El bailarín y fotógrafo vallisoletano que muestra la cultura española en Japón

Desde muy pequeño, este joven veinteañero, mostró un interés inusitado por la danza, algo que sus padres fomentaron al inscribirlo en la entonces, recién inaugurada escuela de danza Bailarte, cuando apenas contaba con tres años. Continuó su formación en la Escuela Profesional de Danza de Castilla y León, donde se especializó en Danza Española durante doce años. Abel encontró en esta disciplina una amplísima variedad de estilos que iban más allá del flamenco y las sevillanas y en el Conservatorio encontró las herramientas necesarias para definir su propio estilo.

Cuando tenía 10 años le regalaron su primera cámara de fotos y fue entonces cuando se despertó su otra gran pasión, la fotografía. Estudió un Grado Superior de Iluminación, Fotografía y Vídeo logrando compaginar ambas disciplinas. Esta dualidad le permitió desarrollar pequeños proyectos fotográficos mientras seguía perfeccionándose como bailarín. Más tarde hizo un máster de Fotografía Documental y Artística en la escuela TAI en Madrid y durante un tiempo se volcó más en su pasión por la imagen. Aunque la danza nunca la abandonó del todo.

Una audición en septiembre de 2023 para el Parque España en Japón fue el punto de inflexión que lo ha llevado de vuelta a los escenarios. Se preparó a fondo y al día siguiente de hacerla, le llamaron para comunicarle que había sido admitido en el elenco del montaje 'Ópera Prima', del reconocido Daniel Doña, una de las figuras más destacadas de la danza española. Fueron tres meses de ensayos, que le reportaron grandes satisfacciones personales y profesionales. «El primer mes en Japón también lo pasamos ensayando y preparando todo el montaje que arrancó en febrero y desde entonces interpreto la coreografía a diario. Es un ejercicio muy reflexivo estar con una misma pieza durante todo el año ya que te permite sacarle mucho jugo. Bailo desde lo más profundo de mí para miles de personas que vienen al parque con mucha ilusión y hasta fanatismo, para conocer mi cultura. Yo no sé japonés, sin embargo, la danza me permite conversar y comunicarme con el público de una manera increíble», comenta este joven bailarín. «Por otro lado, la fotografía me aporta recuerdos y una sensación agradable a lo visual y lo estético», añade.

Vive en Ugata, al sur de Japón y comparte residencia con otros nueve españoles del elenco. Para Abel, la adaptación cultural a la cultura nipona fue relativamente sencilla. «Al convivir con españoles no noté mucho el cambio. Además, el parque es una representación de los lugares más emblemáticos de España, como la Puerta del Sol o el barrio sevillano de Triana. Además allí se pueden degustar platos españoles y disfrutar de un buen flamenco, por eso, más que un choque cultural, yo considero que he tenido una conversación cultural», reflexiona este vallisoletano.

Abel ha estado hace unos días en Valladolid para visitar a su familia y para participar en el homenaje que la Escuela Municipal de Música Mariano de las Heras organizó para la pianista Celia González, 'EnClavedeCe', su hermana, que falleció hace unos meses. A ella le dedicó una pieza muy especial para ambos, 'Orgía'. Pocos días después partió de nuevo hacia el país nipón, donde planea quedarse hasta diciembre de este año explorando y redescubriendo su esencia y su arte.

'Ópera Prima' es un espectáculo innovador que va más allá de los estilos tradicionales del flamenco e incorpora elementos del ballet y de la escuela bolera. «Es una propuesta que se enmarca en lo tradicional pero que está creada en un contexto actual. Es una coreografía coherente con lo que se está haciendo en España. Daniel Doña es de los mejores coreógrafos del momento y me siendo muy agradecido de poder trabajar con él, ya que considero que ha sido valiente al incluir la escuela bolera dentro del espectáculo y eso es algo que está gustando mucho», comenta Abel, quien además de defender esta coreografía a diario, también participa en las cabalgatas que se celebran en el parque, lo que le permite estar muy en contacto con el público.

«Es muy gratificante interactuar con los visitantes. Muchos nos reconocen por habernos visto en el espectáculo, nos saludan y nos dedican palabras muy bonitas. Me encanta ese contacto tan directo», comenta. «Esta experiencia en Japón me ha permitido redescubrir mi amor por la danza. Bailar a diario me hace muy feliz«, concluye.