Valladolid
Altares en el asfalto: «Siempre te preguntas si podrás superarlo»Secciones
Servicios
Destacamos
Valladolid
Altares en el asfalto: «Siempre te preguntas si podrás superarlo»No hace falta recorrer mucho trayecto en carretera. No importa si uno va por la provincia, porque sucede lo mismo en la capital. Son decenas los pequeños altares a la intemperie que se reparten en curvas, cruces, arcenes o quitamiedos y que sirven para honrar ... la memoria de los que ya no están. Raramente se pueden ignorar estos símbolos que recuerdan a las personas que dejaron sus planes y su vida en el asfalto, impone ver esos puntos donde quedaron los que nunca volvieron a casa.
Ramos de flores que anuncian el mortuoso aniversario atados con esmero a una farola, a un semáforo o a un poste que se convierten en un señal de advertencia clara para cualquiera conductor.
En lo que da de año las carreteras de la región se han cobrado la vida de 22 personas, seis más que en el mismo periodo de 2022 cuando se registraron 16 víctimas mortales. En Valladolid, han fallecido este año tres personas, la última se produjo este jueves, 30 de marzo, cuando un peatón de 86 años fue arrollado por un turismo en la glorieta del cruce la ronda VA-20 y la calle Dulzaina de Valladolid. Detrás de las cifras que publica la DGT hay tragedias que rompen familias que no vuelven a ser las mismas y que quieren que nadie pase por lo mismo.
«Estela, su madre y yo éramos un triángulo», dice Juan Carlos Domínguez, el padre de Estela, la joven de 19 años que murió el pasado 9 de febrero al ser atropellada por un camión cuando entrenaba con su bicicleta en Salamanca, en la N-620 a la altura del cruce con la A-62, en la salida del Polígono de Villares.
Tenía un futuro prometedor, en los estudios de Relaciones Laborales y Derechos Laborales que cursaba en Salamanca y, sobre todo, en el ciclismo. Esa pasión que heredó de su padre, el único vallisoletano que ha participado en el Giro de Italia y que ha competido en unos Juegos Olímpicos. Desde aquel 9 de febrero no han vuelto a ser los mismos. «Es muy difícil, te tienes que acostumbrar a convivir con ello, pero siempre te preguntas si alguna vez lo superarás», dice el padre de Estela.
Pasaron varias veces por el punto donde su hija perdió la vida en Salamanca. «Queríamos ver por dónde había sido, qué podía haber pasado. Iban los dos en el mismo sentido», explica el padre.
La familia de Estela se pregunta cómo puede haber gente tan desalmada. «A mi hija la atropelló un camionero que no paró y no la socorrió, que volvió a la media hora con otro vehículo al punto donde la dejó, confiamos en la investigación que sigue su curso. Cada día te preguntas mil cosas, piensas constantemente en cómo se podía haber solucionado y ahora nuestra hija ya no está», continúa Juan Carlos en una muestra de entereza.
Cuando ve flores en las carreteras no puede evitar esa sensación. «Te impone, se te pone la carne de gallina el saber que ahí alguien ha perdido la vida. La gente tiene que ser consciente de lo que hace cuando conduce», añade Juan Carlos, quien recuerda a su «niña» como una joven «constante, risueña, cariñosa y dulce. Tenía futuro, estábamos super orgullosos de ella», finaliza el padre a que se le entrecortan las palabras por la tristeza y la emoción. Recuerda cuando fue con Estela al monolito que recuerda en Valladolid a los ciclistas que murieron en carretera y que ahora también sirve para honrar la memoria de la joven.
Son muchos lo puntos donde pueden verse flores de recuerdo. En la rotonda de San Agustín, en el Paseo del Cauce cerca de Económicas, en la Va-30 a 300 metros de la salida de Camino Viejo de Simancas, en la Va-20 con el cruce del Hospital Río Hortega, en la Avenida de Salamanca con la de Medina del Campo, en el cruce de la N-601 hacia Alcazarén, en la A-11 cerca de Tudela, junto a la plaza de toros de Laguna de Duero... La lista continúa y es demasiado extensa. Flores, fotografías, lazos negros o pequeños peluches que dejan claro el que allí las víctimas pagaron el mayor peaje.
«Los familiares o allegados lo hacen porque para ellos tiene un significado especial, es como un acercamiento al sitio donde estuvieron por última vez y lo hacen para honrar la memoria pero también como una forma de iniciar el proceso de duelo, el comienzo de la despedida», señala Nieves Andrés, vocal presidenta del Colegio de Psicología de Castilla y León por Valladolid y responsable de la Sección de Psicología de la Movilidad y de la Seguridad.
Andrés explica que «a nivel psicológico forma parte de nuestra cultura y no puede decirse que se produzca un efecto negativo para las personas que ponen estos pequeños altares. Les reconforta y les ayuda a seguir», puntualiza.
Desde la Sección de Psicología de la Movilidad y de la Seguridad, equipo en el que trabajan 17 profesionales dan charlas sobre distintas temáticas como la que abordaron hace un par de semana en Valladolid sobre el miedo a conducir. «Muchas veces es un miedo adquirido por haber tenido un accidente, otras veces se trata de un miedo vicario, cuando la persona ha sufrido una pérdida cercana como víctima de un siniestro o miedos previos, antes de aprender a conducir», señala Andrés.
Echan en falta mayor presencia de psicología en los cursos de recuperación de carnet de conducir. «Solo corresponde una hora del total y sería muy beneficioso que aprendiesen cómo gestionar las emociones, sobre todo la impulsividad y la indolencia al volante. Es vital que los conductores tomen conciencia ahora que hay una nueva forma de movilidad con más presencia de bicicletas y patinetes», finaliza la experta.
Quien lleva flores de vez en cuando al punto kilométrico donde se quedó parte de su vida es Aitor Martínez, el Policía Local que resultó herido de gravedad el 25 de febrero de 2016. Esa mañana iba de ruta en bici junto a su amigo Jesús Negro y circulaban tranquilamente por el arcén de la VA-30 en la salida del Camino Viejo de Simancas cuando un camionero les arrolló.
Jesús perdió la vida en aquel accidente y Aitor logró sobrevivir y recuperar cierta normalidad después de año y medio de terapias y rehabilitación. Su vida dio un giro radical y tuvo que cambiar su vida como agente patrullando las calles y participando en las intervenciones por tareas administrativas con clases de educación vial por los colegios de la capital en colaboración con la Asociación Española de Lesionados Medulares.
A las familias que sufren una pérdida así les cuesta hablar de ello. «Están muy mal, es demasiado reciente», dice el alcalde de Velliza, Luis Miguel Serrador, en referencia a la familia de Alberto y Fernando Lentijo. Padre e hijo fueron atropellados de forma mortal el 30 de octubre por un conductor ebrio en el kilómetro 8 de la VP-5805. Allí han puesto una cruz de madera, otro altar en el asfalto que recuerda el punto exacto donde quedaron dos vidas.
Desde hace seis años entidades formadas por familiares y víctimas de accidentes de tráfico como la de la Asociación Española de Lesionados Medulares luchan por algo tan necesario como tener en Valladolid un lugar donde rendir homenaje a las víctimas de la violencia vial. No solo para aquellos que han muerto en el asfalto, también para personas a las que un accidente de tráfico les ha cambiado la vida. «Es fundamental el tener un espacio propio, un lugar al que poder acudir, que nos represente, no podemos ser los olvidados de la sociedad», dice Maripaz, la coordinadora en Valladolid de la Asociación y quien sabe muy bien cuáles son las consecuencias de ser víctima en carretera. Lleva 27 años en silla de ruedas y lucha desde entonces por concienciar sobre que más del 95% de los siniestros que se producen son evitables. Reivindicamos ese lugar no solo para que cada uno vaya cuando le apetezca o el día en el que le cambió la vida, como le pasó a ella el 12 de mayo de 1995, en el Camino Viejo se Simancas. «También para que cuando asociaciones, víctimas y familiares nos reunamos el Día Mundial en recuerdo de las víctimas de accidentes de tráfico (se celebra el tercer domingo de noviembre) tengamos un espacio físico al que acudir en la Acera de Recoletos», añade González. No es normal que en Castilla y león solo haya un pequeño monumento en León y en el resto de ciudades no dispongamos de ningún espacio que tenga un especial significado para las familias que quedan destrozadas por la pérdida de un ser querido», finaliza. Por su parte, desde el Consistorio explican que «no hay una decisión tomada al respecto y tampoco está presupuestado. Se valorará de cara a futuro pero lo fundamental es que las víctimas tengan apoyo y que los accidentes sean cada vez menos graves, incidir en la importancia seguridad vial como hacen desde Aesleme y en la labor de los 100 agentes tutores de la Policía Local en centros educativos para concienciar».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.