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Aplausos para los trabajadores de Aquavall en Aldaia: «Sientes mucha impotencia»No es un trabajo de los que se aplauden. Casi es invisible hasta que, de pronto, resulta molesto. Porque cortan una calle, porque te quedas sin agua unas horas, porque amanece una zanja que tarda días o semanas en cicatrizar. O porque de pronto la Plaza Mayor, como esta misma mañana, parece una piscina ... porque la rotura de una acometida nunca pide permiso. Y sin embargo Álvaro González, Fernando Álvarez, Adrián García y Jesús García han recibido aplausos, como su camión, al entrar en las calles de Aldaia, en Valencia, dispuestos a echar una mano. Estos cuatro trabajadores de Aquavall, la empresa pública del agua de Valladolid, han regresado ya de allí, pero solo porque otros compañeros han cogido el relevo. Y dentro de unos días, aseguran, volverán a acudir. Porque hay trabajo, dicen, para mucho tiempo.
«El primer día que llegas sientes mucha impotencia. De hecho, te sientes mal, te da mucho bajón de ver cómo está aquello. Y eso que nosotros hemos estado en la parte que está más recuperada, en Aldaia», dice Jesús García. Barro, mucho barro. Atascos. Los aseos portátiles, como los de los conciertos, «pero muy limpios», aclaran, han tomado las calles porque los baños de las casas no se podían utilizar. Con las alcantarillas atrancadas, lo de tirar de la cadena es jugar sobre seguro a las averías. Por eso ellos, en cuanto vieron las imágenes, se ofrecieron voluntarios para acudir. Porque saben lo que toca, pero sobre todo porque, además, tenían la herramienta necesaria. Vamos a decir La Herramienta. Un camión «de tres ejes con un peso de 26 toneladas, que cuenta con una capacidad de almacenamiento de 10.000 litros de agua y que está equipado con mangueras y herramientas específicas para la limpieza y desatasco de redes de saneamiento y drenaje», lo describía Aquavall cuando anunció que partían para allá.
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Y aun así, hay tareas con las que no podía. Un garaje completamente inundado que hubiera requerido muchas jornadas de achicar agua sin parar, por ejemplo. Porque tal es la situación de necesidad que la gente, al ver el camión de Aguas de Valladolid, se buscó la vida para pedir ayuda. «Incluso contactaron por el canal de usuarios de Aquavall y me llegaban a mí las llamadas», dice Jesús García. «Fuimos a atender un caso en un garaje. Y bueno, le dije a la señora que era imposible de atacar con nuestros camiones porque no teníamos capacidad para hacerlo. Era un trabajo a lo mejor de dos o tres semanas achicando agua. Era muy complicado. Y luego fui a atender también a otra persona de Picanya que se puso en contacto con nosotros por el canal de usuarios».
Nuevas imágenes de nuestros operarios de @aqua_vall en Aldaia.
— Ayto. de Valladolid (@AyuntamientoVLL) November 12, 2024
Los efectos de la #DANA son aún muy visibles dos semanas después de la catástrofe.
Queda mucho trabajo por delante para recuperar por completo la red de #saneamiento.#ValladolidSolidaria pic.twitter.com/BCOMb8errs
Pero su labor sí ha permitido que mucha gente pudiera volver a utilizar el baño de su casa. Porque había barro ya solidificado. «Cuesta más sacarlo, pero lo acabamos sacando. Con este camión lo acabamos sacando. Había calles cerca del barranco que estaban usando servicios sanitarios y gracias al camión ya pueden usar el baño en casa, tener el agua. Porque en las casas además, claro, la gente sigue... Tienen que bajar a la calle a usar los sanitarios para hacer sus necesidades», explican.
También evitaron que hubiera más problemas con la llegada de la temida segunda DANA. «El miércoles anunciaban una segunda DANA, que gracias a Dios quedó en un susto, y nos pusimos a trabajar sobre esas zonas que pudieran ser más influenciables de cara a que el cauce del barranco que pasa por Aldaya pudiera llevar su caudal». Llovió, y llovió bastante, aunque no tanto como se temía. Y al regresar a la zona que habían desatrancado el día anterior, no había ni un charco. Misión cumplida.
«El camión que hemos llevado ha hecho una labor impresionante», dicen. El camión. Como si el camión operara solo. Como si junto al camión no estuvieran ellos tirando de pala y de lo que hiciera falta. «Hemos tirado barriendo. De todo, de todo lo que podíamos hacer. Incluso si alguien de algún domicilio o de algún local nos necesitaba, pues echarle una manilla», dicen todos. Y todos son todos, también el capataz, que no sale en la foto porque está en Aldaia. «Quiero agradecer al capataz que ha estado allí con nosotros, a Javier Tristán, que ha sido uno más, ha sido el primero que se ha agarrado a la escoba, a la manguera… Los días que te faltaban las fuerzas, nos hacía reír, nos daba un poco de ánimo. Y le quiero dar las gracias porque ha sido un compañero más. Ahora está allí, le mando un abrazo muy fuerte», dice Fernando Álvarez.
«La gente ha sido muy cariñosa, muy agradecida con 'los de Valladolid'. A los de Valladolid nos aplaudían desde los balcones como cuando la pandemia. Se ve que lo que han pasado... Que están agradecidos con Valladolid», recuerdan. Y quizá sea eso, esa gratitud, esa conciencia de que su trabajo en esas circunstancias es más importante que nunca, el que les lleva a querer volver. A pesar de que eso tiene un efecto dominó en su trabajo y en sus propias vidas. Dejar a la familia unos días, los críos al cuidado de los padres, que los compañeros que se quedan asuman las tareas de los que no están… Y en plena época prenavideña. El tiempo en Valladolid, de momento, acompaña. Pero, como se ha visto este mismo lunes, nunca se sabe cuándo va a saltar la próxima avería o la siguiente emergencia. «Los compañeros que se quedan están haciendo el esfuerzo de suplir las guardias y el trabajo que no pueden hacer ellos aquí», explica Jesús García. «Al final somos todos un equipo porque desde el alcalde, pasando por el concejal, pasando por el gerente, que autorizó a llevar los equipos allí, pasando por los compañeros nuestros que son los que están echando más horas... Es cosa de todos».
A los cinco que acudieron en primera instancia les ha relevado otro equipo de tres personas con el mismo camión. La semana que viene volverán a rotar. Porque hay trabajo para mucho tiempo. Porque tienen la sensación, dicen, angustiosa, de que «no has hecho lo suficiente». Así que advierten de que volverán las veces que haga falta «hasta que se normalice un poco la situación».
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