«La verdad es que se nota muchísimo el aislamiento tanto en verano como en invierno y, aunque tendremos que esperar casi un año para cuantificar el ahorro que nos va a suponer la nueva caldera, lo cierto es que parece que está funcionando bien», reconoce un veterano matrimonio afincado en el número 75 de la calle Caamaño, uno de los veinte bloques que conforman el poblado de Fasa, cuyos 1.100 vecinos están probando desde hace un mes la nueva caldera de biomasa comunitaria que presta servicio a sus 398 pisos. Se trata del mayor sistema de calefacción y agua caliente puesto en marcha en la ciudad para un conjunto de bloques de viviendas y su encendido ha coincidido en el tiempo con la conclusión de los trabajos de rehabilitación de 19 de sus 20 veinte bloques –solo uno se quedó fuera del proyecto– llevados a cabo en el barrio durante los últimos trece meses.
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La intervención ha cambiado para siempre la fisonomía de un poblado que fue construido entre los años 1965 y 1966 por iniciativa directa de Fasa con el fin de ofrecer viviendas asequibles a sus trabajadores –la mayoría de sus 1.100 vecinos, aún hoy, son jubilados de Renault–. Los bloques, diseminados entre los paseos de Arco de Ladrillo y de Juan Carlos I y la calle Padre Benito Menni, al final de Delicias, lucen ahora fachadas de un tono gris y toques de colores (azul, rojo o verde) en los balcones y los remates de las cubiertas que nada tienen que ver con sus tradicionales exteriores de ladrillo y enfoscados amarillentos. Los tres colores elegidos para los edificios se distribuyen entre el corazón del poblado (tonos azules) y los bloques que miran al paseo de Arco de Ladrillo (rojo a la izquierda y verde a la derecha); mientras que el torreón de catorce alturas que remate la barriada luce también tonos azules y dos tiras de arriba a abajo de paneles solares para el sistema de agua caliente (solo la calefacción está conectada a la caldera comunitaria).
El programa de rehabilitación integral del poblado de Fasa perseguía fundamentalmente «mejorar la eficiencia energética de sus viviendas» y por eso las obras, que comenzaron en agosto del año pasado, tuvieron una doble vertiente. Por un lado, se aplicó el denominado Sistema de Aislamiento Térmico Exterior (SATE) en los 19 bloques que se acogieron al proyecto –consistente en la «mejora del rendimiento térmico y acústico de los bloques con una capa de poliespán pegado con mortero y una capa final de acabado con arena», según explicaron fuentes de la empresa que ha realizado la intervención– y, por otro, se sustituyó la antigua caldera de gasoil por una de biomasa con capacidad para dar servicio tanto de calefacción como de agua caliente (opcional) a las 398 viviendas del poblado –en este caso sí está incluido el bloque del número 10 de la calle Padre Benito Menni que se quedó fuera de este plan integral–.
Nos hemos quedado de muestra para que todo el mundo pueda comprobar los bonitas que han quedado los otros 19 bloques del poblado y cómo estaban antes», lamenta Javier, uno de los vecinos del bloque del número 10 de la calle Padre Benito Menni, el único que se quedó fuera del programa de rehabilitación al solicitar tarde su incorporación: «Estamos mirando proyectos y alguna línea de ayudas, pero va a ser más caro seguro y mucho me temo que seguiremos siendo la oveja negra» del poblado de Fasa.
La intervención ha supuesto una inversión global de 6,1 millones de euros financiados por un programa europeo, denominado Remourban (3,1 millones); y el resto por el Ayuntamiento, a través de la Agencia de Innovación y Viva (1,4 millones), y los propios vecinos (1,1 millones). Estos últimos han tenido que pagar una media de 2.803 euros por vivienda (1.239 por la rehabilitación de sus bloques y 1.563 por la caldera).
«El proyecto está prácticamente finalizado en cuanto a las intervenciones más importantes (edificios y caldera) y solo estamos pendientes de los últimos remates, como la renovación de una parte de la red de distribución del agua de consumo», apunta el concejal de Urbanismo, Manuel Saravia, quien recuerda que también se han ejecutado algunas mejoras en la caldera al margen del programa europeo para habilitar el silo de biomasa (allí se almacenan los 'pellets') o el cuadro de control. Los últimos trabajos, como una pequeña rehabilitación del edificio que acoge la caldera, situado entre la calle Caamaño y la plaza de San Francisco de Asís, «confiamos en que puedan estar concluidos antes de fin de año para poder supervisar el resultado del proyecto y enviar los resultados a la Unión Europea», añade el concejal de Hacienda, Antonio Gato.
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Los vecinos muestran en líneas generales su «satisfacción» con el resultado, al margen de algunos problemas surgidos a la hora de manejar los termostatos individuales o de los remates de los tejadillos de los portales que se quedaron fuera del programa y que «ahora tendremos que ejecutar nosotros», apuntan los residentes antes de incidir que «hasta dentro de un año no sabremos el ahorro real que nos van a suponer las mejoras del aislamiento y la utilización de la nueva caldera».
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