![Mónica de la Fuente y José Ignacio Carretero junto a la urna donde guardan los recuerdos de Maia.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202210/11/media/cortadas/monicayjoseignacio-kN0H-U180340502200YUB-624x385@El%20Norte.jpg)
![Mónica de la Fuente y José Ignacio Carretero junto a la urna donde guardan los recuerdos de Maia.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202210/11/media/cortadas/monicayjoseignacio-kN0H-U180340502200YUB-624x385@El%20Norte.jpg)
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Jamás olvidará Mónica de la Fuente aquel 21 de junio de 2015. Tras un sangrado ese día le dieron la peor de las noticias. «No recuerdo lo que dijo la ginecóloga, pero me bastó con verla la cara». Maia, el bebé que llevaba 18 semanas ... dentro de ella, había muerto. Cuenta con naturalidad todo el proceso y lo hace agarrando con fuerza la estrella de tela que lleva el nombre de su pequeña. Es su amuleto, le acompaña siempre, al igual que le acompaña su pareja, José Ignacio Carretero, para contar su testimonio.
Vuelve a recordar aquel día para que su historia ayude a otras familias que han pasado por lo mismo. Cuando recibió la noticia prefirió marcharse a casa «para asimilarlo» y poder hacer frente a todo lo que le esperaba al día siguiente. «Le hablé a mi hija y le dije: 'Maia, nos tenemos que poner de parto'».
Estaba en casa con su pareja y con la matrona que acudió para acompañarla al hospital, aunque no le dio tiempo a llegar. «Apenas me podía sostener y de repente, me sentí muy fuerte. Sentí mis piernas fuertes, un chute hormonal y en ese momento noté la cabeza de mi niña en mis manos», cuenta emocionada.
Recuerda a la perfección las palabras de la matrona. «Ahora tienes que dejarla marchar». Y Mónica volvió a hablarle a su niña. «Internamente le dije: Hija, puedes seguir tu camino». Agradece el haber tenido la oportunidad de cogerla en brazos, «el poder estar con ella, mirarla. Nos hicimos fotografías, le enseñamos la casa, le hablamos, nos despedimos».
Mónica de la fuente
Miembro de la Red el Hueco de mi Vientre
La recibió con «el mismo amor, la misma ilusión y el mismo cariño que a cualquier hijo vivo», asegura con la voz entrecortada. «De hecho, ese tiempo que la tuve sobre mi pecho me ayudó mucho el sentir a mi pequeña y despedirme para tener su recuerdo». Aunque no sabe explicar por qué, Mónica presentía desde el principio que su hija no llegaría a noviembre, su fecha de parto.
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Se hicieron fotografías con ella y tuvieron su momento de intimidad. «Por eso es tan importante el proceso de despedida y de ahí la labor de concienciar y formar al equipo médico. El momento de la presentación es muy importante para el posterior duelo, que el personal sepa cómo tratarlo es fundamental«, dice Mónica acompañada de una urna de cristal donde guarda las ecografías de Maia, piedras con su nombre escrito y frases que su hermana mayor, Vega le escribe en su recuerdo.
Cuando Maya nació, Vega tenía poco más de 4 años. «Es una lección de vida la naturalidad con la que tratan los niños la muerte en estas circunstancias», coinciden José Ignacio y Mónica. Cada año, cuando Vega sopla las velas, también Maya tiene su espacio, «las soplamos por ella».
A través de una piscóloga a la que conocía y dos años después de su pérdida Mónica dio con la Red el Hueco de mi Vientre, que este sábado inaugura un 'Rincón Blanco' en el cementerio de Las Contiendas para recordar a los bebés fallecidos.
En la Red, Mónica ha encontrado «miradas de igual a igual», ha conocido a gente que «no rehuye hablar de las pérdidas, sentir ese acogimiento ha sido sanador». Ese silencio social les hace mucho daño. «Fui a un entierro y eché en falta esos abrazos que se dan, ¿por qué a mi no? Es necesario hablar de ello y normalizarlo», asegura esta madre que, desde hace un año ha dado un paso más y se dedica a «devolver esa mirada».
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Junto a otras tres mujeres que han pasado por lo mismo, Mónica -que es coordinadora de la Red en Valladolid- es esa primera toma de contacto con los padres que han sufrido la pérdida de un bebé durante la gestación o poco después del parto. «Es el paso previo a formar parte del grupo de apoyo del que formamos parte».
Le resulta complicado resumir en pocos minutos una pérdida y un duelo que les acompañará siempre, pero hace el esfuerzo para que se de voz a la muerte perinatal. «Si las madres podemos hablar poco sobre ello, los padres aún lo tienen más difícil. Están más enseñados a guardar y tirar para adelante, pero también necesitan ese espacio para desahogarse», finaliza Mónica, que observa con cariño la urna de cristal donde guarda los recuerdos de su pequeña Maia.
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