Apolonia Robledo Serna 'Poli', como todos la conocen, ha celebrado muchos cumpleaños, pero el del pasado sábado fue, sin duda, uno de los más especiales. Sopló 107 velas y lo hizo con una sonrisa llena de vida. Con el «deseo de llegar a los 110» y con la «pena» de que coincidiera con el estado de alarma por el coronavirus, lo que le impidió reunir a toda su familia. Pero no estuvo sola. Hasta el portal de su casa, en la calle Fuente el Sol de Valladolid, se acercó una patrulla de la Policía Local para desearle un cumpleaños muy feliz, mientras todo su barrio, La Victoria, aplaudía.
Publicidad
Nació en Rasuelos, en la provincia de Ávila, y llegó a la capital vallisoletana con tan solo 14 años para trabajar (su padre, jornalero, no podía mantener a los nueve hijos). «Me mandaron a cuidar a una niña y cuando llamé a la puerta el padre, al verme, me dijo ¿Pero a quién vas a cuidar tú, si estás para que te cuiden a ti?», recuerda entre risas. Ganaba «cuatro duros» al mes como doncella, y a los 23 ya era cocinera para una familia adinerada en la calle Teresa Gil. «Era la época de la Guerra Civil. Aquella época fue una pena. Ser de partidos diferentes no es para matar a nadie. Eso lo he vivido yo. ¡Qué recuerdos, cómo moría la gente! Desde luego, cuanto más vive uno, más cosas ve. Qué pena da», lamenta.
Noticia Relacionada
Se casó en Valladolid. Con su marido, Santiago, camarero en el bar Chicote, tuvo dos hijos, Santiago y María Rosa, que le han dado dos nietos y dos biznietos de los que está «muy orgullosa». Enviudó con 75 años, pero Poli salió adelante con «alegría y positividad». «Mi ilusión es llegar a los 110 años. No estaría nada mal, ¿verdad? Pero más… ¿para qué?, aunque si sigo como estoy, puedo llegar a otros cien», bromeó instantes después de soplar las velas. Es toda una superviviente. Ha vivido dos guerras mundiales y una guerra civil. Ha superado también la pandemia de la gripe española que acabó con la vida de alrededor de 50 millones de personas y, ahora, con la crisis sanitaria del coronavirus, cuenta que «lo que peor» lleva es no poder ver a los suyos. «Es una gripe muy mala. Vaya cosas que hay en la vida. Esto no me lo podía imaginar yo», confiesa esta mujer.
Su pasatiempos favorito son las cartas. Hasta «hace poco», bajaba a jugar su partida diaria de brisca con todas sus amigas. «Ahora ya no jugamos, pero a mi se me daba muy bien», presume. «Concha, Carmen y Gloria son algunas de mis amigas, pero son mucho más jóvenes que yo. Hablamos por teléfono y nos contamos las cosas que hacemos. En la brisca yo tenía más picardía que ellas y por eso las ganaba», apostilla sonriente esta centenaria, risueña y coqueta, a la que le gusta acicalarse y lucir labios y uñas color carmín.
El sábado el teléfono de su casa no paró de sonar. Todo su entorno la llamó. Siempre celebran su cumpleaños por todo lo alto, pero esta vez no pudo ser. «Los 100 y los 105 los celebramos como en una boda. El resto de los años nos juntamos los más allegados. A los 110 ojalá podamos volver a hacer una gran fiesta, como ella desea. Esta vez por el coronavirus, no nos hemos podido reunir», asevera su hija Rosa.
Publicidad
Poli, que sigue viviendo en su casa, dice «no entender mucho lo de la cuarentena». «Yo lo de la cuarentena no lo entiendo mucho. Son cosas muy raras. Sólo sé que no he podido celebrar mi cumpleaños con la familia, pero para otro año será. Que viniera la policía a felicitarme me parece muy bien. Fueron muy simpáticos conmigo. Soy feliz. Tengo cuidadora, ayuda para la limpieza, tengo a mi familia que me quiere y el cariño de la gente, no le puedo pedir más a la vida», concluye esta centenaria «con alma joven».
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.