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La niebla que cubre Valladolid a primera hora de la mañana en un día de invierno otorga un aspecto misterioso al icónico Arco de Ladrillo, lo primero que ve cualquier viajero que se apea en la estación Campo Grande. El termómetro marca cinco grados aunque la sensación térmica es menor. Algunos peatones cruzan abrigados con bufandas por uno de los pasos subterráneos que unen la zona del Campo Grande y el Arco de Ladrillo con las Delicias. Del lado que rodea el centro histórico, se concentran edificios institucionales, grandes comercios, supermercados, empresas y servicios mientras que según nos alejamos a la periferia su presencia es más escasa. Al norte y al oeste de las vías del ferrocarril quedan los barrios con mayor renta de la capital, mientras que al este y al sur, los de rentas más bajas. Un eje de la desigualdad entre los puntos cardinales que atraviesa a otras ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia.
El informe anual 'Estadística de los declarantes del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas de los mayores municipios por código postal' de la Agencia Tributaria establece que hay una diferencia de 20.000 euros de renta en la ciudad entre el barrio más rico y el más pobre. En un primer puesto de este ránking está Parquesol, con una renta media de 38.724 euros, mientras que Arcas Reales-Pajarillos estaría a la cola de esta lista con 18.596 euros. Los datos ofrecidos en este gráfico corresponden a unidades familiares por domicilio. El Paseo de Zorrilla-Cuatro de Marzo, Parquesol-Huerta del Rey y Campo Grande-Arco de Ladrillo se encuadran en la renta media de Pucela: 25.612 euros. Es una media superior a la española que se sitúa en 15.817 y la vallisoletana solo es superada por algunas localidades del País Vasco, Madrid, Cataluña, Navarra y La Rioja.
No obstante, los distritos con mayor renta no son necesariamente aquellos donde residen más ciudadanos o donde existe una mayor oferta laboral. Por ejemplo, el segundo distrito que se sitúa más arriba en la lista, el que incluye Centro, Paseo Isabel La Católica y Plaza España, registra únicamente 2.929 declaraciones de la renta. Parquesol-Huerta del Rey cuenta con 22.461 declaraciones (el dato más alto registrado) a la vez que una renta familiar de 25.612 euros, Delicias ocupa un puesto de riqueza más bajo en sus hogares pero a su vez cuenta con 15.497 declaraciones de renta y los habitantes de Parque Alameda-Covaresa realizan un total de 18.778 declaraciones.
La capital del Pisuerga es desde hace décadas un lugar de acogida de trabajadores de otros municipios de la provincia, de otras regiones de Castilla y León y del resto de España. Desde la década de los años 80 del siglo pasado es a su vez destino de la población de origen extranjero, con un 5'2% de inmigrantes en una población total de 295.639 personas.
'El Plan de convivencia ciudadana intercultural 2019-2023' del Ayuntamiento de Valladolid dibuja una fotografía con las zonas con mayor número de personas inmigrantes empadronadas son: Delicias, con 1.488 personas; Caamaño-Las Viudas, con 1.240 personas; Rondilla, con 1.208 personas; Pajarillos Bajos, con 1.026 personas; Circular, con 708 personas; y Parquesol, con 657 personas. Estas 6 zonas estadísticas concentran el 50% de las personas extranjeras residentes en Valladolid. Las tres principales nacionalidades de la población vallisoletana de origen extranjero son la marroquí (3.157), la colombiana (2.743) y la búlgara (2.056).
Otro dato que no es estrictamente económico, pero sí es relevante, es que las familias con rentas más altas tienen un mayor número de hijos. Dentro de Valladolid, las rentas más bajas (inferiores a 18.000 euros) tienen 1,48 niños, frente a los 1,82 de las rentas más elevadas (las de más de 30.000 euros). Más allá de los fríos datos hay una realidad cotidiana que late dentro de la capital.
La información económica que ofrece la Agencia Tributaria cada año incluye a los municipios que cumplen con uno de estos tres requisitos: más de 200.000 habitantes de población, al menos 100.000 declaraciones de IRPF o superar una renta bruta agregada de 2.200 millones de euros. En Castilla y León no se cumple el primer punto y tan solo aparecen en esta lista tres capitales aparte de Valladolid: Burgos, Salamanca y León. La diferencia de renta entre el barrio burgalés más adinerado, Plaza de la Libertad (29.291), con el más humilde, Gamonal (20.792), es de menos de 9.000 euros. La brecha de la desigualdad es algo mayor entre el distrito charro de la Plaza Mayor (31.834 euros) con Pizarrales (19.944) mientras que en León es parecido entre El Ensanche (29.885 euros) y Pinilla (19.713). Ninguna de las tres ciudades castellanoleonesas mantiene una diferencia tan grande por barrios como Valladolid, cuya renta más alta dobla a la más baja. Al comparar la capital del Pisuerga con otras ciudades, de una población parecida, en Córdoba sí se cumple que el distrito con mayor riqueza duplica al que menos tiene, 31.612 euros y 15.323 euros respectivamente. En Vigo la diferencia no es tan grande, de unos 10.000 euros, pero en Gijón sí que vuelve a cumplirse que el barrio más rico duplica al más pobre con una diferencia de 20.000 euros. De estos datos puede deducirse la máxima de que cuando un núcleo urbano es más poblado y más extenso, menor es la igualdad.
La diversidad de Las Delicias
La convivencia es una de las virtudes de este barrio con orígenes en los trabajadores del ferrocarril que comparte nombre con uno de los distritos de la capital de España. En este vecindario vallisoletano coexisten en sus afanes y quehaceres vecinos de decenas de nacionalidades. Es también el barrio más poblado de la ciudad con 25.667 personas, aunque desde los registros municipales de 1986 ha decaído en 10.000 su población a lo largo de las décadas. «La tradición de un barrio obrero y popular se mantiene. Su población es fundamentalmente de personas asalariadas o con pequeños negocios; mientras el colectivo de personas jubiladas y migrantes es cada vez mayor», describe sobre la realidad del distrito Antonio Verdugo, párroco de la iglesia de Santo Toribio y miembro del colectivo vecinal Red Delicias.
«Es un barrio multicultural con gente que proviene de decenas de países, con un sentimiento fuerte de comunidad y que desde el principio me han tratado con cariño», con estas palabras Nazaret González, venezolana residente en Valladolid desde hace cuatro meses, describe la realidad de su vecindario. González, en su viaje por encontrar un futuro mejor para su familia, ha vivido durante una temporada en Madrid y también ha recorrido países lejanos como Hungría -allí recuerda las dificultades para aprender el idioma- Colombia y Perú. En líneas generales, González ha sentido que Delicias es su lugar de acogida pero su hijo de ocho años ha sufrido comentarios despectivos de su compañeros de clase por el hecho de ser venezolano. «Es necesario concienciar a la población para que entiendan que están llegando personas nuevas y que esto no supone ningún problema», expresa la madre que quiere que su hijo se sienta como uno más en la escuela.
Dentro del propio Delicias surgen importantes diferencias al tratarse de un distrito muy amplio. En las cercanías de la Avenida Segovia y Arcas Reales bulle la actividad económica con decenas de bares, cafeterías, comercios de toda la vida y talleres. Mientras que en las zonas sur de Caamaño y las Viudas las viviendas de ladrillo de protección oficial están cada vez más deterioradas y varios bajos comerciales echan el cierre. La renta familiar media cae en picado de los 18.831 euros en Delicias a 13.956 euros en Caamaño y Las Viudas, acorde a los datos ofrecidos por el colectivo vecinal. «Los escasos datos que poseemos reflejan tímidamente la contundente realidad que vemos, hay colectivos y zonas urbanas que están en auténtica situación de emergencia social», asegura Verdugo. El párroco enumera los problemas: situaciones de infravivienda, escasas dotaciones de electricidad y calefacción, dificultades para sostener una dieta variada, el paro cronificado o los trabajos precarios, el fracaso escolar y el hacinamiento habitacional.
Un poder adquisitivo de los ciudadanos más bajo no se traduce en una vivienda más asequible. En una consulta rápida a portales inmobiliarios, en Delicias pueden encontrarse alquileres de pisos de 400 o 500 euros por un piso y de 200 o 300 euros por habitación. Por ello es común que varias familias compartan un mismo hogar, se unan diferentes generaciones y alquilen habitaciones. Esto, que a priori podría ser algo enriquecedor, se convierte en un problema cuando las personas no disponen de un espacio propio en el que desarrollar su intimidad, acorde a un estudio del sociólogo Álvaro Martínez García-Salmones. La joven venezolana relata las dificultades para acceder a una vivienda siendo migrante -puesto que es necesario un contrato de trabajo-, los elevados precios de los alquileres cuando, en el caso de su familia, únicamente su marido es quien trabaja. Gracias a la ayuda de unos familiares han conseguido que les alquilen un piso completo en el vecindario y González confía en encontrar pronto empleo.
El Ayuntamiento actualmente está desarrollando en Caamaño-Las Viudas un proyecto de intervención integral de lucha contra la exclusión social de zonas vulnerables que incluye rehabilitación de viviendas, trabajo integral en educación, empleo y tiempo libre. Sin embargo, para Red Delicias la intervención social en esta zona debería contemplar mayores desafíos, que pasan por una necesaria coordinación entre las dos administraciones implicadas: la Junta de Castilla y León y el mismo Cabildo. Una joven dependienta de la floristería Sandra, en las inmediaciones de Las Viudas, señala que aunque es un barrio tranquilo en ocasiones siente miedo al volver a casa sola de noche. Todavía pesa la mala imagen de décadas anteriores en esta zona que lo relacionan al tráfico de droga y a la delincuencia.
Parquesol como un barrio acomodado
El nacimiento de Parquesol tuvo lugar en los años 80 como un distrito joven, con bloques de más de cinco pisos de edificios y residencial en las cercanías del estadio José Zorrilla. Como peculiaridad es el único barrio construido en altura dentro de la capital en las elevaciones del conocido como Cerro de la Gallinera. El tipo de casas bajas originales eran más propias del mundo rural con huertos y gallinas. Los inicios de Parquesol estuvieron marcados por el fútbol, pues Antonio Alfonso, presidente del Real Valladolid y promotor inmobiliario, compró en 1978 más de 300 hectáreas para proyectar la construcción de 12.200 viviendas. Durante la década siguiente otro presidente del Pucela, Marcos Fernández, es quién otorgó un impulso directo a lo que se llamó 'La Ciudad de Parquesol' al llevar a cabo el 80% de la edificación de apartamentos. Fernández legó su nombre a una de las plazas del vecindario rodeada de locales de restauración, tiendas y bloques altos de viviendas.
Uno de los cambios más importantes a lo largo de los cuarenta años de Parquesol es dejar de ser una urbanización residencial a un verdadero barrio con servicios cercanos. A priori no era sencillo por su lejanía con el centro. Cuenta con cuatro colegios, tres institutos, extensas zonas verdes como el Parque del Mediodía, dos parroquias, locales de restauración, un polideportivo y dos Mercadona. Incluso el Ayuntamiento está ultimando la construcción de dos escaleras mecánicas en la ladera norte para conectar mejor las zonas de mayor altitud. «La tranquilidad y las abundantes zonas verdes. Además yo tenía la suerte de poder ir andando al trabajo», es lo que destaca Conchi, vecina del barrio de toda la vida ahora jubilada. Lo que Conchi sí que nota es que el distrito ha ido perdiendo pequeños comercios como ferreterías, tiendas de muebles o de ropa. Los precios de los alquileres también han subido orientados a inquilinos en una buena posición económica, un piso para una familia de 150 metros cuadrados ronda los 800 mientras que una habitación tiene un precio de 400 euros.
«A principios de los años 90 Parquesol era de los barrios con mayor natalidad de Europa con una población más reducida de 6.000 habitantes», recuerda Jesús Cazurro, trabajador del centro cívico de este vecindario. Es sintomático que el perfil mayoritario de las personas que van a la biblioteca es de mujeres mayores de cincuenta años. Pese a que nació con el sello de la juventud, de pronto, Parquesol reclama lugares de encuentro y cuidado de esos mayores que un día fueron los pioneros del barrio, como la construcción de un centro de mayores en la calle Joaquín Velasco. Por mucho que se eleven en las alturas sus edificios, no se ha librado del bajo índice de natalidad. Los jubilados (4.817) superan en un millar a los niños, con datos del padrón de 2022, y uno de cada cinco vecinos ahora tiene más de 65 años. Juan Simón Sánchez, dueño del restaurante Vasi's Café en la plaza de Marcos Fernández, sí percibe que hay «todas las tardes críos jugando cerca del local en la plaza y parejas jóvenes, algo que siempre da alegría».
Una constante que se repite en las respuestas de quienes conviven en el barrio es valorar la libertad que da la autonomía, no tener las aglomeraciones de gente del centro de la ciudad y la calma de sus espacios verdes. Cazurro está convencido de que a esto ayuda que sea un barrio homogéneo en cuanto a su reparto de riqueza (con 38.724 euros es la renta más alta), las avenidas amplias y chalets adosados. En contra, no existe un especial interés de sus habitantes por participar en la vida comunitaria: no hay asociaciones vecinales, culturales o políticas. El trabajador del centro cívico destaca como negativo que «el del octavo piso no conoce al vecino del tercero en su propio bloque. En los barrios nuevos no hay tanta sensación de pertenecer a una misma comunidad».
Tanto los datos utilizados para elaborar esta información como las dieciséis zonas en las que se ha dividido la ciudad están extraídos de la 'Estadística de los declarantes del IRPF de los mayores municipios por código postal' publicada por la Agencia Tributaria .
El dueño del restaurante Vasi's Café menciona que un problema para sus clientes es la dificultad de encontrar una plaza de aparcamiento. Sánchez asegura que la mayor parte de los vecinos tienen un segundo vehículo, hasta un tercero, lo que provoca que no tengan plazas de garaje suficientes. Para dos jóvenes veinteañeros universitarios, que apuran un café antes de ir a clase, lo que más se echa en falta es una mayor frecuencia de los autobuses porque les puede llevar una hora llegar a la facultad.
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