Valladolid
Autorizan el derribo del edificio donde unos okupas hallaron un cadáver momificadoValladolid
Autorizan el derribo del edificio donde unos okupas hallaron un cadáver momificadoEl Ayuntamiento de Valladolid ha concedido la licencia de obras para la demolición de un edificio ubicado en la calle Bailarín Vicente Escudero que ha sufrido infinidad de casos de okupación y en el que el año pasado una familia okupa halló el cadáver momificado ... de Antonio Torralba, un hombre que llevaba allí cinco años muerto.
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La propietaria del edificio solicitó el 17 de mayo de 2023 la licencia para echar abajo el edificio, un mes después de que se publicaran unas imágenes en las que se veía a unos okupas trepando por la pared del inmueble. La Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Valladolid del 9 de octubre finalmente ha acordado conceder esta licencia y de esta manera se da luz verde a la demolición de este bloque de viviendas con una superficie construida de 411 metros cuadrados.
El bloque, levantado en el año 1935, está dividido en tres plantas, cuenta con siete viviendas de entre 67 y 38 metros cuadrados y, además, tiene dos pequeños almacenes de 5 y 7 metros cuadrados. Todas estas dependencias acabarán reducidas a escombros y El Norte de Castilla se ha puesto en contacto con la propiedad para conocer si hay planes de construcción de un nuevo inmueble, una vez que se lleve a cabo la demolición, pero desde la familia de la propietaria no se han querido hacer declaraciones al respecto.
La historia de la okupación de este bloque comenzó a finales del mes de noviembre del año pasado, el día 27, cuando una familia intentó acceder de forma ilegal al interior del bloque (por entonces no se encontraba tapiado) y lo que encontraron en su interior fue el cadáver momificado de Antonio Torralba, un hombre de 60 años y el único inquilino del bloque, que habría muerto hace cinco. Fue la abogada de los okupas quien alertó a la Policía del hallazgo, aunque nunca fueron identificados.
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Tras lo sucedido, a finales del mes de diciembre, los propietarios del bloque decidieron «que lo mejor era tapiar el acceso a la vivienda» (la puerta y las dos ventanas del bajo) para evitar la entrada de okupas. También reforzaron la tapia lateral, aumentando la altura de la valla que protege el acceso a un pequeño patio interior y durante semanas la vigilancia policial patrullaba la zona y pasaba por el inmueble para comprobar que nadie estuviera dentro. Pero nada ha sido suficiente para librarse de los intentos de okupación y son varios los vecinos que aseguran que, a día de hoy, sigue habiendo personas que acceden al interior del edificio.
Con esta demolición se pone punto final a un bloque de viviendas conflictivo y son varios los vecinos que han mostrado abiertamente su satisfacción por la autorización otorgada para derribar el inmueble. No obstante, otros tantos han preferido mantenerse en el anonimato.
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María Elena de Vega y Marcelo Vergaz viven en el edificio de al lado y se muestran contentos por la noticia del futuro derrumbe del edificio. «Los okupas saltan y dicen que se llevan el aluminio, el hierro y lo que pillan. Está muy tapado, pero se las deben de apañar para saltar», explica María Elena para que después tome la palabra Marcelo, quien habla sin paños calientes de la inseguridad que generan, a su juicio, esos 'vecinos'. «Un día salí del portal y me encontré a uno haciendo sus necesidades en el bordillo. Son gente drogada, de mala reputación, que se sientan luego en la calle a beber y a lo que sea», explica este hombre, que reconoce sentir alivio porque piensa que el derrumbe de este edificio acabará con este tipo de problemas en su calle.
Miguel Ángel Gómez tiene un trastero frente al edificio que se va a demoler y reside en una calle paralela. «Sigue okupado. Sube y baja gente», explica este vecino de la zona, que sacó su lado más empático cuando se le preguntó si los okupas generaban complicaciones en la zona. «No sé si dan guerra o problemas, creo que simplemente vienen a dormir. Ojalá nadie tuviese que vivir de esta forma», sentenció este vecino, que se puso en la piel de las personas que acceden al inmueble sin consentimiento.
David Rico y Leticia Santos llevan buena parte de su vida residiendo enfrente de este edificio y relatan así lo que ven frente a su casa desde finales del año pasado: «Desde que encontraron el cadáver se mete gente. Da igual que lo hayan tapiado porque se meten por las ventanas. No sé si lo mejor para nosotros es demolerlo, pero que hagan algo porque casi siempre hay alguien. Se siguen metiendo», explica Leticia para que después David señale que los okupas «no se meten con nadie. Aunque tienen pinta de toxicómanos y aparentemente lo que hacen es consumir», concluye esta pareja de vecinos, que ven en esta demolición una buena noticia para el vecindario.
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