El cambio de propiedad del Casino Roxy de Valladolid inquieta a los 48 trabajadores

A finales del pasado mes de julio, el Grupo Ballesteros informó que había llegado a un acuerdo con los anteriores propietarios de la licencia del Casino de Boecillo, que fue otorgada en su día por la Junta de Castilla y León, y que a partir de ahora sumará la actividad de esta sala de la capital vallisoletana.

La empresa madrileña gestiona en la ciudad dos bingos, el del Real Valladolid y el del Olid Meliá, por lo que su presencia no es nueva. Este grupo empresarial tiene su sede local en el número 13 de la Plaza España desde hace más de 18 meses, lo que, según fuentes conocedoras de esta operación, «su voluntad es continuar aquí. Todo indica que no se producirá ningún movimiento laboral, ya que esta empresa que es nueva en este mundo de los casinos y quiere expandirse, necesita profesionales que estén bien preparados, y los de Valladolid cumplen este criterio», indican fuentes relacionadas con esta empresa de juego.

Este periódico ha intentado contactar en sus oficinas con el director general de esta compañía, Julián Pérez, sin que hasta la fecha haya dado respuesta para aclarar cómo serán las relaciones con la plantilla del Casino. Precisamente los empleados están a la espera de resolver cuál es el enfoque para cerrar la negociación del convenio colectivo de empresa, que lleva sin avanzar desde hace meses. El acuerdo anterior concluyó en diciembre del 2013, y se ha estado negociando sin concluir.

Los sindicatos mayoritarios no cuentan con representación en el Casino Roxy, donde sí está la Plataforma Sindical de Casinos (PSC).

La operación de venta de la licencia y explotación no ha conllevado la adquisición, ni la gestión, que los antiguos propietarios realizaban en el Casino de Boecillo, donde se venían utilizando sus instalaciones para celebrar banquetes de bodas, bautizos, comuniones y eventos empresariales. Esta actividad seguirá realizándose, pero desvinculada al cine Roxy.

El Grupo Ballesteros cuenta con otra sede similar en Illescas (Toledo), el Gran Casino de La Mancha, que dispone de máquinas de juego y salas de poker repartidas en 1.000 metros cuadrados y tres plantas.

Su presencia en Castilla y León data del 2000, año en el que contaba ya con 14 salas de juego en la región y otras seis funcionando en Aragón. Su expansión se realizó luego en la Comunidad de Madrid, con la compra del bingo Pegaso, que llegó a ser el centro que más cartones vendía. Ballesteros también 'desembarcó' con salas en Venezuela.

La Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de Valladolid aprobó en diciembre de 2014 la modificación del Plan General de Ordenación Urbana, que permitía que el cine Roxy acogiese las salas de juego del Casino de Castilla y León tras cambiar el uso de inmueble. Esta modificación no recibió en su momento alegaciones, por lo que la remodelación de la sede de María de Molina abría la posibilidad de la llegada de las ruletas y mesas del pócker o el black-jack a escasos metros de la Plaza Mayor.

Cuando se llegó a la ciudad, y se inauguró a principios del 2015, se pretendía captar a clientes con el punto de mira en el número de pernoctaciones anuales (600.000 se estimaban), ya que prácticamente ninguna de estas personas se desplazaban desde Valladolid hasta la sede de Boecillo. Los dueños confiaban en que su ubicación en el centro, María de Molina, de fácil acceso andando desde los hoteles, iba a favorecer el negocio.

Precisamente, con la operación del Grupo Ballesteros se pretende mantener este criterio «dinamizador» en la oferta turística mediante el juego presencial.

En abril de este año, Ballesteros adquirió en su totalidad las acciones de la mercantil eBingo España, de la que formaban parte dos empresas del juego, Proyectos Fenix y Estrategias Coves Selva. EBingo estaba entre las pioneras del sector en la implantación del juego on line.