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La columna de humo llegó a divisarse en los primeros instantes a varios kilómetros a la redonda del cerro del Águila, el hermano gemelo del de San Cristóbal, situado también en el límite entre la capital y La Cistérniga, con vistas a la ronda exterior ... y al páramo de San Isidro. Fueron «decenas» los vecinos de la capital y de los pueblos del entorno (hasta Villabáñez) los que alertaron a los servicios de emergencia del inicio de un incendio forestal al pie de la ladera oeste del cerro. Faltaban unos minutos para las seis de la tarde y el viento (a esas horas alcanzó los treinta kilómetros por hora), unido a la sequedad del terreno, amenazaba con extender el fuego por la falda arbolada de este altozano que alcanza los 846 metros de altitud y que ofrece, aunque por un acceso complicado, mejores vistas de la ciudad que su homólogo de San Cristóbal.
Las llamas comenzaron a medio camino entre los campos de cereal y el inicio de la ladera, en su mayoría conformado por monte bajo sin arbolado, si bien las labores de extinción se centraron a partir de entonces unos metros más arriba para evitar que las llamas se propagaran por el pinar. «Hemos salvado el cereal y, aunque el fuego sí que ha alcanzado a algunos pinos en la ladera del cerro, hemos salvado la mayoría del arbolado», resumieron al término de las labores de extinción, que se prolongaron durante más de tres horas, fuentes del Servicio de Bomberos de la capital. Trece de sus efectivos trabajaron en la falda del cerro del Águila en colaboración con las dotaciones y cuadrillas forestales de Medio Ambiente, apoyadas desde el aire por un helicóptero, que descargó sin interrupción cada cinco minutos sobre el arbolado de la ladera para contener el avance del fuego hacia el alto de un montículo coronado por una enorme antena de telecomunicaciones que da servicio, entre otros, a la Policía Municipal.
Los bomberos 'urbanos' y forestales utilizaron batefuegos (palas de goma) para contener las llamas entre los pinos mientras sus compañeros sofocaban con agua y espuma en los terrenos de monte bajo que se vieron más afectados por el fuego. Las llamas arrasaron finalmente cerca de dos hectáreas, en su mayoría de monte bajo, aunque tocaron también «algo de cereal y unos pocos árboles», explicaron fuentes municipales.
El primer incendio del recién estrenado verano, en el que toda la provincia se mantiene en un elevado nivel de riesgo dada la sequedad del terreno por la ausencia de lluvias, obligó a movilizar a tres dotaciones de Bomberos de la capital, dos más del servicio forestal de la Junta y un helicóptero, además de agentes y mandos que dirigieron una intervención que se dio por concluida al filo de las nueve de la noche. Sobre el terreno, eso sí, permanecieron los bomberos forestales y un camión nodriza del servicio municipal como retén «para controlar los rescoldos, refrescar el terreno e intentar evitar que surgieran de nuevo las llamas».
La humareda fue especialmente visible desde los barrios del este de la capital, con vistas a este cerro situado en el límite con La Cistérniga.
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