![Coronavirus Valladolid: Diario de un confinamiento (día 10): A la altura de las circunstancias](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202003/25/media/1423602519.jpg)
A la altura de las circunstancias
Diario de un confinamiento. Día 10 ·
Una situación como la que sufrimos exige lo mejor de cada uno, sea cual sea nuestro papel en el tablero de un juego en el que nos va la vidaSecciones
Servicios
Destacamos
Diario de un confinamiento. Día 10 ·
Una situación como la que sufrimos exige lo mejor de cada uno, sea cual sea nuestro papel en el tablero de un juego en el que nos va la vidaEntre los mejores momentos del domingo pasado estuvo la reflexión que le escuché a Juanjo Millás en 'A vivir que son dos días', el programa de Javier del Pino en la Ser. Ya en los primeros lances, apuntaba a faenón «ahora los días se suceden ... como las ristras de chorizos, todos iguales, sin la personalidad propia de cada uno. Corremos el riesgo de perder la textura de los días». Poco después, clarividente, defendió que esta situación excepcional en la que vivimos sirve para descubrir que «quienes están sacando el país adelante ahora mismo son las clases trabajadoras y las clases medias, reponedores de supermercado, camioneros, agricultores, ganaderos, basureros, enfermeros, médicos, guardias y policías, panaderos, barrenderos en pueblos y ciudades, empleados de gasolinera, vigilantes de centrales nucleares, de tanatorios, enterradores, técnicos de mantenimiento, periodistas, soldados, personal de lavandería, quiosqueros, repartidores de comida a domicilio, mensajeros, empleados del hogar, cuidadores de ancianos...». Y con esa facilidad que tiene el escritor valenciano de mirar lo cotidiano para reparar en lo importante desvistiéndolo de lo superfluo, concluyó «si en situaciones límite como esta los ricos se pusieran en huelga no pasaría nada, pero si lo hicieran estas personas, que con sus sueldos tienen dificultades para llegar a fin de mes, el país sería un caos».
Y ha sido por dos noticias del periódico de hoy por las que he recordado esa intervención de Millás del domingo en la radio. Por un lado, el testimonio de la vecina del barrio de Las Delicias de Valladolid Cintia Curiel, que ha visto cómo se hacía viral su vídeo de diez minutos reclamando sensatez a la gente que aún se toma a filfa el confinamiento. Por otro, la intervención de la ministra de Defensa, Margarita Robles, en el programa de Ana Rosa Quintana, cuando en un momento quiero pensar que de irreflexión dijo aquello de que «en algunas residencias se han encontrado a ancianos muertos en sus camas», olé la precisión ministerial. Ya casi esperaba que alguno de mis hermanos –mi madre es residente de un centro en la sierra de Madrid– me preguntara en un guasap «¿la residencia de mamá se llamaba 'alguna residencia'? Así, sin citar ningún nombre, extendiendo la sospecha a todas las residencias, las 'buenas' y las 'malas'. Dejando a miles de familias en la incertidumbre de si la tranquilidad que les transmiten cada día las direcciones de los centros sobre el estado de salud de sus mayores es una ficción para ganar no sé qué tiempo (no podemos ir a verlos para comprobarlo, nos fiamos de su palabra). Dijo lo que dijo y dejó la reputación de todo el sector por los suelos, bajo sospecha. Sin siquiera reposarlo para ver hasta qué punto detalles como el colapso en Madrid de las empresas funerarias, a las que no les da tiempo a atender todos los servicios y acumulan retrasos a veces de toda una jornada, o las situaciones límites de las propias residencias no están también en la raíz de estos hechos.
Ministra, joder, que no es usted precisamente de los recién llegados, a quienes les podría pesar su bisoñez. Que tiene usted más horas de vuelo que el helicóptero del Tulipán. Que yo la tengo por otra cosa y a este paso le voy a acabar poniendo en el mismo cajón que al primer británico Boris Johnson, o con AMLO, esa gran decepción encaramada a la Presidencia de México, o con el compendio del disparate con rata albina cosida a la coronilla que ronca en la Casa Blanca. Que la cosa va de que en momentos a sí, cuando de nuestra mano no está curar la pandemia, ni siquiera reconfortar a quien la padece, solo nos queda cumplir con nuestra obligación de estar a la altura de las circunstancias, a la altura de la responsabilidad, la de cada uno. Y los del batallón de Juanjo Millás o la propia Cintia de Las Delicias demuestran cada día que están a esa altura y le exigen que usted también la alcance y siga con los que estamos en esta orilla y sin salir de casa.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.