La brava Wanda o el amor como precipicio
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La mujer de 31 años que acabó con su vida arrojándose por una ventana de su piso en Delicias recibió este viernes un multitudinario adiós en el tanatorio San JoséSecciones
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La mujer de 31 años que acabó con su vida arrojándose por una ventana de su piso en Delicias recibió este viernes un multitudinario adiós en el tanatorio San JoséLa familia está convencida de que «su relación tóxica» ha acabado con su joven vida. Wanda Elizabeth Rodríguez Vargas Gago nació en República Dominicana el 15 de julio de 1992. Su madre, Johanna, que tan solo tenía 18 años cuando la concibió y desde entonces ... no ha dejado de trabajar «veinte de veinticuatro horas al día» en la hostelería para sacar adelante a su familia en Valladolid, ni en el peor de sus sueños habría podido imaginar que su amada hija iba a tirarse por la ventana desde la habitación contigua en la que se encontraban la aciaga noche del miércoles 20 de septiembre. Cuando ocurrió la desgracia, la mujer prácticamente acababa de llegar al piso de su hija en la calle Algeciras, acompañada de su otro hijo y un sobrino, después de que les avisaran de que Wanda y su pareja habían mantenido en presencia de su nieto la que, sin poderlo sospechar, iba a ser la última discusión de ambos.
Antes de que los familiares acudieran al piso del barrio de Delicias el niño, con sus diez años recién estrenados, llamó a una amiga -la camarera del bar donde ambos habían pasado la tarde- para que avisara a la policía, tal y como su progenitora le había pedido. En ese momento, Wanda estaba ya muy alterada y «visiblemente enfadada». Tanto, que cuando llegaron los agentes para responder al aviso, prácticamente les echó de allí con cajas destempladas. Su mayor temor era que «se llevaran» a su hijo. Los policías comprobaron que no había signos de maltrato físico ni en ella ni en el niño, que la expareja de Wanda (con quien, después se supo, había retomado la relación a pesar de la sentencia de violencia de género que le condenaba a él al alejamiento) no estaba allí y dieron por finalizada su intervención. La segunda vez en la noche que los servicios de emergencia acudieron al domicilio fue para trasladar a la joven, muy malherida por la caída desde la tercera planta del edificio, al Clínico.
Wanda, emprendedora y apasionada del mundo de la moda (últimamente se ganaba la vida vendiendo ropa on line), era una mujer de fuerte carácter. Su madre se la trajo a España de bebé y cuando era una mujercita regresó por un tiempo a República Dominicana, la tierra de sus antepasados. Volvió a Valladolid con su niño de la mano. «Era una mujer familiar y muy luchadora, se valía por ella misma y su hijo no iba a pasar hambre», subrayaba su tío Franklin, hermano de la madre de la fallecida, al término del multitudinario funeral que tuvo lugar la tarde de este viernes en el tanatorio de San José.
A la joven, con todo un futuro por delante, le perdió su relación sentimental, sostiene la familia, que sigue en estado de shock. Niegan que ella hubiera protagonizado intentos autolíticos antes por las sucesivas denuncias de maltrato y creen que su reacción fue producto de una ofuscación repentina, de un impulso que resultó irreversible y cuyo detonante habría sido la discusión que había tenido horas antes con su pareja. «Era una mujer guapa, podría tener a quien quisiera. Pero tenía una relación muy tóxica, era una enfermedad. Le podías dar consejos, como familiares preocupados, pero ella creía que tenía que estar con él». Ni contigo, ni sin ti, como en la antigua copla. «Tal vez sin él, Wanda hubiera estado más tranquila y esto no habría pasado. Solo ella sabe por qué lo hizo».
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