Bruno Arias: «La capacidad de adaptación es clave para seguir adelante»

La planta de Valladolid fabricó su primer neumático el 2 de octubre de 1973 y, aunque es la más joven de las instalaciones que tiene el grupo francés Michelín en España, cumple en este año medio siglo de vida y actividad.

–La implantación de la fábrica en Valladolid supuso una apuesta firme por la ciudad y su desarrollo. Así comenzó una relación ciudad empresa que, ¿cómo podríamos definir cincuenta años después?

–Es una relación que goza de buena salud porque difícilmente se entiende hoy Valladolid sin Michelin y viceversa. Hemos creado un nexo de unión que es ganador para ambas partes. Y es importante poner en valor el ecosistema generado, la relación que tenemos con las instituciones, la universidad, la presencia de empresas como Renault o Iveco, entre otras, porque hay una cultura de mejora en la ciudad, de saber hacer. Además, también ha crecido un tejido de pequeña y mediana empresa y todos convivimos en este ecosistema.

–Si trazamos una línea temporal, ¿qué hitos destacaría de la historia de Michelin en Valladolid?

–El más importante es cuando se toma la decisión de construir la fábrica en Valladolid. A partir de ahí, empezamos con la fabricación de neumáticos de turismo, poco después neumáticos agrícolas, renovado de camión y de autobús y productos semiterminados del que en el año 2000 se instala ya un cuarto grupo. Hace diez años comenzamos con las nuevas tecnologías y, en este sentido, la de Valladolid es una de las cinco fábricas líder digital del grupo, seleccionada entre las setenta y cinco del grupo para que exploren y ayuden al resto a iniciar el recorrido del cambio digital.

–¿Qué actos tienen previstos para celebrar el medio siglo de actividad?

–Empezamos el mes de enero con la Feria de Agraria con un stand Michelin y otro del 50 aniversario que tuvo muy buena acogida. A nivel interno, organizamos en junio una jornada de familias durante un fin de semana, una jornada de gerentes en la que, además, aprovechamos para reinaugurar nuestro Club Deportivo Michelin que hemos reformado y también tenemos pendiente una jornada con autoridades planteada sobre el 2 de octubre. Por otro lado, hemos bautizado la glorieta que tenemos al lado de la fábrica con el nombre de Bibendum, en la que se ha instalado una escultura del Bibendum y, por cierto, está prevista la organización de una gymkana con bibendums repartidos por la ciudad, una jornada para jubilados de la empresa y una exposición que estará en la sala de Las Francesas.

–Esta exposición estará abierta del 1 de septiembre al 1 de octubre. ¿En qué consistirá?

–La idea es compartir este momento de orgullo y celebración con la ciudad de Valladolid para que los ciudadanos los disfruten con nosotros. Esta muestra refleja como Michelin está presente en la vida de los vallisoletanos, como podremos ver en las portadas de El Norte de Castilla desde 1970 hasta 2023.

–En esta relación empresa-ciudad se han capeado crisis económicas, de suministros y hasta una pandemia mundial. ¿Cómo ha sido la evolución?

– El mundo ha cambiado mucho y creo que es clave la capacidad de adaptación para que una empresa siga adelante y supere retos y desafíos que no se pueden prever. Somos fuertes gracias a nuestros empleados, que son Michelin, que son profesionales y que viven la empresa como parte de su vida. La relación de los trabajadores y la fábrica va más allá de una relación estrictamente contractual. Nosotros contratamos para hacer carrera con nosotros y eso, unido a los valores de empresa, creo que ha sido una gran fuerza que nos ha permitido afrontar distintas crisis.

–Despidiendo el verano, con el frío en unos meses y el conflicto en Ucrania todavía activo imagino que estarán pendientes de nuevo de los precios de las materias primas y la energía.

–Estamos viviendo una época complicada. La crisis energética y la guerra en Ucrania hace que llegue mucho producto asiático. Es importante que sepamos valorar el 'made in Europa', que sepamos valorar que detrás está el puesto de trabajo de mi primo o mi tío que tiene un hotel y que ahí se organizan eventos de empresas como Michelin y que si compramos neumáticos 'made in China', aparte de las diferencias de responsabilidad social, eso tiene repercusiones. Tenemos que dar salida a nuestro producto terminado y si no podemos ser los mejores en precio, sí queremos serlo en responsabilidad medioambiental y socia y en sostenibilidad. Es un momento importante.

–¿Cómo encajan en la agenda de Michelin Valladolid estos retos medioambientales, la digitalización y la industria 4.0?

–La transformación de la Industria es un punto clave porque estamos afrontando tres revoluciones. Una revolución humana, la sociedad y sus prioridades están cambiando. En segundo lugar, una revolución tecnológica y de la industria 4.0, que no es fácil porque no se trata de contratar al mejor experto en Big Data del mundo sino que hace falta un saber hacer de la industria ligada a una revolución de las personas, conocimientos y competencias. Y una tercera revolución es la medioambiental, con unos objetivos ambiciosos para el año 2050. Queremos que nuestra fábrica sea neutra en emisiones de carbono y que el 100% del material que usamos para fabricar nuestros neumáticos sea de origen sostenible. Partimos de una referencia del año 2019/20 del 29%, por lo que es un desafío brutal. Nosotros hacemos millones de neumáticos de una forma y hay que cambiarlo, investigar, adaptar máquinas y conseguir que el producto siga manteniendo sus calidades.

–Un deseo para los próximos 50 años.

–El mayor deseo que podemos pedir es que la mayor fuerza que ha tenido esta fábrica en los últimos cincuenta años, que es el compromiso y la profesionalidad de las personas que trabajan aquí, siga igual. Que podamos seguir diciendo que lo mejor que tenemos son las personas orgullosas de trabajar aquí, de innovar y de afrontar nuevos retos.

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