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El primer servicio de transporte urbano que tuvo Valladolid fue el tranvía, al principio de tracción animal y a partir de septiembre de 1910, eléctrico. Todo comenzó en 1879, cuando Eduardo Barral constituyó la Sociedad General de Tranvías Interiores de Valladolid, con objeto de acercar la Estación de Ferrocarril del Norte a la población. Barral explotó el negocio hasta que dificultades económicas, motivadas por la escasa prosperidad del mismo, le obligaron a venderlo a una sociedad belga, que entre 1899 y 1909 gestionó los tranvías de sangre vallisoletanos. Se trataba de cuatro coches que cubrían el trayecto entre la Estación del Norte y San Pablo por 15 céntimos (10 era lo que costaba el trayecto más corto).
Sin embargo, en el primer lustro del siglo XX, el transporte a base de tracción animal ya se consideraba anticuado y hasta antieconómico, de ahí que la compañía belga se comprometiera ante el Ayuntamiento de Valladolid a electrificar el negocio. Así se hizo a partir de 1907. Pero era una empresa tan ambiciosa como costosa: incapaces los belgas de afrontarla con mínimas garantías, la instalación de la Electra Popular Vallisoletana abrió nuevas vías de actuación. Fue entonces cuando acudió al promotor y gerente de la misma, Santiago Alba Bonifaz, que además era propietario de El Norte de Castilla, para acometer el proyecto.
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Alba y el empresario aragonés Basilio Paraíso constituyeron, en enero de 1910, la Sociedad de Tranvías de Valladolid. La inauguración oficial se celebró el 7 de septiembre de 1910. La primera línea, de Circunvalación, recorría la Plaza Mayor, Calle de Santiago, Plaza y Paseo de Zorrilla, Plaza de Toros, Carretera de Salamanca, Arco de Ladrillo, Paseo del Príncipe, Paseo de Filipinos, Plaza de Colón, Acera de Recoletos, calles Miguel Íscar, Duque de la Victoria, Lencería y Quiñones hasta regresar, nuevamente, a la Plaza Mayor.
En vigor aún los tranvías eléctricos, en el año 1927 el Ayuntamiento registraba la petición del empresario de Peñafiel Cipriano Díez Platero para explotar un servicio de autobuses. Con la condición de satisfacer un canon anual de 500 pesetas, el 23 de junio de 1928 inauguraba la primera línea entre la Plaza Mayor y el barrio de las Delicias; el precio del trayecto oscilaba entre los 10 y los 15 céntimos. Otras tres líneas comunicarían el centro de la ciudad con los barrios de San Isidro, La Rubia y el Canal de Castilla.
En enero de 1929, «Automóviles Valladolid S.L.», como se llamaba la empresa, establecía cinco itinerarios: Fuente Dorada-San Isidro; Plaza del General Primo de Rivera (antes Plaza Mayor)-Delicias; Fuente Dorada-Plaza de Toros; Plaza del General Primo de Rivera-Canal de Castilla; y Fuente Dorada-Cementerio. Luego establecería una nueva línea hasta el Pinar de Antequera, lugar de ocio de muchos vallisoletanos durante el fin de semana. Pero los problemas económicos motivaronel fin de la concesión, que en 1932 pasó a la Sociedad Anónima de Importación y Ventas, incapaz también de explotar el servicio con garantías. De ahí que meses más tarde éste pasara a la Sociedad de Transportes de Automóviles (S.A.T.A), filial de la Constructora Naval, que puso en marcha tres grandes rutas: Canal-Delicias, Rubia-Cementerio y Rubia-Pilarica. Las tarifas oscilaban entre los 10 y los 20 céntimos. La línea del Pinar de Antequera, inicialmente autorizada de manera provisional, quedaría fijada en mayo de 1936.
Hermanos Carrión
Durante la postguerra, ya sin tranvías en la ciudad, se afianzaron cuatro líneas de autobuses: Rubia-Plaza Mayor-Canal; Plaza de Toros-Estación del Norte-Fuente Dorada-Santa Clara; Fuente Dorada-El Campillo-Las Delicias; y Fuente Dorada-Pilarica, además de la que conectaba la ciudad (Plaza Mayor) con el Pinar de Antequera. Pero en 1945, la SATA, que solo disponía de 5 autobuses, decidió traspasar el negocio a Marcial Carrión, representante de la empresa Hermanos Carrión, que lo explotaría hasta 1979. Los usuarios de los autobuses de Carrión entraban por la puerta trasera. Allí, el cobrador expendía los billetes, cuyo precio oscilaba según el recorrido, pero sin rebasar nunca 90 céntimos en las paradas más alejadas, a excepción de servicios especiales (corridas de toros, partidos de fútbol, etc.), que costaban 1,50 pesetas.
En los años 50 y 60, Carrión iría ampliando las líneas al compás de la creación de nuevos barrios y polígonos oficiales de vivienda, y a requerimiento del Ayuntamiento. En 1957 ya había puesto en funcionamiento ocho líneas de autobuses urbanos, además de las que unían la capital con pueblos cercanos, en concreto Valladolid-Torrelobatón y Valladolid-Encinas. Sus cocheras quedaron ubicadas en 1966 en el Camino Viejo de Simancas. Pero los años 70 introdujeron retos de mayor envergadura para las políticas de movilidad, toda vez que Valladolid llevaba tiempo experimentando una frecuente congestión, con un tráfico rodado cada vez mayor y menos fluido.
Nace AUVASA
Cuando en abril de 1979 se celebraron las primeras elecciones municipales de la democracia, que en Valladolid ganó el PSOE liderado por Tomás Rodríguez Bolaños, Carrión S.A. atravesaba por problemas económicos, hasta el extremo de proponer al Ayuntamiento una subida de tarifas de 4 pesetas. El Consistorio no lo aceptó. Carrión renunció al servicio y el Ayuntamiento se hizo cargo del mismo. El Pleno municipal del 3 de enero de 1980 aprobaba la municipalización, que se haría siguiendo la fórmula jurídico-económica de sociedad anónima y capital totalmente desembolsado por el Ayuntamiento, con 17 votos a favor (PSOE y PCE) y 11 en contra (UCD, AP y Grupo Independiente). Primero se creó la empresa Vallisoletana de Transportes Urbanos Sociedad Anónima (VATUSA), que en los meses siguientes contrató a más personal, gestó la gratuidad del billete a jubilados y pensionistas, y puso en funcionamiento 22 líneas de autobuses, 16 de las cuales eran radiales, 4 diametrales y 2 perimetrales. Las primeras tenían sus cabeceras en la Plaza Mayor, la Plaza de España, la Plaza del Poniente, Plaza Zorrilla y la Estación de Autobuses; las diametrales, en La Rubia y Las Delicias; y las perimetrales en el Centro de Salud de La Pilarica. Además, las líneas radiales ofrecían trayectos interurbanos conectando la ciudad con Simancas, la Overuela y el Pinar de Antequera.
La Memoria sobre municipalización del servicio de autobuses urbanos sentó las bases para la extinción de VATUSA y la creación de Autobuses Urbanos de Valladolid, S.A. (AUVASA). Esta se produjo en el pleno del 6 de mayo de 1982 por 17 votos a favor (PSOE y PCE) y 9 en contra (UCD y AP). Rápidamente se puso en marcha el nuevo sistema de gestión, consistente en una Junta General que sería el Pleno del Ayuntamiento; un Consejo de Administración compuesto por tres concejales, un representante de las asociaciones vecinales, otro de la Cámara Oficial de Comercio e Industria, dos del comité de los trabajadores y dos técnicos.
José Constantino Nalda, primer teniente de alcalde, fue nombrado presidente del Consejo de Administración (en 1983 sería sustituido por el concejal de tráfico Pascual Felipe Fernández). El primer gerente, nombrado el 28 de mayo de 1982, fue el exconcejal delegado de Transportes del Ayuntamiento de Madrid José Luis Martín Palacín. En aquellos momentos, los precios de los billetes iban desde las 12 pesetas para los anteriores a las 9 de la mañana hasta las 18 pesetas del billete ordinario y las 22 en domingos y festivos.
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