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Emma, 8 años, es la joven ocupante del 'camarote del erizo', el curioso nombre que recibe la habitación 1007 del hospital Río Hortega, en esta zona de ingresos pediátricos que ha sido bautizada como 'La isla de los piratas'. Lleva cuatro días hospitalizada. Incómoda ... todavía después de que le hicieran una punción lumbar. Cansada por tantas pruebas, tantos tubos, tantos cables. Aburrida porque no hay amigos cerca, porque su madre le regula (claro) el tiempo de la tablet, porque echa de menos la vida que sigue ahí afuera del hospital, con un sol cada vez más generoso para las tardes en el parque. Emma está tumbada boca abajo en su cama, las persianas del camarote bajadas, cuando alguien llama a la puerta.
Toc, toc.
«¿Podemos pasar?»
Quienes preguntan son Leticia Pina (20 años) y Mario González (16), dos voluntarios de Cruz Roja Juventud que se han acercado a ver a Emma por si le apetece jugar. Con los chalecos rojos que les identifica como emisarios de la ONG, Leticia y Mario forman parte del programa de atención con infancia hospitalizada. Gracias a él, visitan y acompañan a menores que atraviesan un duro trance: permanecer ingresados (por diversas causas) en un hospital. Este lunes, 13 de mayo, es el Día Internacional de la Infancia Hospitalizada, y Cruz Roja ha prestado (durante al año pasado) atención a 542 menores de Valladolid que se han encontrado en algún momento en esta situación. Chavales como Emma.
Dos veces a la semana, los voluntarios (una veintena de personas, la mayoría de Cruz Roja Juventud) acuden a los hospitales Clínico y Río Hortega para encontrarse con estos chavales y hacerles la tarde un poco más agradable. Les proponen juegos, les proporcionan juguetes, les invitan a pintar o participar en manualidades. Cuando llegan al hospital, los trabajadores les facilitan un listado con los niños que están allí ingresados. Algunos están aislados y no pueden salir de su habitación.
«En esos casos, les entregamos un 'kit' con pinturas, máscaras, pasatiempos», cuenta Raquel Pascual, técnica provincial del proyecto de infancia hospitalizada. Si los menores pueden salir de su cuarto (de su 'camarote'), los voluntarios los visitan y les invitan a acercarse hasta la zona de juegos. «Los más pequeños están encantados y vienen en cuanto sus padres les animan un poco. A partir de los 13 o 14 años ya es más complicados, porque están entretenidos con el móvil y es difícil sacarles de ahí», cuentan los voluntarios del proyecto.
Leticia Pina visita los hospitales desde hace año y medio. Ha estudiado Educación Social y empezó aquí su tarea de voluntariado con el objetivo de conseguir créditos para la carrera. Antes ya había colaborado con Asalvo y varias iniciativas en los centros de acción social. En cuanto descubrió este plan de visitas a los hospitales, supo que aquí tenía mucho que aportar.
«Lo decidí cuando tuvimos que acompañar durante varias semanas a un niño de 6 años al que habían traído desde Guinea-Bissau para operarle por un tumor en el cuello. Había venido, por un programa solidario, sin su familia, y aquí casi solo nos tenía a las enfermeras y a nosotros. Ahí fui consciente de la importancia de este proyecto», cuenta Leticia, quien tampoco olvida otras situaciones vividas durante estos meses. Por ejemplo, aquella niña hospitalizada después de una agresión familiar. O aquella otra que, con tan solo un añito, sufrió un ictus que le paralizó medio cuerpo. «La mayoría suele ser por intervenciones sencillas, como una apendicitis, pero también te encuentras con casos más complicados», asegura.
A su lado, Mario González, anima a los peques a jugar con él. Hacer puzles, pintar, subirse a uno de los coches con los que pueden pedalear por un pasillo del hospital. «Empecé en verano para no aburrirme, por tener algo que hacer. Y la experiencia es muy enriquecedora», cuenta. Durante un par de horas, acompañan a los menores y esto supone también «un respiro para sus familiares, que durante ese tiempo pueden salir a tomar un café o ir a casa a buscar algo que necesiten», cuentan, mientras muestran un arcón lleno de los juegos y actividades que ofrecen a los niños hospitalizados.
Este proyecto de Cruz Roja cuenta con la subvención de laJunta, a través de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, y está financiado con cargo a la asignación tributaria del 0,7% del IRPF.
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