Café del Norte: lugar de encuentro desde 1861

Como si de una imagen grabada en su retina se tratase por la cantidad de veces que ha escuchado la historia, Carlos recuerda los inicios del Café del Norte. «Fue la familia Gómez-Sigler la que abrió el primer establecimiento en la calle Santiago y le puso el nombre porque venían de Santander, del norte de España. Mi abuelo, en el año 1940, se interesó por el negocio pensando que era de harinas, muy próspero en aquella época, pero al llegar a Valladolid descubrió que se trataba de una cafetería», comenta. Lejos de amedrentarse, Don Aureliano cogió las riendas del café y esa decisión supuso que la familia Castro cogiese las riendas del negocio y que ahora, tras 160 años atendiendo a clientes, sea la tercera generación la que regenta la cafetería más célebre de la Plaza Mayor. Comenzó así una nueva etapa en la que el negocio fue prosperando hasta ser uno de los más conocidos de la ciudad.

El paso de los años no ha mermado el afán de sus propietarios por convertirlo en un establecimiento al que puede acudir desde «una familia con su bebé hasta un hombre de negocios a tomar su café de media mñana». Así, pasó de servir únicamente cafés a incorporar los combinados de ginebra en la década de los 80. Se instaló un puesto de helados y ahora cuentan también con máquina de granizados. Gracias a los cambios, el Café del Norte es, actualmente, «un lugar de encuentro, un sitio en el que reunirse y disfrutar». La decisión de disponer de varios espacios dentro de la cafetería les llevó a crear ambientes diferenciados pero con su esencia característica: terraza, cafetería, restaurante y Club 150. «Nos gusta que la gente continúe viniendo al café día a día, que se reencuentre con amigos y familiares en sus mesas, que recuerde la visita que hizo con sus padres hace 50 años y desde la que no volvía a Valladolid. Es un lugar para crear recuerdos duraderos», describe el propietario. Y dentro de esos recuerdos se encuentra la amplia colección de objetos que han ido recogiendo en los últimos 40 años y entre los que hay cubertería, vajilla, cajas registradoras o fotos de personajes que han pasado por su barra. «Muchos documentos pertenecen a publicaciones de El Norte de Castilla, asegura Carlos. «La historia de la cafetería siempre ha estado ligada a la del periódico». Así, una nota del 10 de julio de 1861 rezaba lo siguiente:«Suponemos habrán visto nuestros apreciables suscriptores el nuevo y elegante café que, bajo el título, que lleva por epígrafe esta gacetilla, se ha abierto en la calle de Santiago. La noche de su inauguración tuvimos el gusto de estrenarle y quedarnos sumamente complacidos».

Pese a la madurez y fortaleza del negocio, la pandemia también ha pasado factura al Café del Norte. «Ha sido muy duro cerrar y cumplir las restricciones, pero el magnífico equipo del café ha sido fundamental para seguir adelante». De cara a los años venideros, los actuales propietarios tienen el deseo de continuar en la misma dirección, «pasito a pasito y adaptando el negocio a las cosas que han llegado para quedarse, como la higiene extra o los códigos QR. No tenemos miedo al cambio porque el café se ha reinventado a lo largo de los años. El mundo cambia, la sociedad cambia y los gustos cambian; lo complicado es mantener la esencia, pero creo que conseguiremos seguir siendo un punto de reunión de los vallisoletanos durante muchos años más».