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Es lo que tiene el deporte urbano, que no hace falta que un alcalde corte la cinta para inaugurar. Si está hecho, se usa. Y punto. Decenas de 'skaters', 'rollers' y 'bikers' han asaltado –ojo, pacíficamente– la nueva pista de Las Moreras. No ... hay vallas que valgan. Se retiran y adentro. Dice Félix Rondreux, tabla en mano, que eso significa que «había muchas ganas». A sus 46 años 'surfea' con habilidad por el 'bowl', espacio estrella de esta oferta: una gran bañera de hormigón plagada de curvas y pendientes, que permiten hacer multitud de trucos y coger una velocidad considerable. Cerca, sus hijos, Alex y Pablo, siguen su senda, aunque aún con los patinetes.
El espacio habilitado por el Ayuntamiento en pleno centro es un éxito. «Esto estaba muerto de asco, había un circuito de educación vial abandonado y ahora mira», dice Manu 'Cas' señalando a sus colegas mientras disfrutan sobre ruedas. Koli apuntala: «Llevo siete años patinando y aquí se está juntando toda la gente que he conocido en este tiempo».
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Nada que ver con 'el chapas', el parque situado junto al estadio, denominado así por el material de sus módulos. Lo de Moreras es otra dimensión, según recalcan estos expertos, que, además, miman la zona. «Ya hemos venido con escobas para quitar el polvo de la obra y habría que revisar esa junta porque se ha levantado una de las placas y puede crear problemas», plantea Rubén Martín. Por lo demás, todo 'ok', como confirma la viguesa Rebeca Dávila, montada en un bici de BMX con la que sobrevuela este recinto a diario.
Aquí ha funcionado la política de los hechos consumados. El Consistorio aún no ha recibido la obra –lo hará el 2 de septiembre– y eso impide el estreno oficial. La zona tiene que estar acotada. ¿Pero cómo desaprovechar días de patinaje? De eso, nada. Los jardineros les han llamado la atención en alguna ocasión y también la 'poli', pero la cosa no ha ido a más. Reconoce la concejala de Medio Ambiente, María Sánchez, que «es comprensible», al tiempo que se alegra de la buena acogida de esta propuesta de ocio saludable, solicitada en los presupuestos participativos, en un parque que siempre ha estado marcado por el botellón.
En esta pista, en cambio, se consume agua o alguna bebida energética. El alcohol no cuadra con el riesgo de unas disciplinas al límite. Se gastan cascos y rodilleras y la fraternidad reina como en las playas, donde hay que pedir turno para coger la ola. Aquí, igual. Una colisión en una barandilla, en las rampas o en el 'bowl' puede ser peligrosa. En la media hora de charla con estos 'ilegales' hay algún trompazo, pero, como si tuvieran un resorte, se levantan y vuelven al lío. Es lo que tiene el deporte urbano, que los que lo practican son de goma. Todo ventajas.
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