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Con 78 años y la toga puesta: «Quería seguir como abogado, no me gustan las cartas»Con 78 años y sin intención de colgar la toga. Eustaquio de la Cruz, abogado vallisoletano, es uno de los letrados en ejercicio de la provincia más veteranos. Así lo refleja el DNI. Un número que no le ha impedido dejar una de sus pasiones, ... la abogacía, por mucho que los que le rodean, los de su quinta, ya hayan aparcado el trabajo por las partidas de cartas. Muchas cuestiones se planteó a la edad de jubilación, pero la respuesta la tenía clara.
«Veo a todos mis compañeros y amigos jubilados que se ponen a jugar al mus y al dominó... y yo no sé tener las cartas en la mano, no me ha gustado. En vez de jugar a eso que no me gusta, quería seguir con lo mío. De la forma que yo quería», incide con una sonrisa en la boca De la Cruz desde su despacho repleto de enciclopedias de Derecho y trámites aún por hacer.
Tanto es así que Eustaquio, de familia de abogados (su padre, Manuel de la Cruz Presa, fue el último presidente de la Audiencia Territorial de Valladolid), siguió ejerciendo para atesorar actualmente 43 años en activo. Y los que quedan. «Evidentemente he tenido que bajar el ritmo. Ahora llevo las cosas que quiero. Y si me toca algo más complejo, tengo el apoyo de mi hija que también es abogada. Ahora mi vida se diferencia muy poco de cuando tenía 60 años, pero sí noto la edad. Cuando tenía diez años menos me tiraba una tarde de seis horas trabajando y cuando lo dejaba era cuando notaba el bache, pero con dos horas y media ya tengo que parar porque empiezo a tener fallos», incide el veterano letrado, que antes de ser abogado intentó durante diez años sacarse la oposición a notario.
Finalmente cogió las riendas de la abogacía a principios de los años 80 para no abandonarla hasta el momento. Y sin una fecha clara para la jubilación. «Mientras la vida me deje... Van apareciendo problemas, por ejemplo tengo que llevar aparato para el oído a los juicios porque sino me pierdo cosas. Eso indica que estás empezando a fallar y lo tienes que aceptar, el DNI no te perdona nada. Son 78. ¿Cuánto? Mientras pueda cumplir y no tenga fallos... Ahora, no te puedo decir cuándo me jubilaré porque no lo sé», agrega antes de hacer un repaso por cómo ha cambiado estos años la abogacía.
«Hay cosas que con el paso del tiempo van apareciendo. Telégrafo, móvil, Internet, inteligencia artificial... y a todo eso hay que darle entrada en el derecho. No lo he tomado como un reto, pero tienes que hacer una inmersión técnica en vez de lingüística. La sociedad, con el tiempo, cambia y eso el derecho también lo recoge», reflexiona Eustaquio.
Ahora su legado lo empieza a recoger su hija. Le acompaña en el día a día para convertirse, aunque sea trabajo, en una actividad paternofilial. «Tengo la suerte de tener una hija que me continúa y ya tengo la cosa de que no me equivoco yo solo. Hablamos, consultamos... y si nos equivocamos, lo hacemos los dos. Equivocarme con mi hija no deja de ser una pequeña aventura que también me gusta, nos podemos equivocar todos, no somos dioses y obviamente nos equivocamos. Los jueces nos lo dicen muchas veces y tienes que aguantarlo y soportarlo porque son las reglas del juego», reitera el letrado, aún con vitalidad para presumir, a su edad, que aún se anuda las zapatillas para salir a correr por su querido Peñafiel. «Me encuentro vitalmente muy bien para la edad que tengo», concluye.
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