Jose Miguel López | Enfermo de sinusitis, asma y pólipos

«Ha sido un calvario, me han tenido que operar 16 veces; por fin parece controlado»

Este vallisoletano de ahora 51 años comenzó «hacia los 31 o 32 años a sufrir problemas de asma, sinusitis... con intolerancia además a los AINE (medicamentos antiinflamatorios no esteroideos), tenía alergia medioambiental, a las gramíneas sobre todo. Estuve mucho tiempo yendo cada poco al médico de Familia porque tenía un constipado que no se me quitaba y después de dos años con catarros me mandaron al Otorrinolaringólogo. Tenía sinusitis, asma y pólipos. Unos pólipos que crecían tanto que destruían el interior desde la nariz, me impedían respirar, enormes dolores de cabeza, infecciones peligrosas porque destruían el hueso por eso tenían que abrirme, limpiar, destruirlos y reconstruirme de nuevo. Así 16 veces. En tres de las cirugías tuvieron que levantarme la cara entera y, en otras diez, desde la ceja hacia arriba, en estas y en el resto operaban también a través de la nariz», cuenta José Miguel sin perder la ironía y un buen toque de humor. «A ver o te lo tomas así o ¿cómo vas a llevar esto? Es un calvario realmente». Y todavía no se descarta del todo que tenga alguna intervención más «porque tengo una pequeña infección y me van a hacer un TAC a ver que la provoca. Pero desde que me han tratado en esta unidad ya nada tiene que ver con lo de antes. Por fin parece controlado esto. Me pusieron un tratamiento que acabó con mis problemas, con el asma y con los pólipos, como mucho los tengo muy pequeñitos y hasta he recuperado el olfato y el gusto. Yo he estado años sin poder ni oler ni saborear algo. De hecho, ahora he cambiado los gustos porque hay cosas que ahora me huelen demasiado y no me agradan como los espárragos o tomaba mucho salmón con puerro precisamente porque apreciaba un poco más y ahora no lo aguanto».

Y las cirugías de esta paciente eran importantes. «Una operación al menos todos los años, a veces dos, con dos o tres meses. He estado 153 días de baja. Terrible. Los médicos nunca me engañaron lo más mínimo. Me decían lo que había y que era un caso muy complicado y no podían dejar de abrirme porque la infección se lo comía todo y tenía riesgo de una septicemia y morir. No quedaba otra. Los dolores eran horribles, fuertes cefaleas, frecuentes visitas a urgencias... y buenas cicatrices me han quedado, claro, pero tengo buen ánimo. Además de los problemas de salud y asistenciales –y eso que siempre me han atendido enseguida, entraba un día directamente a Otorrinolaringología, ya me conocían, ni pasaba por urgencias, y al día siguiente a quirófano, no se podía esperar...– además de eso estaba la vida diaria y el trabajo».

Cuenta José Miguel que, no obstante, «en el trabajo me han tratado de maravillla. Trabajo en Michelin y jamás me han puesto una sola pega, al revés, facilidades. Estaba en producción y claro ahí las ausencias afectan mucho y hablaron conmigo y me cambiaron pero a un puesto para mejorar. Se portan de forma increíble», explica agradecido.