El empresario y panadero catalán Andrés Costafreda inventó el donut en 1962. Ese año fundó, junto con la familia Rivera, las empresas Panrico y Donut Corporation y comenzó a fabricar los famosos bollos con agujero bajo la marca registrada Donuts, de la que posee la ... propiedad exclusiva en España. En Valladolid la producción se implantó en 1974, en Cigales, con la llegada de donuts, bollycaos y otros productos de bollería, mientras que en 1991 se llevó a cabo el traslado a la planta actual del polígono de San Cristóbal de la capital, donde se incorporaron nuevas líneas de producción. En el año en que se cumplen 50 años de la presencia de Panrico (hoy propiedad de la multinacional mexicana Bimbo) en Valladolid, la empresa ha anunciado el cierre de las instalaciones, donde trabajan 166 personas, además de otras 40 de forma indirecta.
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La fábrica cuenta con seis líneas de producción y fabrica en exclusiva para toda España pastelitos de bizcocho (Tronkito), Minibollycao, Panrico Burguers y Hot Dogs, Donuts Mix, y Qé! Crack. Además, también produce Donuts y otros productos de bollería que se distribuyen en la zona norte (Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco y Castilla León).
El desembarco del negocio de bollería en la provincia vallisoletana se produjo dentro de un plan de expansión activado después de que, en 1973, el grupo Allied Domecq se hiciese con un 50% del capital de Panrico. La empresa culminaba su implantación en todo el país con la apertura en 1978 de una factoría de pan de molde en Madrid. Más tarde llegaría a Portugal y a China. El éxito de sus productos marcó esta primera edad dorada de la empresa, que se prolongó hasta 1999, cuando un año después de la muerte del fundador la familia Costafreda adquirió todas las acciones de la compañía y unificó Panrico con Donuts.
El cambio de siglo no le sentó demasiado bien a la firma matriz, que en los últimos años ha cambiado varias veces de dueño. En 2005, el fondo de capital riesgo Apax Partners compró Panrico por 900 millones de euros y le insufló nuevos bríos con la incorporación de galletas Artiach (con marcas como Filipinos, Marbú o Chiquilín), que permitió al grupo situarse como segunda empresa en el mercado nacional de galletas. Pero la deuda de la compañía terminaría por resultar una carga demasiado pesada y en 2010 Panrico presentaba un plan para reestructurar esos 605 millones que incluía la entrada en el accionariado de los bancos acreedores.
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Después de que en 2011 el fondo inversor Oaktree se hiciese con el control de Panrico (la banca aceptó una quita del 80%) y se deshiciese de Artiach, los problemas se intensificaron. La situación laboral de la empresa y su modelo de estructura de costes aparecía como el mayor escollo para ser competitiva en un mercado en el que las marcas blancas cobraban creciente protagonismo. En 2013, tras un amago de solicitud de concurso de acreedores, se hablaba por primera vez despidos en la fábrica vallisoletana, medida que finalmente no se hizo efectiva ya que la plantilla (210 trabajadores entonces) accedió a aplicarse un recorte de salarios del 15% y una ampliación de la jornada laboral con el objetivo de garantizar el mantenimiento del empleo.
Los problemas de cobros de las nóminas, que se han vuelto a reproducir en los últimos tiempos, hicieron acto de presencia ya entonces, cuando se llegó a convocar una huelga indefinida para exigir los pagos, así como la retirada del ajuste laboral planteado por la compañía, que incluía 1.915 despidos en todo el país, entre ellos 600 autónomos.
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La Consejería de Agricultura y Ganadería otorgaba a Panrico entonces ayudas por valor de 700.000 euros, además de un aval por un crédito de un millón de euros con la finalidad de que la planta permaneciese abierta al menos cuatro años. La empresa, por su parte, se comprometía a invertir un millón y medio de euros en la planta para lanzar un nuevo producto (Qé!) y a incrementar la elaboración de su producto estrella, el donut.
En julio de 2015, el grupo mexicano Bimbo anunciaba la compra del 100% de Panrico (excluido el pan de molde de marca) al fondo de capital riesgo estadounidense Oaktree por 190 millones de euros. Los trabajadores de la planta del polígono de San Cristóbal esperaban que el cambio de propietario aportase tranquilidad y la operación se veía cómo positiva en un momento en el que la fábrica vallisoletana se encontraba prácticamente al máximo de capacidad productiva. Ahora, consideran que la factoría es viable ya que no han registrado indicadores económicos malos y, según recuerdan desde el sindicato CC OO, sus trabajadores tienen salarios más bajos que en el resto de plantas en España.
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