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«No hicimos ninguna heroicidad, es nuestro trabajo. Tenemos la suerte de tener formación y de contar con un aparato adecuado», dicen Alberto y Juan Ángel. No llevan capa, aunque a veces visten de uniforme azul y negro y llevan placa. Son héroes anónimos, aunque no se reconozcan en esa piel. Porque estos dos policías locales, junto a otros tres agentes municipales y nacionales, salvaron la vida a un hombre de 60 años que el pasado miércoles –día 9– estaba sufriendo una parada cardiorrespiratoria en pleno Duque de la Victoria.
Cuando al filo de las doce del mediodía entró por la radiopatrulla una llamada no lo dudaron. Al tener conocimiento de que la vida de una persona pendía de un hilo, desplegaron el dispositivo. La respuesta fue inmediata. Estaban en el lugar acertado en el momento oportuno. En cuestión de segundos llegaron a la altura del número 17 de la céntrica calle, frente a una de las farmacias. «Nos llamaron desde la sala diciendo que había una persona que podía estar sufriendo una parada cardíaca y salimos corriendo. Cuando llegamos ya estaban dos compañeros de Policía Local ayudándole, estaba inconsciente», recuerdan estos agentes, con una amplia trayectoria en el cuerpo municipal de seguridad.
Las frases
Alberto, policía municipal
Juan Ángel, policía municipal
Pero no fue hasta su llegada cuando lograron auxiliarle. Porque era su vehículo patrulla el que estaba equipado con el desfibrilador con el que cuenta cada distrito que integra la división por zonas de la Policía Municipal (un aparato por cada uno de los cinco distritos, en este caso el quinto, que comprende el casco histórico). «En todas las actuaciones que vemos que podemos necesitarlo bajamos del coche ya con el desfibrilador DESA, por si pudiera hacer falta. Es un protocolo, no queda nada a la improvisación», insiste Alberto.
Y así fue. No dejaron ni un solo cabo suelto. Aplicaron de forma estricta el protocolo que les guía en este tipo de intervenciones –reciben formación continua sobre el uso de estos dispositivos médicos y cómo enfrentarse a estas situaciones–. No pararon de practicarle la reanimación cardiopulmonar, aguantaron sin cesar hasta la llegada de los servicios médicos.
No lo hicieron solos. También fue «vital» la colaboración ciudadana, pues un médico fuera de servicio, que no vivía en Valladolid y que justo en ese momento pasaba por la zona, prestó su ayuda para salvar al hombre.
«Era el día para que saliera todo bien. Se juntaron una serie de factores que ayudaron: nosotros con el desfibrilador cerca, los otros dos compañeros que llegaron al instante, el agente de la Policía Nacional que también estaba cerca, el médico que nos ayudó hasta que llegaron los servicios médicos...», cuentan.
Los sanitarios estabilizaron al paciente y, antes de trasladarle al hospital, les dieron la buena noticia: «Tenía pulso y saldría adelante». «Te vas feliz y contento porque ese viaje ha salido bien; nos sentimos aliviados», admite Juan Ángel, parapetado con una mascarilla bajo la que se adivina una enorme sonrisa.
La confirmación de que esta vez había salido todo bien llegó unos días después. Una agente municipal que también intervino en aquella ocasión se cruzó «por casualidad» con el hombre y su esposa. «Nosotros no hemos podido hablar con él, pero a ella le dijo que estaba bien, contento y agradecido», explican. Siempre recordarán el 9 de febrero de 2022 con cariño. Se llevaron la mejor recompensa: salvar la vida a una persona.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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