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Hay una pregunta que el bombero Quique López Calvo se traía grabada a fuego en la memoria después de cada una de sus visitas a los campos de refugiados saharauis:¿Vas a volver?, le decían los niños. ¿Vas a volver?, le preguntaban los jóvenes a ... los que formaba. ¿Vas a volver?, le inquirían los vecinos con los que compartía jaima y calor. «Aquello me marcó. Los campamentos saharauis no son un sitio de gran belleza. A veces pueden resultar desagradables, pero la posibilidad de ayudar me ha enganchado totalmente». ¿Vas a volver?, le decían. Y él siempre ha contestado que sí. De hecho, ya está de nuevo en camino.
Quique, junto con otros tres compañeros del servicio de extinción de incendios de la capital (Eduardo Flecha, Miguel Valls y Álvaro Calvo), viajan esta semana rumbo al desierto para contribuir a la creación de un cuerpo de Bomberos en los campamentos saharauis. «No tienen muchas emergencias por incendios, pero carecían de un servicio de este tipo», explica. Cada vez que se declaraba un fuego, tenían que avisar a los bomberos de Tinduf, la ciudad argelina más cercana, situada a una hora de camino por una estrecha carretera asfaltada y numerosos tramos de tierra después (ni siquiera señalizados). «Esta será la cuarta vez que baje», explica Quique. «El primer año vimos que no había parque de bomberos y que el servicio era necesario. No hay muchos incendios, pero cuando ocurren son importante, como cuando ardieron las instalaciones de Acnur. Y además, cada vez se registran más accidentes de tráfico que requieren intervención profesional», añade. A partir de su experiencia, en colaboración con la caravana Rivas Sahel, y con las ONG Acción Norte y la gallega Aire, han promovido la construcción de un parque de bomberos en la capital de los campamentos, Rabuni, además de dotaciones en Auserd, Dajla y Smara.
«Los primeros trabajos han sido casi de albañilería y carpintería, para construir los edificios. Luego, poco a poco, con las donaciones, se va consiguiendo el resto del material», asegura Eduardo Flecha, integrante del grupo de vallisoletanos que viajan al Sahara. Durante los últimos meses, han organizado fiestas solidarias, comidas benéficas con las que conseguir fondos para suministrar los equipos de estos incipientes parques de bomberos. En esta ocasión, bajarán con una furgoneta convertida en ambulancia (han preparado una estructura fija para la camilla y la han dotado de material sanitario y de primeros auxilios)y con un todoterreno adaptado como vehículo de emergencias. «También hemos conseguido ropa (tanto de intervención como de faena)y piezas mecánicas y de repuesto para los vehículos que hemos llevado en anteriores ocasiones», añade Quique. Llevarán además productos sanitarios y escolares para repartir en hospitales y colegios.
Junto con todo este material, los cuatro bomberos ofrecerán cursos de formación para las 18 personas que forman el todavía limitado servicio de extinción de incendios de los campamentos, donde residen cerca de 200.000 personas, además de la franja más cercana al muro con Marruecos, en los llamados terrenos liberados. «La mayor parte de ellos son militares que provienen del Ejército. El jefe de los bomberos, Ali Rahel, está formando un grupo más o menos estable, porque hasta ahora muchos iban y venían, sin compromiso para quedarse en este trabajo». Sus sueldos son sufragados por el gobierno de la República Saharaui y, en parte, por la ayuda humanitaria internacional.
«En mi caso, voy a dar formación sobre primeros auxilios y rescate en casos de accidentes de tráfico, incluso con las herramientas necesarias para la excarcelación», asegura Eduardo Flecha. Ahmed Bouzid, director del hospital de Auserd, uno de los campamentos, subraya que cada vez es mayor el número de víctimas que se registran en la zona. «Son malas carreteras, vehículos viejos... y no hay buena formación vial.Muchos de los conductores no tienen carné, la mayoría no usa el cinturón de seguridad y son muchos los que conducen con el móvil en la mano», explicaBouzid. «La labor de los bomberos en este ámbito será muy importante», asegura Flecha, convencido de que esta su primera vez en el Sahara será una experiencia inolvidable, «no solo en lo personal, sino sobre todo en lo que puede suponer para el pueblo saharaui. Los bomberos llevamos en la sangre esta voluntad de ayuda, de entrega a los demás. Es parte de nuestra profesión... incluso también cuando le dedicas quince días de tus vacaciones», concluye.
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