La historia de María, la anciana rescatada dos veces en dos meses por su «manía» de echar el cerrojo

Los hechos ocurrieron al filo del mediodía del lunes en el número 20 de la calle del Medio, una perpendicular a Villabáñez en la parte alta del barrio de Pajarillos. El servicio de telesasistencia recibió el aviso de su inquilina, que pulsó el botón de su dispositivo para pedir auxilio, a las 11:39 horas. El problema es que ni los agentes ni los sanitarios que acudieron a la vivienda lograron abrir la puerta de la casa molinera al tener «echado el cerrojo por dentro». Así que, al igual que ocurriera tres meses antes, tuvieron que avisar a los efectivos del Servicio de Bomberos para que accedieran a la vivienda. «Estuvieron mirando y, al final, optaron por romper el cristal de la puerta y forzarla para que pudieran entrar los médicos», relatan los testigos del enésimo auxilio sanitario a una persona mayor realizado en los últimos meses en la ­capital.

Tanto es así que apenas 24 horas antes se había vivido una escena idéntica en un piso de la calle Ebanistería, una bocacalle de la plaza de Cantarranas, donde otra persona mayor había sufrido una caída. Los Bomberos acabaron forzando la puerta de la vivienda para facilitar su atención.

La ayuda, al menos, llegó a tiempo en estos dos casos. No ocurrió lo mismo el miércoles de la semana pasada, cuando la cuidadora de otra anciana afincada en Pajarillos alertó de que la mujer no respondía. Concepción, de 83 años, había fallecido cuando llegó la ayuda. Era viuda y no tenía hijos. Vivía sola en un quinto piso de la calle Tórtola.

Y sola vive también María, la vecina del número 20 de la calle Medio, que fue auxiliada el lunes con vida. Los efectivos de los servicios de emergencia la encontraron caída junto a la cama de su dormitorio. Después la trasladaron en ambulancia al Clínico, donde ayer permanecía ingresada. «Ojalá se recupere pronto y sus familiares logren convencerla de que no puede seguir sola en su casa», apuntaron sus vecinos antes de aclarar que María «no está bien, ya que no le funciona la cabeza como antes», y de considerar que deberían «valorar llevarla a una residencia para que pueda estar bien atendida durante las 24 horas».

Los servicios de emergencia ya visitaron su domicilio por idéntico motivo dos meses atrás. Entonces se toparon también con el pestillo de la puerta de la calle cerrado. «Da igual que venga su sobrina con la llave, como hizo las dos veces», lamentan los residentes. Los Bomberos, en aquella ocasión, tuvieron que «saltar al patio trasero desde la casa de al lado y romper una ventana para poder entrar a la casa» de la ­anciana.

El dispositivo de aviso al servicio de telesasistencia fue vital en las dos ocasiones. Pero el cerrojo de la puerta retrasó también las dos veces la entrada de los sanitarios. Los servicios de emergencia coinciden en destacar la importancia de «evitar cerrar las puertas con llave o con cerrojos interiores con el fin de agilizar la entrada a los domicilios de personas mayores que viven solas en caso de emergencia». María, eso sí, cumple con el resto de recomendaciones para evitar más muertes en soledad: «Está conectada a los servicios de teleasistencia y recibe la ayuda diaria de familiares y ­vecinos».