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Su historia en el casco histórico de la ciudad es de sobra conocida por los vallisoletanos. Comercios como D'Ángel Niños, La Cocina Económica o Peppa llevan décadas a pie de calle luchando por atraer a la clientela. Estos comerciantes no son propietarios de ... los locales que ocupan y sus arrendadores son los que fijan la cantidad que abonan mensualmente. Silvia Escudero, actual propietaria de la zapatería infantil D'Ángel Niños, señala que el precio de su renta ha bajado porque ella misma se lo rogó al casero. «Decidí pedir una bajada y conseguí 300 euros menos al mes, que no es mucho pero es algo».
En cambio, Mercedes Martínez, propietaria de la tienda de moda infantil Peppa, puntualiza que en los 43 años que lleva ocupando el local no ha bajado el precio del alquiler. Opinión que comparte con José Antonio Sigüenza, de La Cocina Económica, quien explica que su mensualidad «fluctúa con el IPC y hay meses que sube y otros que baja, pero no son cambios muy drásticos». Para él, el principal problema a la hora de cambiar de local hace siete años fue «encontrar uno que no estuviera por las nubes».
Otro de los problemas a los que se enfrentan las tiendas tradicionales del centro es el auge del comercio por Internet. Así lo explica Álvaro Iglesias, propietario de City Hall. Este vallisoletano apostó por la calle Ferrari para la apertura de su establecimiento de moda y reconoce que «el flujo de paso de clientes es muy limitado. Hay horas a las que no pasa nadie por la calle y eso se traduce en menos ventas». Su experiencia le lleva a señalar que la delicada situación por la que atraviesa el sector ha influido en que los alquileres bajen. «Es algo normal porque si no se vende, no se puede pagar lo que piden; así, los negocios que acaban de empezar han visto cómo los precios han caído considerablemente».
Entre las ideas que baraja este emprendedor para mejorar la calidad comercial del centro y aumentar la afluencia de clientes figura una extendida a nivel europeo: «Convertir el casco histórico en pequeños centros comerciales, con todos sus atractivos y facilidades para los negocios; que la gente desee venir al centro y no huya, como pasa ahora».
En el lado opuesto están los comerciantes que no han visto modificado su alquiler. Pilar Llorente, de La Maison du Savon du Marseille, remarca que «el mal momento de la pandemia no ha servido ni para bajar la mensualidad». Lo mismo piensa Isabel Pajares, de La Botica de la Madre Tierra, cuyo alquiler se ha mantenido «pese a lo cruda que está la situación». Muchos de estos vendedores no esperan que se reduzcan los alquileres pero sí confían en la temporada navideña para mejorar las ventas.
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