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MIRIAM CONDE
Valladolid
Domingo, 23 de febrero 2020, 21:21
Los tigres, leones, elefantes, monos y leopardos se han sentido como en casa al llegar a la sala Concha Velasco del LAVA. La gran selva llena de juncos y lianas ha reunido a más de doscientos amantes del carnaval. De los disfraces más habituales, ... como los pitufos o la princesa Elsa de Frozen, a los más insospechados, todos buscaban su pequeño matiz para sorprender al rival. El pequeño Juanma ha acaparado todas las miradas subido en su bicicleta roja sin pedales. En la cesta iba sentado nada más y nada menos que el conocido extraterrestre ET y él mismo conducía el velocípedo con la característica sudadera roja de Elliot. Un disfraz «improvisado» para su fiesta en el colegio, pero que derrochaba originalidad.
La familia Viñas Alonso elabora cada año un disfraz temático para cada miembro de la tropa. Esta vez no iba a ser menos y deleitaron de nuevo al jurado con su atípico disfraz ambientado en el hielo. Los carámbanos eran silicona moldeada y los trajes, de papel encintado de color plata. Eran el fulgor de la enorme selva. «Cuando acaba el carnaval ya estamos pensando en el disfraz del año siguiente», ha comentado Pilar, la creadora del disfraz. Álvaro y David, los más pequeños de la familia colaboran «muy entusiasmados», porque lo que más les gusta es «enseñarlo para que valoren nuestro trabajo».
Cuatro mamás y sus siete hijos se han convertido en velas de cumpleaños de los colores rojo, azul, verde y amarillo en honor al grupo musical Parchís. «Es un disfraz cómodo, que abriga y lo reconocen todos los pequeños»,ha explicado Silvia, mamá de dos pequeños. Se alzaron con la victoria en la categoría grupal, dotada con un vale de quinientos euros para comprar en las tiendas de Vallsur.
Pablo no tuvo ni que cambiarse de nombre para elegir el disfraz. Apenas superaba el metro de estatura, pero sus hábitos y el báculo pastoral le delataban. Su abuela le cosió la túnica de Papa a mano, al igual que a su hermano, que se metió en la piel de un guarda suizo. Solo quince días para elaborar los disfraces, pero el resultado ha sido inmejorable. Un joyero, un helicóptero, una moto, un coche de policía con los rehenes y hasta una casa con humo que salía de la chimenea. Disfraces para todos los gustos que han encandilado a todos los presentes.
Ha sido difícil competir contra Alba y Henar, dos niñas disfrazadas de brillantes máscaras venecianas y cuya elaboración llevo a sus madres «un mes y medio» y que hizo que obtuviesen un cheque regalo de doscientos euros para gastar en el centro comercial. Los más tradicionales disfraces de vaqueros, ovejas, lápices, dragones, unicornios, princesas y hadas han completado un festival de gran riqueza cromática y cultural.
Goma eva brillante, cientos de plumas blancas en las alas y mucha actitud para vestirse de lechuza. La ganadora en la categoría individual fue Lucía, su disfraz de ave rapaz. Se lo ha prestado una amiga suya, quien «tardó varios meses en terminarlo». «Muy contenta» con su elección, la joven Lucía ha deslumbrado en el carnaval de la ciudad.
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