El vallisoletano Antonio de la Rosa durante su aventura para alcanzar el Polo Sur Geográfico. Instagram

Un aventurero vallisoletano conquista el Polo Sur en solitario: «Me quedé tres días ciego»

Antonio de la Rosa recorrió en 39 días los 1.200 kilómetros que separan la Bahía de Hércules del Polo Sur Geográfico únicamente con esquís, un trineo de 70 kilos y bajo unas condiciones atmosféricas brutales

Eva Esteban

Valladolid

Lunes, 3 de febrero 2025, 19:34

Al vallisoletano Antonio de la Rosa le han llamado tantas veces loco -«en el buen sentido, pero también en el malo», matiza- que ha moldeado, a su gusto, su propia acepción de la palabra. «Cada uno con sus locuras. Para mí, loco es el ... que diariamente va a una cadena de montaje y está ocho horas ahí, de lunes a viernes, llevando una vida tradicional. Eso sí es una auténtica locura, yo moriría ahí», reconoce. Lo que él hace a sus 55 años, dice, no es más que un «estilo de vida».

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Un modo de vivir con el que este aventurero, que no olvida su tierra (en apenas quince minutos de conversación repite, en cada oportunidad que tiene, un 'aúpa Pucela'), acumula hazañas y proezas. La última, prácticamente recién completada: recorrer, en tan solo 39 días y en solitario, los 1.200 kilómetros que separan la Bahía de Hércules del Polo Sur Geográfico. Sin compañía, únicamente con esquís, un trineo de 70 kilos y bajo unas condiciones atmosféricas brutales.

Llevaba doce años con el proyecto «en mente», aunque no ha sido hasta ahora, después de vender una casa para tener financiación, cuando ha podido llevarlo a efecto. «A nivel mental, lógicamente, una expedición de este tipo es dura, pero sobre todo a nivel físico. Tener que soportar las condiciones, la progresión diaria de muchas horas en climas extremos... Arranqué el 9 de diciembre desde Bahía de Hércules, que es uno de los puntos costeros más cercanos al Polo Sur, y tras 39 días y muchos problemas conseguí llegar el día 17 de enero a ese ansiado Polo Sur», señala.

Lo relata con tal naturalidad y espontaneidad que parece fácil. Como si no hubiera estado más de un mes exponiéndose a temperaturas extremas, ventiscas de 50 kilómetros por horas y caminatas diarias, en algunos casos, de más de cuarenta kilómetros. O como si no hubiera tenido que «pasar tres días metido» en la tienda de campaña, ese hogar improvisado con el que despidió 2024 y dio la bienvenida a un nuevo año, para recuperar la visión, después de «achicharrarse los ojos» sin darse cuenta. «Me quedé ciego; es lo que se llama 'ceguera de las nieves'. Decidí quitarme las gafas de protección ocular, de máxima protección, porque pensé que al estar nublado no habría problema si iba mirando al suelo, pero se me quemaron las córneas y tuve que estar tres días en la tienda con los ojos cerrados, poniéndome una crema antibiótica», recuerda, desde el otro lado del teléfono, siendo «plenamente consciente» del cuidado que ha de tener desde entonces para que no vuelva a ocurrir.

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No fue una trayectoria nada fácil. Sobre todo al principio. Iba con la firme intención de cubrir todo el recorrido «en menos de treinta días». Tratar de hacer «un tiempo muy rápido» e incluso, si era posible, aproximarse al récord actual. Pero no dependía solo de su voluntad y preparación específica que llevaba (más de un año de entrenamiento). Había otro factor que resultó ser determinante: la climatología. «Sabía que dependía de las condiciones, de cómo me encontraba yo primero. La verdad es que he llegado en uno de los mejores momentos físicos de mi vida a esta expedición, pero en los primeros días había mucha nieve acumulada», apostilla De la Rosa, justo antes de concretar que «ha habido más nevadas de lo normal y esos primeros días tenía que ir abriendo huella».

«Para mí, loco es el que diariamente va a una cadena de montaje y está ocho horas ahí, de lunes a viernes»

Antonio de la Rosa

Aventurero vallisoletano

A todo ello, hay que añadir las jornadas en las que hubo «muchísimos vientos», otras de niebla cerrada en las que no se veía ni los pies y el hecho de haber «alargado las raciones de comida». Estiró de tal manera las porciones -solicitó a la organización un soporte de una semana de comida- que concluyó la expedición con 16 kilos menos de peso. Pero Antonio de la Rosa, experto en este tipo de retos (ha realizado catorce expediciones extremas), no desistió, mantuvo el intenso ritmo y finalmente logró alcanzar, exhausto, el Polo Sur. Ha sido, según admite, la prueba «más dura físicamente».

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Acaba de conseguir otro reto histórico, pero una «mente inquieta» como la suya, como él mismo reconoce, no puede dejar de plantear próximos desafíos y ya está planeando el siguiente. «Una cabeza como la mía siempre tiene que estar pensando en cosas y este verano haré alguna cosita que no necesite una condición física muy importante porque ésta me ha dejado muy cansado físicamente», subraya De la Rosa, al tiempo que avanza la próxima «gran aventura» que realizará en «dos o tres años»: cruzar a remo y en solitario el Océano Índico, el único que le queda, para convertirse así en la primera persona en atravesar los cinco océanos.

Tantas horas a solas con uno mismo dan para mucho. Aunque el desgaste físico es, sin duda, en lo que más hace hincapié este vallisoletano, el plano mental tampoco fue sencillo. Había días que se llevaba mejor y otros en los que tocaba apretar los dientes y seguir. «Tienes tiempo para todo, piensas en todo. Intentas tener la mente ocupada para evitar tener pensamientos. Yo me acordaba de mi familia, de los amigos, de mi empresa, en cómo mejorar... Pero siempre manteniendo la seguridad en cada paso que das», concluye este aventurero.

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