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Un centro deportivo, cultural y ciudadano en el corazón del casco histórico. La que siempre ha sido una necesidad del centro de la ciudad está más cerca de tener una respuesta. El Ayuntamiento de Valladolid ultima con las monjas dominicas la adquisición del Monasterio de Santa Catalina de Siena para convertir este espacio, delimitado por las calles San Quirce, Santo Domingo de Guzmán, Expósitos y San Agustín, en una dotación municipal con complejo deportivo, incluida piscina, e instalaciones de carácter cívico para dar servicio a los vecinos del cogollo de Valladolid.
El equipo de gobierno mantiene abierta una negociación para adquirir esta manzana, que incluye el convento y una amplia superficie de las antiguas huertas. El concejal de Urbanismo, Manuel Saravia, mantuvo ayer mismo una reunión con los representantes legales de las religiosas para avanzar en la operación, que se estaría ya muy enhebrada, según confirmó el edil tras el encuentro en San Benito, sede de su departamento.
Fue en 2013 cuando las monjas anunciaron su intención de sacar a la venta este convento, fundado en 1488 y declarado Bien de Interés Cultural, lo que conlleva la protección del espacio construido. Habían dejado de vivir en él cuatro años antes y buscaban una salida inmobiliaria para el que fuera su hogar, afectado por un importante deterioro por el paso de los años. Cuando gobernaba el PP, se habló de convertirlo en una sede vallisoletana de la red de Paradores Nacionales, pero aquella idea no fructificó.
Ahora, el ejecutivo local ha visto en el enclave la oportunidad para cumplir con una vieja reivindicación del centro: contar con su propio espacio municipal para la práctica del deporte y la celebración de eventos culturales y ciudadanos. Los diferentes contactos entre ambas partes han permitido ir ajustando las pretensiones de unas y las posibilidades de los otros. Cuando arrancó la operación, las religiosas pedían por el monasterio y la zona de huertas once millones de euros. Ahora se están barajando los seis, una cantidad que todavía podría rebajarse. Al precio del espacio habría que sumarle luego la inversión necesaria para el mantenimiento y puesta en valor de la sede religiosa, así como el coste de las nuevas dotaciones. El Ayuntamiento también ha barajado que el monasterio pueda convertirse en un hotel, de manera que el coste de la adquisición por parte de las arcas municipales sería menor, un extremo que el responsable de Urbanismo municipal no confirma.
Saravia considera que la adquisición permitiría generar «un gran eje cultural y turístico» desde San Quirce hasta el Colegio de San Gregorio, sede del Museo Nacional de Escultura, pasando por el Patio de Saboya, del Palacio Real, y la Iglesia de San Pablo. La intención del equipo de gobierno es que la operación pueda salir adelante este mismo año. Sería, junto con la eliminación de las rampas del aparcamiento de la Plaza Mayor, el otro proyecto estrella en materia urbanística antes de que concluya el presente mandato.
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