El suyo es un amor a prueba de todo. Un amor nacido del Tinder y del confinamiento. Un amor a miles de kilómetros pero compensado con miles de horas de conversación por videoconferencia. La romántica historia del vallisoletano David García Rodríguez y de la ... ecuatoriana Patricia Astudillo arrancó al tiempo que la pandemia. Todo gracias a que la famosa aplicación de citas activó una promoción durante el confinamiento para que usuarios de todo el mundo pudieran contactar gratuitamente.
Publicidad
Así, Patricia, que reside en Quito, hizo 'match' con David. «Yo estudié el Master de Comunicación Política en Salamanca en 2012 y, por eso, mi pasaporte de Tinder lo activé en España. Me encantan las motos y lo primero que me atrajo de David fue la fotografía que tenía en su perfil con una moto. Hicimos 'match' y empezamos a hablar», cuenta ella. «Al principio era una simple amistad. Pero llegó un momento en que dejó de serlo. Yo tenía el teléfono permanentemente en casa en modo videollamada con David. Hacía compras con él, cocinaba con él… y nos dimos cuenta de que teníamos muchísimas cosas en común. Pronto empezamos a hacer planes para conocernos», añade.
David, que se considera «todo un clásico», cuenta que quería «hacer las cosas bien» y que, antes de conocerse en persona, para él era necesario dar el paso de «hacerse novios formales». Ni corto ni perezoso, preparó una especie de contrato para hacerse novios virtuales. «Se lo entregué durante una cena, que por la diferencia horaria era su desayuno. Eso fue el 14 de mayo», cuenta David. A Patricia, que se considera menos tradicional, le encantó la sorpresa. «Yo empecé a buscar chicos de otros países porque no encajaba con los ecuatorianos por su forma de pensar, yo sabía que el amor de mi vida estaba por ahí, y efectivamente ahí estaba David. Así que firmé el contrato encantada», cuenta entre risas.
Tenían un calendario en el que iban tachando los días que faltaban para su primer encuentro. Fue el 14 de julio, tras salvar varios problemas en el aeropuerto. «Era plena pandemia y no me dejaban viajar. Lo pasé fatal. Yo tenía todo en regla, pero se pusieron muy estrictos. Les mentí diciendo que iba a trabajar y me denegaron el paso. Al final dije la verdad, que iba a conocer a mi novia, y entonces me dieron permiso», relata el vallisoletano.
Publicidad
Tras meses hablando horas y horas por videollamada, el encuentro fue para ellos como si se conocieran de toda la vida. Simplemente, al verse, las piezas terminaron de encajar. No podían creer que al fin estaban juntos.
En Ecuador pasaron unos días increíbles, en los que pudieron viajar por el país y David conoció a los amigos de Patricia. «Al final del viaje conocí a los padres de Patricia. Quisimos hacerlo así, para estar completamente seguros», dice él, quien hacía tiempo que tenía muy claro que Patricia era la mujer con la que deseaba pasar el resto de su vida. Bajo ninguna circunstancia quería regresar a España sin pedir oficialmente su mano. Era algo que no podía hacer a través de videollamada, así que tras escabullirse en un centro comercial para comprar un anillo de pedida en Tiffany, organizó todo para al día siguiente hacer una romántica pedida con cena incluida. «No pude aguantarme. Ya tenía el anillo, así que mientras veíamos una película en pijama y comíamos palomitas, llegué y se lo pedí. Al día siguiente, se lo volví a pedir más formalmente para grabarlo y mandárselo a mis amigos y familia», dice él entre risas.
Publicidad
La vuelta de David a España fue difícil, pero tenían por delante la ilusión de su boda, que celebraron el 19 de diciembre en el jardín de la casa de los padres de Patricia, tal y como ella siempre había soñado. Su luna de miel la pasaron en el Amazonas. El 5 de enero volvieron a separarse y no saben cuándo volverán a verse en persona. «En mi país no están concediendo visados para viajar a Europa. Me gustaría ir a España en marzo, pero dependo de los documentos. No sé cuando podrá ser», lamenta ella.
En cuanto a los planes de futuro, ambos saben que lo pasarán juntos, pero antes tienen asuntos que resolver, especialmente laborales. Patricia es 'freelance' especializada en gestión de comunicación gubernamental, institucional y política. Allí tiene su vida y su carrera hechas. David, por su parte, dirige su propia empresa de emisión de eventos deportivos. «Posiblemente sea yo la que me traslade a España, pero no es tan fácil como hacer una maleta. Depende de muchas cosas, incluso de quien gane las elecciones en Ecuador, ya que soy consultora política. Iremos paso a paso», comenta ella a través de videollamada.
Publicidad
Ambos tienen claro lo que les enamoró del otro. «David tiene un corazón de oro. Es cariñoso, sincero y leal. Es un tipazo. Un hombre increíble», se emociona Patricia. Él tampoco se corta al piropearla. «Aparte de que es guapísima, es una triunfadora. Me gustan sus ganas de pelear y de triunfar en la vida. Es un volcán».
Este San Valentín lo celebraron en la distancia. Prepararon una cena para él y un desayuno para ella. Todo virtual. Y seguirán haciendo planes para el futuro. De momento, ya tienen pensado un nombre de niña: Victoria. A ambos les encanta, aunque saben que ese es un encargo que no podrán realizar de forma virtual.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.