota negra en el mar de solidaridad y apoyo mutuo que a diario se puede observar en las ventanas de buena parte de las casas de aquí y de allá.
En el caso de este bloque de viviendas de l corazón de Valladolid, un vecino anónimo decidió comenzar a dar alas a sus semejantes colocando en el portal mensajes de ánimo a todos los trabajadores y trabajadoras que, pese a la pandemia, han seguido aupando al país, como relata a este diario Mari Ángeles Diez, dedicada a los servicios sociales y a la que la esta iniciativa que desconoce de quién ha partido le ha parecido «superemocionante».
Especiales coronavirus
Considera que tanto ella como su marido, que desarrolla su labor en un centro de menores, son trabajadores «esenciales» pese a que su profesión no aparezca como una de las más destacadas durante estos días, e iniciativas como esta les han servido para seguir a flote en la lucha por doblegar esta situación.
Cada semana se han ido añadiendo elementos al mural e incluso ella se ha animado a colaborar con la iniciativa, para devolver el espaldarazo a sus vecinos y «darse ánimo entre todos», algo que considera «terapéutico».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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