![Una empleada prepara una de las tres salas de velatorio.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202201/11/media/cortadas/1444037445-kKgG-U160501780121mPE-624x385@El%20Norte.jpg)
![Una empleada prepara una de las tres salas de velatorio.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202201/11/media/cortadas/1444037445-kKgG-U160501780121mPE-624x385@El%20Norte.jpg)
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Valladolid acaba de estrenar en el polígono de San Cristóbal el primer tanatorio para mascotas de la ciudad. Situadas en el número 10 de la calle Pirita, las instalaciones de la empresa Tanatomascota difieren muy poco de las destinadas a los humanos. «Queríamos que ... fuera un sitio cálido y acogedor», explica Ana Belén Pérez Pahíno, propietaria de un negocio que en el primer mes de funcionamiento ya ha acogido doce sepelios individuales y otros cinco colectivos. El servicio nace casi al mismo tiempo que la Ley 17/2021, con la que se pretende reforzar el bienestar animal y otorgarles derechos hasta ahora no contemplados en la normativa española.
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Nada que ver con la gestión «más fría» de dejar al compañero con el que se ha convivido durante años en la consulta del veterinario tras ser eutanasiado para la posterior eliminación de sus restos. Esta funeraria cumple con las prestaciones de unas exequias con todos los honores. Desde la recogida del cadáver en un furgón isotermo y su traslado a este espacio fúnebre, hasta la cremación de los restos, pasando por el último homenaje con el cuerpo expuesto en una de las tres salas para la celebración del velatorio.
«Hay gente que viene muy afectada, con mucho dolor por la pérdida, después de haber compartido muchos años; aquí pretendemos que ese adiós se pueda llevar de la mejor manera posible», apunta.
Los espacios habilitados para esa despedida son idénticos a los de un tanatorio para personas. Sofás para recibir visitas de amigos o familiares que hayan conocido al finado, velatorio del cuerpo tras su preparación sobre una mesa con un tela y pétalos de rosa, cremación de la mascota y depósito de sus cenizas en una urna para guardarlas como recuerdo.
Los precios de estos 'funerales' dependen de lo que busque el cliente. Una cremación individual tiene un coste de entre 220 y 320 euros, dependiendo del peso de la mascota. La reserva de una de las salas para velar al animal asciende a 125 euros, mientras que las urnas oscilan entre los 35 y los 200. Las hay biodegradables, con forma de piedra, hechas de alabastro... También se ofrece la posibilidad de grabar las huellas en una pieza de resina para tenerla como recuerdo y otro tipo de productos, como joyas o colgantes que rememoran a la mascota.
«Contamos con una terapeuta especializada para acompañar a la persona que ha perdido su mascota, para ayudarle a superarlo, porque muchos no están preparados», añade Pérez Pahíno. El tanatorio cuenta también con un columbario con 49 espacios para la custodia de los restos. El coste para alojar la urna en estos nichos asciende a 165 euros al año. Ya hay inquilinos.
Hasta el momento, todos los sepelios que se han celebrado han sido caninos y felinos. «Vino un cliente que quería incinerar a su hamster, pero al ser tan pequeño su cremación no compensaba, porque es difícil que quedaran cenizas para el recuerdo», desvela la responsable de una empresa, que está abierta a todas las especies: aves, reptiles, roedores...
Pérez Pahíno confía en que su iniciativa tendrá buena acogida en el mercado, dada la creciente sensibilidad y empatía que muchos propietarios tienen con sus animales. Además, hay miles de potenciales clientes. Solo en la ciudad, el Ayuntamiento tiene censados 29.200 perros.
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